Y tan bruscamente como se llegó al acuerdo se ha llegado a un nuevo bloqueo que dispara rumores y negociaciones. Hoy, en la concentración unitaria de delegados sindicales ante el
Parlament, entre grito y grito, entre pitido y pitido, quién más quién menos explicaba lo que sabía: que Unió se bhabía plantado ante las reticencias de ERC a comprometerse en la política fiscal, que Unió no quiere establecer por escrito la fecha, que Convergència tampoco quiere atarse por si acaso, que Mas no dimite porque no hay recambio pero que el descontento entre los simpatizantes de la coalición gobernante crece ante la evidencia de que la situación está a un paso de convertirse en un
cul-de-sac, que si habrá elecciones pronto... Ceremonia de la confusión y un síntoma: la presidenta de la nueva cámara, Núria de Gispert, en su discurso, ha dicho que "Catalunya no es un país derrotado sino dispuesto a abrir caminos y nuevos horizontes". Malas sensaciones.
Afortunadamente, la CUP sigue aportando notas de humor negro y crítica a partes iguales y ha votado para la presidencia a la mujer que hace poco perdió un ojo al agredir salvajemente con su cara a un policía en su arma reglamentaria y a un irresponsable que dejó de pagar lo que debía a una entidad de esas que nos ayudan en nuestro difícil día a día. Menos mal que alguien pone un poco de cordura.