28 de febrero de 2016

Acerca de "Contra la Nueva Educación" (y III)



Para concluir. Creo, sinceramente, que Contra la nueva educación es un buen ensayo, en el sentido más exacto de la apreciación, pero unas horas después de finalizar la lectura, la embriaguez del deleite había dado paso a un regusto agridulce, que es el que parece haberse impuesto en el ánimo de uno. Por varios motivos.

En primer lugar, porque pese a su calidad cabe dudar que los medios de comunicación, todavía los más poderosos generadores de opinión pese al auge de las redes sociales, le concedan la atención que merecería: es un libro controvertido pero mesurado y bien intencionado, que trata a sus objetos de crítica con respeto y que huye de la grandilocuencia, de los titulares, del amarillismo sensacionalista y, además, contracorriente, por lo que es difícil que reciba el suficiente espacio como para hacerse oir entre tanta palabrería pedagógica amplificada mediáticamente siquiera como agente polémico.

En segundo lugar, porque no puedo evitar experimentar un cierto pudor, o vergüenza más claramente, al pensar que la crítica que lleva a cabo Alberto tan necesaria y pertinente y compartida por muchos docentes de este país y que deberíamos realizar a menudo, de hecho en cada ocasión en que alguna impostura intelectual de este calibre llega a la opinión pública, ha sido pospuesta una y otra vez en nuestro oficio por una combinación, diría a tenor de lo que uno ha visto estos años, de ingenua condescendencia y fatigada pereza. Condescendencia, porque muchos docentes pensamos que algunas de estas supercherías se descalifican por sí solas o que nadie en el pleno uso de su sentido común o que conozca la realidad cotidiana de las aulas puede dar crédito a propuestas que ignoran olímpicamente la obstinación de los estados de cosas existentes y de los posibles. Pero ingenua porque este pensar que "caerán por su propio peso" olvida la fuerza rectora de algunas ideas por muy contrarias a la realidad que sean. Pereza, puesto que, como señalaba Ricardo Moreno, "resulta aburrido leer tantas tonterías": la mayoría de esas innovaciones pedagógicas se formulan en una jerga hiperbólica y pretendidamente rigurosa, por no decir pretenciosamente cientifista, que hacen ardua su lectura a fuerza de tener que tolerar un uso impreciso, y hasta desquiciante, de ciertos conceptos y expresiones. Pero fatigada ante todo pues este esfuerzo debe tener lugar después de una larga y a menudo extenuante jornada de trabajo: dar clases en secundaria no es una labor fácil, fluida y creativa como en la Universidad.

En tercer lugar porque, con el paso del tiempo, uno cada vez es más consciente del abuso de una deficientemente comprendida jerga postestructuralista por parte de buena parte de la pedagogía innovadora y oficialista, en especial de la obra de Michel Foucault y, en menor medida de la de Deleuze y Lyotard. Afortunadamente, como la de Derrida es indigerible sin una profunda formación filosófica sólo hay que padecer usos esporádicos de "diseminaciones" y "deconstrucciones" varias. Sin embargo, la estrategia deleuziana de la "desterritorialización" para producir conceptos con los que describir "nuevas realidades" ha sido, paradójicamente, "desterritorializada" a su vez ("justo castigo" pensarán algunos) y convertida en un hábito irreflexivo que se suma a la insistencia foucaultiana en el valor de la ruptura, de los saberes excluidos, de la diferencia reprimida y a la descripción lyotardiana del fin de los "grandes relatos" para generar un paradigma que subyace a muchas de las propuestas educativas innovadores. Mas este "paradigma" no es más que un collage discursivo heterogéneo e incoherente presidido por el relativismo, el valor positivo de la diferencia y el uso frívolo de conceptos procedentes de otros dominios para describir, "nuevas realidades" que, muchas veces, son pura y llanamente "inexistentes".

Finalmente, para alguien que se ha considerado "de izquierdas" desde la adolescencia, constatar el vínculo que Alberto retrata muy bien entre la izquierda romántica y antiilustrada, las corrientes neoliberales y el utopismo teconológico, no es plato de buen gusto. Hasta tal punto que podría estar tentado de pensar que en más de un aspecto, actualmente, la línea de demarcación principal de la discusión ética y política (o, mejor, de la "batalla") en torno a la educación y la instrucción pública no es entre izquierda y derecha sino entre antiilustrados e ilustrados y, lamentablemente, aquí no puedo situarme siquiera cerca del "bando" en el que tradicionalmente había creído estar y que ahora está dominado por el romanticismo más grosero y simplista.

