El pasado 16 de noviembre uno tuvo el placer de presentar El fin de la educación de mi compañero Xavier Massó, en el marco del Festival "Barcelona Pensa". Al día siguiente, en la web de la Fundación Episteme se publicó esta breve entrevista: "Las 5 W de la educación".
12 de diciembre de 2021
Sobre educación: una presentación y una breve entrevista
10 de diciembre de 2021
Algunas notas de actualidad comentadas en redes (I)
Una serie de comentarios a noticias y algún enlace de interés subidos apresuradamente a una red social y que ahora dejo por aquí.
Sobre un programa televisivo:
Acerca de las incoherencias del nuevo progresismo ecológico: "¿Cuánto contamina ver una serie en Netflix o una reunión en Zoom?":
Eso sí, los hay que reciclan constantemente y compostan y no comen carne, pero están todo el día conectados a las redes sociales y devoran HBO y Netflix como si lo digital no contribuyera a la contaminación global. Curiosas incoherencias. Tampoco sería nada extraño si luego no los viéramos pontificar sobre el tema constantemente...
Una nota sobre Irene Montero y el feminismo: "¿Por qué las feministas exigimos la dimisión de Irene Montero? ":
Uno no está seguro de la mejor manera de abordar la cuestión de los derechos de los minorías "trans", por denominarlas de alguna forma amplia y comprensible, pero diría que la que tiene la ministra y el entorno de Podemos es, cuanto menos, simplista, exagerada y poco reflexiva.
Y unas cuantas recomendaciones compartidas:
"El gobierno de cretinos digitales", de Lidia Falcón.
"Los padres abandonan la pedagogía moderna", de Daniel Capó.
"El caballo de Troya del capitalismo verde: cambiar para que nada cambie", de Julián Jiménez.
25 de octubre de 2021
Antonio Orihuela dedica unas líneas a "El informe Ohlendorf"
En el Blog "Voces del extremo" Antonio Orihuela dedica unas halagadoras palabras a El informe Ohlendorf. Gracias Antonio.
24 de octubre de 2021
El Gran Salto Adelante, ¿pasado absoluto?
Una síntesis ajustada del Gran Salto Adelante de Mao. Por si fuera posible aprender del pasado.
"Pero Mao lanzó al país al Gran Salto Adelante y extendió la estructura militar del Partido a la sociedad entera. «Todos nosotros somos soldados», había proclamado Mao en el momento álgido de la campaña, y había dejado de lado caprichos burgueses como cobrar un salario, tener un día de asueto a la semana o poner límites al trabajo que un obrero debía realizar. Un gigantesco Ejército del pueblo debería obedecer todas las órdenes de sus generales en el marco de la «economía de mando». Todos los aspectos de la sociedad se organizaron con criterios militares —cantinas, jardines de infancia a pensión completa, dormitorios colectivos, tropas de asalto y aldeanos transformados en soldados de infantería— para una revolución continua. No se trataba tan solo de términos marciales que se emplearan por mera retórica para reforzar la cohesión del grupo. Todos los dirigentes eran militares habituados a los rigores de la guerra. Habían pasado veinte años en una lucha de guerrillas en condiciones extremas de privación. Habían hecho frente, una tras otra, a las campañas de exterminio lanzadas por el régimen nacionalista de Chiang Kai-shek y luego habían logrado sobrevivir al ataque del Ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Habían sobrevivido a crueles purgas y sesiones de tortura que de tiempo en tiempo convulsionaban al propio Partido. Glorificaban la violencia y estaban acostumbrados a las pérdidas masivas de vidas humanas. Y todos ellos compartían una ideología en la que el fin justificaba los medios. En 1962, tras perder a millones de personas en su provincia, Li Jingquan comparó el Gran Salto Adelante con la Larga Marcha, en la que tan solo una de cada diez personas había llegado hasta el final: «No somos débiles, somos más fuertes, no nos hemos doblegado[56]». En la vida diaria, los funcionarios del Partido exhibían la misma crueldad y el mismo desprecio por la vida humana que habían demostrado por los millones de personas movilizadas para las sanguinarias ofensivas contra Chiang Kai-shek. La fuerza bruta con que habían conquistado el país se desató entonces en la economía, sin que se prestara atención al número de bajas. Y como se creía que la mera fuerza de voluntad era capaz de casi todo —podía mover montañas—, cualquier fracaso se parecía sospechosamente a un sabotaje".
