Y de entre los poemas de Quasimodo entre los que uno se sumergió durante las pocas horas libres y sosegadas de las últimas semanas, recojo "Milan, agosto de 1943", contenido al parecer en
Día tras día en dos traducciones diferentes y en el original del italiano.
"Milan, agosto de 1943
Ciudad muerta
Inútilmente, ¡oh manos!
removéis bajo el polvo:
la ciudad está muerta.
Sobre el Naviglio
todos oyeron el zumbar siniestro.
El ruiseñor en cuyo arpegio
se anunciaba el tramonto
cayó desde la antena del convento.
A qué buscar el pozo
si ya no tienen sed los vivos...
A qué palpar sus cuerpos
hinchados y rojizos:
dejadlos en su suelo;
dejadlos en su sitio,
que la ciudad ha muerto..."
Versión de Carlos López Narváez
"En vano buscas entre el polvo,
pobre mano, la ciudad ha muerto.
Ha muerto, se oyó el último trueno
en el corazón del barrio viejo,
y el pájaro ha caído de la antena,
allí arriba sobre el convento,
en dónde cantaba, antes del crepúsculo.
No cavéis pozos en los patios,
ya no tienen sed los vivos.
No toquéis a los muertos, tan rojos, tan hinchados:
dejadlos en la tierra de sus casas,
la ciudad está muerta, muerta."
Traducción de Carlo Frabetti
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Invano cerchi tra la polvere,
povera mano, la città è morta.
È morta: s'è udito l'ultimo rombo
sul cuore del Naviglio: E l'usignolo
è caduto dall'antenna, alta sul convento,
dove cantava prima del tramonto.
Non scavate pozzi nei cortili:
i vivi non hanno più sete.
Non toccate i morti, così rossi, così gonfi:
lasciateli nella terra delle loro case:
la città è morta, è morta.