P.S: Por cierto, a aquellos que todavía se comprenden como susceptibles de ser incluidos en "la izquierda" y que creen en los valores de la "ilustración" en su más amplio sentido, les recomendaría encarecidamente este libro. Quizás se desmarcarían del respaldo acrítico a las tesis educativas de esa izquierda política realmente existente que tan bien se acomoda a las exigencias de la versión más cruda del neoliberalismo económico.

25 de febrero de 2016

Acerca de "Contra la Nueva Educación" (II)


No sólo se trata de un texto apetitoso que incita a su consumición voraz por el calado de su empeño, sino que también resulta seductor por su estilo. Alberto escribe con buen gusto, sabe entretener sin desviarse del curso de la argumentación y combina la ironía, el buen humor, la descripción ágil, el recurso a los refranes, las citas populares y las apelaciones coloquiales y cómplices en sus valoraciones, con la precisión en el razonamiento que le sirve de apoyo: no se pierde en el juego de la facilidad y la soltura pese a la tentación. Y es especialmente persuasivo cuando su narración construye la ficción de un autor que se exaspera y recurre al sarcasmo, a la ironía afilada, para mostrar que el edificio aparentemente bien construido y sólido de esas "innovaciones" pedagógicas es, en realidad, una fachada de cartón-piedra tras la que sólo se ocultan escombros amontonados y pilas de objetos inservibles que se intentan hacer pasar por estancias cómodas, amuebladas y funcionales.

Por ejemplo, en el caso del coaching. Siguiendo la estela de sus maestros Ricardo Moreno Castillo y Gregorio Luri, Alberto trata de exhibir la vaciedad de la retórica que utilizan y que es, además, la que inunda gran parte de la pedagogía dominante: sus ambigüedades, imprecisiones, ampulosidades así como la vaguedad de los conceptos que usa.

"Profundizando un poco más, veo que el programa de coaching educativo, por mucha modernidad que quiera aparentar, cae en los mismos sinsentidos, las mismas vacuidades, de la más trasnochada pedagogía, tanto en los procedimientos («aprendizaje vivencial», «metodología puramente práctica») como en los objetivos («ayudar a identificar y comprender el efecto de las creencias limitantes» —qué demonios será esto—, «ayudar a transformar el fracaso en lecciones aprendidas», «mejorar en la gestión emocional»), la exigencia al profesor de que «torne conciencia del impacto que provoca la labor docente sobre el aprendizaje del alumnado, aprenda a manejar esquemas y patrones de observación de aula, y emplee herramientas para aportar evidencias de la observación en el aula» (¿se referirá a las gafas?) o «los contenidos», algunos de ellos tan innovadores (iay!) como: programación, metodología y evaluación de un aprendizaje centrado en las competencias. Y todo ello envuelto en tópicos tan gastados como el «nuevo rol del profesor», el «curri-culum del siglo XXI», y a partir de metodologias chic como el rote playing, el «aprendizaje experiencial» y el feedback" (p81).


[Dicho sea de paso, Alberto es benévolo en este caso concreto: hablar de una "metodología puramente práctica" es una estupidez de gran calibre ¿Hablando seriamente, cómo va a existir una metodología sin componente teórico? ¿Únicamente y "puramente" práctica? Cualquier metodología, por muy cateta que sea, debe contener un elemento teórico, el mínimo que permita aplicarla al menos en dos situaciones posibles, sino no sería ningún tipo de "metodología", ningún camino a seguir, ningún procedimiento regulado y regulable, ninguna serie de protocolos que puedan guiarnos ante una multiplicidad de casos diferentes. ¿Y qué decir del concepto de "creencias limitantes"? ¿Es que hay alguna creencia que no lo sea, que no ponga límites para dejar fuera una serie de estados de cosas que juzga inadecuados, insignificantes o, lisa y llanamente, inexistentes? ¡En fin! ]


Para, seguidamente, hacer atravesar al lector el umbral de las puertas de la edificación y enseñarle, de la mano de un terapéutico sarcasmo, las ruinas y los desperdicios que el decorado disimula: 