19 de septiembre de 2021
Neonazis en Chueca
11 de septiembre de 2021
Defensores del progreso
31 de agosto de 2021
Electricidad, silencio y extrema derecha
26 de agosto de 2021
Totalitarismo y quema de libros
A menudo tendemos a identificar el antiintelectualismo y el odio a la cultura con el nacionalsocialismo y el fascismo. Creo que esta interesada reducción olvida que buena parte de la práctica comunista, una práctica que hubiera repugnado a Marx y Engels, no fue ajena a este rechazo. Muchos de nosotros tenemos en la retina las consabidas imágenes de la quema de libros pública del 10 de mayo de 1933 durante la "Acción contra el espíritu antialemán". Pocos, desde luego no el que escribe, conocíamos que estas acciones se llevaron a cabo de modo más discreto pero igualmente peligroso en la China comunista. ¿Por qué limitamos el odio a la cultura al nazismo y el fascismo?
24 de agosto de 2021
La crítica al totalitarismo y los excesos del anticomunismo
Y siguiendo con el libro de Dikötter, una reflexión. La necesaria crítica del comunismo totalitario no debería ampararse en un burdo anticomunismo, como tampoco ser su consecuencia o su fundamento. Cuando esto ocurre puede falsearse la historia y legitimarse un dogmatismo tan insoportable como el que se pretende criticar. Para realizar una crítica inflexible de los crímenes cometidos por los maoístas o el Partido Comunista Chino o los comunistas chinos, no es necesario idealizar el estado de cosas que pretendieron subvertir.
Escribe Dikötter a propósito de la reforma agraria inicial tras el triunfo del movimiento revolucionario en China: "Tras varios meses de trabajo paciente, los comunistas lograron soliviantar a los pobres contra las figuras prominentes de las aldeas. Una comunidad que en otro tiempo había estado muy unida se polarizó en dos extremos. Los comunistas armaron a los pobres, a veces con pistolas, más a menudo con picas, bastones y azadas. Se denunciaba a las víctimas como «terratenientes», «tiranos» y «traidores», se les detenía y se les encerraba en establos. Milicias armadas sellaron la aldea. No se permitía entrar ni salir a nadie. Todo el mundo tenía que llevar una tira de tela que identificaba su origen de clase. Los terratenientes exhibían una tira blanca, los campesinos ricos una rosada y los campesinos medios una amarilla. Los pobres exhibían con orgullo una tira roja.
Uno tras otro, los enemigos de clase eran arrastrados a un escenario donde sufrían las denuncias de una multitud de cientos de personas que pedían su sangre a gritos y exigían un ajuste de cuentas en una atmósfera impregnada de odio. Las víctimas eran denunciadas sin piedad, sufrían burlas, humillaciones, palizas, y se les daba muerte en las «sesiones de lucha». Al cabo de poco tiempo, una orgía de violencia se adueñó del pueblo, porque todo el mundo vivía con miedo de las represalias procedentes de milicias privadas, dirigidas por personas que habían sido prominentes y habían logrado salvarse.
A muchas de las víctimas las pegaban hasta matarlas y a otras las ejecutaban de un disparo, pero en muchos casos las torturaban antes para obligarlas a revelar dónde se encontraban sus bienes, tanto si éstos existían como si eran imaginarios. No faltaban voluntarios." (pg. 118)
Realmente ¿hemos de creer que las comunidades rurales chinas estaban "muy unidas" hasta que llegaron los comunistas? ¿Que en la sociedad agraria no había conflictos, luchas, injusticias y arbitrariedades? ¿Que todas ellas acaecieron súbitamente con la irrupción de las banderas rojas? ¿La ideología comunista apareció para destruir un orden armónico y desencadenar una orgía de crímenes? ¿Antes imperaba la concordia?
