22 de diciembre de 2012

Crónica de la Nueva Edad (22/12/2010)


Ayer tuvo lugar la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat. Tuvo su miga que cuando Albert Rivera, de Ciutadans, le invitó a dimitir, el flamante presidente dijera que era "una ofensa". ¡Después del estrepitoso fracaso de su apuesta! De todas formas, por lo que se comenta en los ambientes sindicales, casi mejor que siga Mas que no se aúpe alguno de sus "compañeros" del núcleo duro: Homs, Oriol Pujol, Felip Puig o compañía.

Uno no siguió el debate pero sí el malestar que en La Vanguardia, tabloide oficialista donde los haya, ha generado un pacto con ERC que, al menos, ha ofrecido como buena señal un incremento impositivo aparente para las rentas más altas. Con todo, ya veremos si no acaba sacudiendo como siempre a los de abajo. Muchos representantes de la burguesía comerciante fiel a CiU no están demasiado contentos: sus patrimonios parece que podrían recibir inesperadamente cargas onerosas, ellos que se las prometían tan felices con su "independencia de juguete". El titular de la edición digital de hace unos días del periódico del grupo Godó era suficientemente indicativo: "Mas se entrega a ERC para continuar gobernando".

En algo parece que están todos de acuerdo, incluso los decepcionados tenderos del mercado que están muy callados y lejos de la exaltación del período septiembre-noviembre: esto tiene todo el aspecto de que durará poco y el entusiasmado "nuevo país de Europa" lo será o no pero no parece que esté a la vuelta de la esquina como esperaban muchos. Ya veremos.