"Continuando con la amplia, que no interesante, formación que aporta la página web del centro Europeo de Coaching Ejecutivo (CECE), me detengo a leer varios textos que defienden este método. En el primero de ellos, Ana Romeo (psicóloga, orientadora psicopedagógica, coach educativo y conferenciante), en su artículo «Evidencias del coaching», cita las experiencias en el Colegio Divino Maestro  de Madrid y en el de Nuestra Señora de La Merced de Tres Cantos, pero debernos imaginarlas, pues no las describe (y eso que en el título hablaba de «evidencias»). Decepcionado, me fijo en un segundo articulo: «Reflexiones sobre la educación que viene o debería venir», de Roberto Luna-Armas («bloguero, twittero y curioso de las personas y del talento humano»), que apuesta por «lo cuantitativo en detrimento de lo cualitativo, no me pregunten por en qué sentido porque no tengo la menor idea, y por «tambalear poco a poco los principios básicos que nos hablan de conocimientos y no de valores o de habilidades», para derivar en loas a la felicidad y el «viva la gente, la hay donde quiera que vas, ¡hey!» porque «la educación es la base del ser humano, de la humanidad, y es lo que nos convierte en seres no solo pensantes, sino vivientes, y porque nuestra sociedad debe avanzar no solo en la materialidad, sino en la emotividad y la espiritualidad», Bien, ¿se han enterado ustedes de lo que es el coaching? ' Yo tampoco. Y esto es precisamente lo más peligroso: cuando alguien no es capaz de argumentar los beneficios de algo, mal asunto. Cuando todo se reduce (o más bien se extiende, porque la incontinencia verbal está alcanzando cotas insospechadas) a palabrería hueca y pseudafectiva, el panorama es más preocupante, si cabe, que cfuando la amenaza tiene un mínimo de rigor y precisión" (p82-83).

23 de febrero de 2016

Acerca de "Contra la Nueva Educación" (I)


Mañana Alberto Royo presentará Contra la nueva educación en Barcelona, en La Casa del Libro, en una ciudad donde, estos días, desplazarse es una autentica aventura: ayer mismo mis hijos tardaron más de una hora y cuarto en un trayecto que normalmente el autobús realiza en 15 minutos. La proyectada huelga del miércoles, que volverá a colapsar la ciudad, impedirá que pueda acudir y deba conformame con decirle a Alberto vía estas líneas lo que pensaba hacer a viva voz.

Encargué el libro de Alberto en su momento, lo recogí el viernes y el domingo por la mañana lo empecé. Como sucedió en su momento con el libro de Gregorio Luri, La escuela contra el mundo, lo devoré de un tirón y, como también con aquél, disfruté golosamente. Aunque algunos fragmentos los había leído en redacciones previas en su "Profesor Atticus", de la nueva escritura, disposición, sistematización y trabazón de sus críticas ha emergido un libro apetitoso y seductor para el entendimiento pero cuya lectura también puede dejar un sabor agridulce en el retropaladar.

Apetitoso porque Alberto ni se anda por las ramas ni se pierde en el onanismo retórico: realiza una disección contundente de buena parte de las "modas educativas" con las que la pedagogía hegemónica, convenientemente aliada con las élites políticas y empresariales, distrae a la opinión pública para evitar la contrastación de sus modelos "teóricos" con la práctica, con la obstinación de los hechos, con la tozudez de sus nefastos resultados. Cualquier ocurrencia antes que aceptar que la estúpida realidad se empecina en no plegarse a sus pretensiones. Alberto no deja títere con cabeza: las pedagogías de la creatividad y la innovación, las apologías de la tecnologización, el plurilingüísmo, las retóricas new age, el coaching, los collages postmodernos, la pentacidad, los changemakers, la educación emocional, la emprendeduría... son sometidas a una interrogación sencilla en su apariencia pero sofisticada en su elaboración y demoledora en sus resultados. Quizás uno de los lugares donde mejor se ilustra este proceder, resolviéndose con economía de medios y contundencia, es en su evaluación de ese discurso romo y grosero que opone la creatividad al conocimiento, o mejor, a la acumulación de conocimientos, y los considera incompatibles:

"Ser creativo, si acudimos a la etimología ('creativo' deriva del latín creare), es tener la capacidad de crear, una cualidad sin duda apreciable en muchas actividades, pero de necesidad más dudosa en otras (nadie espera de un controlador aéreo que sea creativo, como no lo espera de un cirujano antes de proceder a una operación a corazón abierto). Negar que la creatividad es algo positivo sería como negarlo de la amabilidad o la simpatía. Lo que hay que esclarecer es si, primero, no estaremos sobrevalorando capacidades que rno pueden desarrollarse sino después de haber conseguido perfeccionar otras con menos cartel, pero tan importantes o más (en algunos casos, mucho más) que la propia creatividad y, segundo, si debe ser este el único objetivo de la escuela...