El totalitarismo, en este caso el comunista, puede ser rechazado por su propia práctica: no es necesario construir un escenario ficticio y convertirlo en la fuente originaria de una violencia que habría caído sobre grupos humanos antes pacíficos y fraternos bajo estructuras políticas y económicas cuasi feudales.
22 de agosto de 2021
El Oriente idealizado
Leyendo La tragedia de la liberación. Una historia de la revolución china (1945-1957), de Frank Dikötter, uno se reafirma en sus sospechas acerca de ese tópico del repertorio filosófico de garrafón consumido por una gran parte de los opinadores y creadores de productos culturales de cierta izquierda ahora dominante acerca del papel del "pensamiento occidental" en el Holocausto y otras barbaridades del siglo XX. Una lectura simple y unilateral de segunda mano sobre la Escuela de Frankfurt y unos cuantos textos breves mal digeridos del postestructuralismo francés (especialmente Foucault, Derrida y Deleuze) y de Lévinas, que a su vez seguían el persuasivo relato heideggeriano de la "metafísica de Occidente", han contribuido a difundir la idea de que la racionalidad y la Ilustración europea fueron, de alguna manera, responsables de las catástrofes del siglo XX.
Para aquellos que vuelven la mirada a un "Oriente"-zen idealizado huyendo de esa generalización idiota de Occidente, estas líneas tal vez ayuden a situar la barbarie más allá y más acá de la racionalidad. Solo habría que reemplazar Nanking por Varsovia o Kiev, China por la URSS y Harbin por Auschwitz:
"En diciembre de 1937, las tropas japonesas habían tomado la capital, Nanking, y habían masacrado sistemáticamente a civiles y soldados desarmados en una orgía de violencia que se prolongó durante seis semanas. Los japoneses juntaban a los cautivos y los ametrallaban, los hacían saltar por los aires con minas terrestres o los acuchillaban hasta la muerte con sus bayonetas. Las mujeres, niñas y ancianas incluidas, eran violadas, mutiladas y asesinadas por unos soldados sin control. No se ha logrado una estimación fiable del número de muertes, pero los cálculos van desde un mínimo de 40 000 hasta un máximo de 300 000. Durante los últimos años de la guerra, una implacable política de tierra quemada con la que se trataba de castigar la resistencia de las guerrillas devastó algunas regiones del norte de China, donde los japoneses quemaron aldeas enteras. Hombres de edades comprendidas entre los quince años y los sesenta, sospechosos de colaborar con el enemigo, eran arrestados y ejecutados. Los japoneses utilizaron armas biológicas y químicas durante todo el período de ocupación. Se llevaron a cabo experimentos letales con prisioneros de guerra en una serie de laboratorios secretos que se extendían desde el norte de Manchuria hasta la subtropical Guangdong. Las víctimas padecían vivisección sin anestesia después de que sus captores las infectaran con diferentes gérmenes. A otras les amputaban miembros, les extraían el estómago o les seccionaban quirúrgicamente partes de los órganos. Se probaban armas como lanzallamas y agentes químicos con prisioneros atados a estacas. En el complejo del Escuadrón 731, unas notorias instalaciones cercanas a Harbin en las que había un aeródromo, una estación de tren, barracones, laboratorios, salas de operación, crematorios, un cine e incluso un templo sintoísta, se preparaba ropa contaminada para difundir la peste, el ántrax y el cólera, que luego se arrojaban dentro de bombas sobre la población civil". (pg. 29)
20 de agosto de 2021
Tolerancia social, perspectiva de género y ciencia
15 de agosto de 2021
Y acabando sobre el asesinato de los Romanov: Roberts, Carr, Trotsy y Serge
14 de agosto de 2021
Slezkine sobre el asesinato de los Románov
Los disparos duraron mucho tiempo y, aunque yo tenía la esperan-za de que la pared de madera impediría que las balas rebotasen, rebotaron en todas las direcciones. Hasta pasado un buen rato no pude detener los disparos que se habían vuelto desordenados. Pero cuando por fin pude hacerlo, vi que muchos seguían vivos. Por ejemplo, el doctor Botkin estaba tendido de costado apoyado en el codo derecho, como si descansara. Lo rematé de un disparo de revolver. Alekséi, Tatiana, Anastasia y Olga también seguían con vida. Y Demidova también. El camarada Ermakov intenó rematarlos con su bayoneta, pero no pudo. Sólo después quedo claro el motivo (las hijas llevaban pectorales de diamantes, una especie de corsés). Tuve que dispararles uno por uno.
