En el caso de otro de los ponentes de las Jornadas, Ricardo Moreno Castillo, "bestia negra" de la que podría llegar a denominarse "secta pedagógica", la inadecuación de las antiguas categorías "progresista" y "reaccionario" se muestra en toda su crudeza. Acusado de lo último por quienes se autoincluyen entre los primeros, quienes llevamos años en la docencia tenemos cada vez más una nítida conciencia de que, en todo caso, más bien sería justo al revés.
Sobre las falacias de la verborrea pseudoprogresista en la reflexión sobre el fracaso y el éxito escolar disertó amable y contundentemente.
Dijo, por ejemplo, Ricardo:
"Hablar del derecho a la educación, y a una educación de calidad, es correcto, porque un derecho es algo que se le exige a alguien, a la sociedad, al poder político, a nuestros semejantes. Pero reivindicar el derecho al éxito es como reivindicar el derecho a tener amigos. ¿A quién se lo voy a exigir? Es cierto que la cantera de donde salen más amigos suele ser el centro escolar, y la existencia de un centro escolar donde los chicos puedan ir, no solo a aprender, sino también a hacer amigos, sí que es algo exigible como un derecho. Ahora bien, si soy antipático, digo groserías, me niego a pasar los apuntes de clase a un compañero enfermo, pues no tendré amigos, y no tengo derecho a protestar delante de ningún organismo. No, ganar amigos es algo que tengo que conseguir yo, limando las asperezas de mi carácter, tragándome las impertinencias que se me ocurran, aunque puedan venir muy a cuento, y prestando ayuda a quien la necesita".
Más claro, el agua.