Un ejemplo paradigmático de la importancia trascendental y apriorística del conocimiento es el del músico de jazz. Un músico de jazz necesita dominar la técnica, el lenguaje y la armonía para ser capaz de improvisar con auténtica creatividad, de forma original y con personalidad, Cualquiera que haya estudiado interpretación musical sabe que se llega, si se llega, a la verdadera creatividad después de mucha repetición, mucho mecanismo, mucho estudio con y sin el instrumento, mucha disciplina, mucha atención, mucha perseverancia y mucha voluntad ('La fe es la barca, pero solo los remos de la voluntad la llevan', dijo el marino cántabro Vital Alsar Ramírez). Es verdad que el planteamiento es menos seductor que el que a menudo se intenta vender (por parte, claro está, de personas que no tienen nada de creativas y mucho de estrafalarias), pero también que es menos engañoso y no generará falsas expectativas ni frustraciones mal digeridas. Se trata de escoger entra la realidad y la fábula, es decir, entre razón y mito, entre ilustración e incultura. Como en todo lo demás" (p61-62).

20 de febrero de 2016

Klemperer y Rosenberg (I)


Este verano, la lectura de la traducción castellana (incompleta) de los Diarios de Viktor Klemperer fue seguida en septiembre por la correspondiente (también incompleta) de los de Alfred Rosenberg. Diarios de víctima y criminal que sugiereron muchas vías de comparación, análisis y reflexión de las que podrían explorarse, aquí y ahora, un par a título de ejemplo: la relevancia de las expectativas socialmente producidas en la evaluación de los textos literarios por un lado (al tiempo más acá y más allá del "horizonte de expectativas" de Jauss) y, por otro, algunos argumentos a tener en cuenta a la hora de trazar hipótesis sobre las causas, el desarrollo y las condiciones de participación de verdugos y víctimas en el intento de exterminio de los judíos europeos por parte de los nazis entre 1933 y 1945 a fin de determinar las responsabilidades morales .

Respecto al primer camino, para un lector que no pueda realizar ninguna "suspensión" fenomenológica y que haya sido mínimamente orientado por la crítica, como buena parte de los destinatarios de la que podría denominarse "alta literatura", no tanto de la "trivial" (aceptemos esta distinción por su utilidad y dentro de unos límites), resulta prácticamente imposible colocar ambos "autores" a la misma altura. De hecho, al nazi casi nadie le consideraría como tal. La condición moral de ambos que el lector recibe como parte fundamental del contexto, dejando de lado si ha sido establecida tan sólo históricamente - de forma contingente - o en términos absolutos, regula la lectura y le otorga un valor literario muy diferente a ambos. Difícilmente nadie se atrevería a otorgárselo a lo escrito por Rosenberg mientras que sí a las palabras de Klemperer. ¿Es posible que, si como decía Northrop Frye, no dispongamos de criterios para distinguir una estructura verbal literaria de una que no lo sea, la calidad literaria se deba por tanto, exclusivamente, a una suerte de determinación socio-histórica?

Una muestra. El 2 de agosto de 1934 es una de las pocas fechas en que coinciden las entradas de ambos. Ese día, el de la muerte del mariscal Hindenburg y cuando las repercusiones del asesinato del presidente austríaco Dollfuss ocupaban el centro de la actualidad política, uno escribe:

"Ya ayer, en la portada de los periódicos: los asesinos de Dollfuss –así no los llamaban, sólo sus nombres– habían muerto «de pie y con valentía», uno había gritado: «Muero por Alemania, ¡Heil Hitler!», y repitió todo el tiempo «¡Heil Hitler!» hasta que lo estrangularon."

Y el otro:
"A todos -incluso a quienes nunca han esperado gran cosa del carácter de los italianos- les ha sorprendido que Italia haya tratado el caso Dollfusss de un modo tan indecente


En una serie tan corta de elementos verbales resulta difícil apreciar cualidades literarias pero si estuviesen atribuídas autorialmente es más que probable que el primer movimiento del lector fuera concedérselas al de Klemperer sobre el de Rosenberg debido a esa mediación del elemento moral presente en constitución de las expectativas.