La última en caer fue [Demidova], que intentó defenderse con un cojín que tenía entre las manos. El anterior heredero siguió dando síntomas de vida mucho tiempo, a pesar de que había recibido varios disparos. La hija más joven del anterior zar cayó de espaldas y fingió estar muerta. Cuando el camarada Ermakov se dio cuentas la mató de un tiro en el pecho. Se plantó encima de sus brazos y le disparó en el pecho.
Al bajar del desván al lugar de la ejecución, les dije que los disparos y los aullidos de los perros se oían en toda la ciudad, que se habían encendido las luces del Instituto Minero y las de la casa de al lado, y que había que detener los disparos y matar a los perros. Entonces cesaron los disparos y ahorcaron a tres de los perros, aunque el cuarto, Jack, dejó de ladrar y no le hicieron nada.
13 de agosto de 2021
La edulcoración histórica
25 de junio de 2021
Otra efemérides: ochenta años de la masace de Kovno
Unas semanas atrás uno se hizo eco del setenta aniversario de la ejecución de Ohlendorf aprovechando la conmemoración para plantear alguna pregunta. En ese momento manifesté mi poco aprecio por las efemérides pero que, en pocas semanas, recordaría otro acontecimiento. Hoy se cumplen ochenta años del inicio de los progromos de Kovno (Kaunas) instigados por el Einsatzgruppe A de Walter Stahlecker, pero perpetrados por los nacionalistas lituanos dirigidos por Algirdas Klimaitis.
Según el informe que el propio Stahlecker redactó en octubre de 1941 y envió a la RSHA, que detallaba ya en los primeros tres meses de ocupación de la zona de los estados bálticos 118,000 judíos asesinados (incluyendo en algunos casos mujeres y niños), los partidarios de Klimaitis asesinaron a más de 1500 judíos la primera noche (la del 25) y a más de 2300 en las siguientes. Estos progromos tuvieron lugar en distintos escenarios. Uno de ellos fue en el garaje Litukis, en la avenida Vitautas, donde entre 50 y 80 judíos en función de las fuentes (68 según Wikipedia), fueron apaleados hasta la muerte en actos públicos a los que asistieron incluso niños, como puede comprobarse en las fotografías que se tomaron, entre el 25 y el 27 de junio. Entre los espectadores también había soldados de la Wehrmacht.
El Oberst Lothar Von Bischoffshausen, de la Wehrmacht, relató en 1959:
"Llegué a Kovno en la tarde del 27 de junio de 1941. Mientras patrullaba la ciudad me encontré con una multitud de personas que se habían reunido junto a una estación de servicio para observar que estaba sucediendo en el patio adyacente. Había mujeres en la multitud y muchas de ellas se sentaron en sillas y cajones para que ellos y sus hijos pudieran ver mejor el “espectáculo” que se está llevando a cabo en el patio de abajo. Al principio pensé que esto debía ser una celebración de la victoria o algún tipo de evento deportivo debido a los vítores, aplausos y risas que seguían estallando.
Sin embargo, cuando pregunté qué estaba pasando, me dijeron que el “traficante de la muerte de Kovno” estaba en el trabajo y él se aseguraría de que todos los “traidores y colaboradores” recibieran un castigo adecuado por su “traición”. Cuando me acerqué, presencié una muestra de brutalidad que no tenía paralelo con lo que vi en combate durante dos guerras mundiales.
De pie sobre la pista en el patio había un joven rubio de unos 25 años. Se apoyaba en una larga barra de hierro tan gruesa como un brazo humano y alrededor de sus pies yacía entre quince y veinte personas que estaban muriendo o ya muertas. A pocos metros de él se encontraba otro grupo de individuos que estaban custodiados por hombres armados. Cada pocos minutos señalaba con su mano y otra persona avanzaba silenciosamente hacia adelante y le rompían el cráneo con un golpe de la enorme barra de hierro que el asesino tenía en la mano. Cada golpe que lanzó provocó otra ronda de aplausos y vítores de la multitud cautivada."
Historiadores revisionistas lituanos han argüido que el testimonio de Bischoffshausen estuvo "preparado", que los muertos no fueron tantos, que las fechas eran incorrectas (según él tuvo lugar el 27 cuando al parecer sucedió el 25), que en realidad se trataba de funcionarios de los aparatos de seguridad bolcheviques o que las muertes (se niegan a utilizar la palabra "masacre") fueron dirigidas por los nazis y no meramente instigadas o que Stahlecker "infló" el número de asesinados.
Con todo, independientemente de esos debates "escolásticos" que denunciaba Yehuda Bauer, es incontrovertible que centenares o miles de judíos fueron asesinados cruelmente por activistas lituanos entre el 25 y el 29 de junio en Kovno. Que fueran manipulados o no por los nazis no afecta en demasía al veredicto moral y jurídico que merecerían. En todo caso, la matanza del garaje y las de Kovno, impugnan:
a) la idea de que el genocidio nacionalsocialista fue, a lo largo de su funcionamiento, una empresa de la que el pueblo alemán no sabía nada. Eso pudo suceder con la "operación Reinhardt" (el exterminio de judíos en los campos polacos) durante el período 1942-1943, pero las ejecuciones masivas en el transcurso de la invasión de Rusia no fueron secretas: no sólo porque los Einsatzgruppen enviaban informes continuos sobre las eliminaciones, sino porque muchas de las ejecuciones masivas tuvieron lugar a plena luz del día y en lugares públicos; la prohibición de fotografías no llegó hasta que su difusión por todo el país y las repercusiones propagandísticas del descubrimiento de las fosas de Katyn llevaron a Himmler a tomar la decisión de vetarlas;
b) la creencia de que el exterminio de los judíos europeos fue una empresa únicamente alemana: en diferente grado, miles de lituanos, letones, ucranianos o croatas participaron significativamente y de un modo activo en la aniquilación de miles de judíos: no se trató de casos singulares y aislados;
c) la visión aséptica e industrial del proceso de destrucción de los judíos europeos, el modelo que lo reconstruye como el resultado de un engranaje racional, burocrático y "científico" planificado meticulosamente que se condensaría, metafóricamente, en "Auschwitz". Quizás Auschwitz admita esta consideración: el ensamblaje de decisiones administrativas, planteamientos técnicos y procedimientos industriales presididos por un cálculo racional; ese modelo descrito por Zygmunt Bauman y que ha gozado de tanto éxito en las últimas décadas: "Por el contrario [la Solución Final], surgió de un proceder auténticamente racional y fue generada por una burocracia fiel a su estilo y a su razón de ser... El Holocausto no resultó de un escape irracional de aquellos residuos todavía no erradicados de la barbarie premoderna (...) el antisemitismo no nos ofrece ninguna explicación del Holocausto" (Modernidad y Holocausto, p22, 45). Pero Auschwitz, donde por otra parte menudearon las torturas, violaciones y crueldades ajenas a la maximización racional, fue sólo una parte del exterminio, importante, pero una parte. Incluso en campos como Treblinka o Sobibor no imperó precisamente el asesinato impersonal exento de odio sino, por contra, la crueldad extrema, el sadismo, la prolongación innecesaria del sufrimiento... Como resaltó en su momento Daniel J. Goldhagen, durante todo el proceso aniquilador la brutalidad, el salvajismo y el dolor gratuito e innecesario fueron la constante mientras que las metodologías "limpias" (los engaños, las colas ordenadas sin recibir latigazos, sin ser acosados y mordidos por perros, sin disparos, sin niños asesinados ante las madres, etc.) fueron más bien elementos aislados. Algunos elementos del acontecimiento fueron presididos por una lógica racional, pero no todos ni siquiera la mayoría: en gran parte de los "pequeños holocaustos" dominó la ausencia de razón, el prejuicio, la barbarie, el odio, el fanatismo, la brutalidad. No fue, únicamente, ni en mayor medida, el fruto aquilatado de una racionalidad instrumental.