17 de febrero de 2016

El Prólogo que Paul Cahill ha escrito para "Contra Visconti"


1
 La negación de lo poético es condición de posibilidad de la poesía: La poesía de J. Jorge Sánchez, cuya trayectoria comenzó con Del Tercer Reich (2002), se estableció con Filosofía de la minucia (2008), Bajo la lluvia (2012) y Las vidas de las imágenes (2013), y continúa ahora con Contra Visconti, se sabe diferente de lo que suele denominarse “poesía” y requiere una lectura detenida que pueda reconocer sus logros exo-, extra- y postpoéticos. Leer la poesía de J. Jorge Sánchez nos obliga a ir más allá de nuestra manera tradicional de pensar en la poesía, cómo se produce y qué impacto tiene en su entorno.
Si negar lo poético resulta ser condición de posibilidad de la poesía, ¿en qué consiste la poesía de J. Jorge Sánchez? Los fundamentos de la práctica poética de Sánchez son la filosofía y la ética, que sustentan una visión de la realidad social que enfatiza el papel que juegan el dinero, la violencia y el consumismo. Pero de alguna manera lo más importante es cómo nos habla de estas cosas. “Toda materia es objeto de materia poética”, nos dice un poema de este libro, y “Ninguna forma es sujeto de la forma poética”.
2
Un poema —según la visión de Sánchez— es sobre su tema pero también sobre mucho más. Se basa en la articulación e interrogación de ideas y conceptos bajo la luz de un caso u objeto concreto. Se trata de una poesía esencialmente filosófica y contextual cuyo enfoque se centra en articular y presentar la verdad: una verdad compuesta de nombres y números, hechos e historias, datos y dinero. Estos textos invitan a sus lectores a explorar estas verdades y las historias que cuentan los procesos mediante los cuales los poemas llegaron a ser y decir. Aunque el momento más marcado de reflexión metapoética se ubica en su epílogo (“El velo de Maya y el ocaso de la poesía”), elementos de ésta se encuentran a lo largo del libro, comenzando con la “Petición para un principio y principio para una petición” que abre el libro y continuando con las tres secciones que componen el libro (“Imposturas”, “Transiciones” e “Injertos”).
En vez de ser una mera reflexión sobre el carácter y el propósito de la poesía este libro busca construir otro tipo de poesía. Si la meta aparentemente negativa y destructiva de la poesía según “Falsos haikus” consiste en “[…] cortarle / a la metáfora sus / rampantes alas”, esta meta se logra “Doblegando su / estructura simple y / su cometido, // tergiversando / su logro al introducir / la narración, // incumpliendo / la métrica severa / como el tahúr”. Introducir la narración e incumplir la métrica severa cuestiona los modos de expresión poética tradicionales con el fin de evitar que la poesía y sus metáforas vuelen demasiado alto y pierdan su conexión con la realidad, y así pueda señalar aspectos inquietantes de la realidad que nos rodea que, según Sánchez, deben ser objeto de la poesía.
a
La posición y responsabilidad del artista frente a la realidad social e histórica salta a la vista en el poema que da título al poemario. La dedicatoria de “Contra Visconti” (a Antonio Orihuela) sitúa el texto de Sánchez dentro de una tradición poética que incluye voces como las de Orihuela, Jorge Riechmann y David González. La declaración de principios que abre el poema (“Fue una gran farsa. / Eso fue. Una mentira / imperdonable”) pronto da paso a la clave de la visión de la poesía propuesta en este libro: “Aristócratas: / el auténtico eje de / la película”. Ludwig von Bayern no es el único eje de Ludwig (1972), porque en realidad la película de Visconti presenta “Uno, Luchino, / rodando sobre otro, / Ludwig von Bayern”.
La aristocracia, en este caso, reside en el objeto de la película (Ludwig), en el sujeto que la creó (Luchino Visconti) y en la representación que resulta de este proceso. En vez de ser un mero creador de metáforas el artista y su posición forman parte de la obra y su proceso de creación. Las ideas y los detalles que incorpora—y cómo se representan—sí importan, porque “[…] la / verdad también tiene que / ver con el arte”. Poder reconocer y presentar la verdad requiere una conexión con el tiempo que habita el artista, en vez de ser “Dos desquiciados, / dos descoyuntados de / sus propios tiempos” como lo fueron Ludwig von Bayern y Luchino Visconti.
b
Brett Favre, un tema al parecer poco poético, inspira una exploración más amplia del proceso artístico. El tema de este poema nos revela una verdad inesperada sobre nuestro poeta: su fanatismo por el fútbol americano. Categorías artísticas y analíticas que quizás parecieran fáciles de definir como el tema de un poema dejan de serlo en este texto. El “acontecimiento”, en este caso, es la primera jubilación de Brett Favre en 2008 antes de continuar su carrera con los Jets y los Vikings y jubilarse definitivamente en 2011. El poema entero es sobre el proceso de escribir un poema sobre Brett Favre que al fin termina de una manera provisional, ya que según nos confiesa el sujeto poético, “Pronto lo tendré listo. Estoy en ello”.
Tiene que ser “un poema que hable de él”, de Brett, pero es imposible hablar de Brett Favre sin hablar también de los números. El poema parece proponer una solución a este ejercicio: “un poema sobre Favre, los números y la memoria”, que a fin de cuentas busca ser “un poema auténtico sobre Brett, mi hijo y yo”, un poema basado en la imposibilidad de captar toda la realidad de Brett Favre, ya que el hijo “no le ha conocido en su esplendor”, porque “sólo ha presenciado el ocaso de su carrera: / las intercepciones, el desaliento, / la última caída intentando, inútilmente, placar al defensor / que cortó su pase”. El poema sigue luchando—como lo hiciera Brett tantas veces—a favor de una causa aparentemente perdida.
c
Sea cual sea el tema de un poema, dentro de él reside mucho poder pero también mucho peligro, porque quiéralo o no, la poesía presenta ideas, y lo hace de una manera persuasiva. “Las armas cargadas siempre son peligrosas, sean un Kaláshnikov o un poema, estén cargadas de balas o de futuro” cuenta una historia de lectura e indagación. El guiño a Celaya en este caso interroga dos fundamentos del compromiso político y poético: la utopía y el compromiso. A la imagen utópica de “hombres y mujeres que no soñaron / con la destrucción del mundo, / sino con la construcción del mundo / de las mariposas y los ruiseñores” Sánchez contrapone el hecho de que “las pesadillas están hechas de la misma naturaleza de los sueños”. “Si la razón engendra monstruos / el sueño engendra pesadillas”, nos explica el poema, ya que “esos mundos no son reales / y para que lleguen a serlo hay que embutirse el uniforme / ése / el verde oliva / y el fusil ametrallador”.
Utopía y compromiso se juntan en “un poema de Yevgueni Yevtushenko titulado ‘Tres minutos de verdad’ / que así entre nosotros / me huele desde el título a portadores de sueño verde oliva”. Aunque uno pueda aprovecharse del compromiso de otros sin llegar a comprometerse uno en situaciones parecidas, porque “tres minutos de verdad valen una vida / sobre todo si es la de otro / no la mía”, y “en lugar de tomar radio Moscú / o la televisión soviética / para contar la verdad de la opresión en la extinta URSS”, uno puede viajar y escribir (y no comprometerse). Pero esta experiencia asumida no es la vivida, ni la arriesgada.
3
El proyecto poético de J. Jorge Sánchez abarca y explora textos ya hechos al igual que el proceso de escribir sobre un tema—sea un tema poético o quizá no tan poético—explorando en ambos casos la (im)posibilidad de la poesía, su peligro y su poder. Contra Visconti es un libro sobre la representación y la reflexión, sobre textos y objetos encontrados. Un libro que busca un lector desocupado capaz de reconocer que la poesía se aloja en su afuera, que se nutre de un pensar y decir excéntricos, que está poblada de cosas (im)posibles. Un libro que busca un lector que lea contra Visconti, a favor de la verdad.
Paul Cahill
Pomona College, Claremont, California, EE.UU.

16 de febrero de 2016

Más elementos para la crítica de la mitología de la "Edad de Oro"


Que hay elementos sobrados para pensar que estamos ante una crítica generalizada del paradigma antropológico romántico y su mitología de las pacíficas sociedades primitivas o los bucólicos mundos naturales cooperativos, lo avalaría la frecuencia con la cual están llegando a los medios de comunicación de masas hechos que lo ponen en tela de juicio. Un ejemplo reciente: la constatación del uso "natural" de la violencia entre los chimpancés.

¿Cuáles serán las consecuencias políticas de este cambio de paradigma?

14 de febrero de 2016

"Contra Visconti" en "Proyecto desvelos"


Agustín Calvo Galán, lector atento y benevolente como de costumbre, le ha dedicado unas atinadas  palabras a Contra Visconti en su Blog "Proyecto desvelos". Gracias Agustín.

10 de febrero de 2016

De las "Memorias" de Gorbachov y la "Super Bowl"


Esta Navidad uno ocupó buena parte de su tiempo libre en la lectura de las voluminosas Memorias de Mijail Gorbachov: fue una forma de acercarse al hundimiento de la URSS desde esa perspectiva microhistórica que, aunque no deba suplir la interpretación académica fundamentada en los datos, ni mucho menos la "mejore", a menudo parece ayudar a la formación autónoma de nuestro juicio sobre lo acontecido. Sin embargo, y pese a la importancia del fenómeno, hasta este año no hubo forma de superar la ambivalencia que desde sus inicios me ha producido la figura del último secretario del PCUS: un político razonable y honesto que intentó reformar el sistema soviético desde su interior pero cuyos errores de cálculo provocaron un descalabro en su país y una alteración geopolítica tan radical y de tan largo alcance que quizás no se pueda evitar preguntarse si la violencia de estas transformaciones no hubieran podido atenuarse con más inteligencia política.

Entre los aspectos más destacables que uno retuvo para la evaluación de las causas de la implosión soviética:

- pese a sus intentos por presentar las negociaciones con los Estados Unidos para la reducción del arsenal nuclear como un toma y daca en el que las dos partes partían de una buena voluntad común y cedían en vistas a llegar a un acuerdo, resulta difícil no coincidir con el famoso mariscal Ajroméiev en que la URSS no sólo llevó el peso de las concesiones sino que desmanteló buena parte de su ventaja táctica a cambio de nada debilitando su posición innecesariamente desde la lógica de la guerra fría que no desde la de la mayoría de los ciudadanos como mínimo europeos;

- la opción por el desarme no habría sido sólo un reflejo de un "nuevo pensamiento" sino una necesidad: el estado de la economía soviética era catastrófico debido no sólo al sistema administrativo de mando, a la planificación burocrática estatal sino, sobre todo, al descomunal esfuerzo de la industria de guerra que sólo habría podido sostenerse con una política imperialista de saqueo y expolio de materias primas y productos manufacturados de los países de su órbita como la que realizaba Estados Unidos;

- Gorbachov dejó de ser marxista-leninista y más tarde marxista mucho antes de acceder al cargo de secretario general del PCUS. El testimonio del que sería uno de los líderes de la "primavera de Praga", Zdenek Mlynar, con el que trabó amistad a comienzos de los cincuenta en Moscú, es claro: era crítico con el estalinismo incluso antes de la muerte de Stalin. Parece que su evolución hacia un socialismo "con rostro humano", como el que su amigo preconizaría junto a Dubcek en Checoslovaquia, podría localizarse a mediados de los sesenta. En la década de los setenta se le puede apreciar próximo a la socialdemocracia. Así pues, su política de reformas es probable que no fuera meramente coyuntural sino animada por un empeño radicalmente liquidador del sistema socialista;

- Yeltsin, efectivamente y también desde un punto de vista microhistórico, fue un personaje abyecto incluso para el propio Gorbachov aunque se esfuerce, con éxito, en presentar un juicio sensato y equilibrado sobre él;

- el fallido intento de golpe de estado fue el acta de defunción de un régimen que se había descompuesto, de facto, tras la caída del muro de Berlin.

Habría más que decir sobre el personaje Gorbachov tal y como se autoconstruye en su persuasiva narración pero hay algo que debe ser tomado en consideración: pese al odio que generó, nunca sufrió ningún intento serio de asesinato y eso, en un personaje histórico de su relevancia, dice mucho acerca del respeto que podría o debería merecer.

Y escrito esto, también hay que dejar constancia de que este domingo por la noche vi por primera vez con Marc la Super Bowl. Ya es lo suficientemente mayor como para poder trasnochar viendo el partido. A las tres y media, cuando todavía quedaba el último cuarto por disputarse, cerramos el ordenador con la impresión de que los Broncos acabarían ganando (la mía) o de que los Panthers remontarían (la de Marc). Lo anoto a título testamentario.

8 de febrero de 2016

Escribe Mark Hunyadi

"Cada compra de un objeto técnico equivale al consentimiento tácito a un proyecto que nadie ha propuesto pero que no tenemos ya opción de rechazar, precisamente cuando está condicionando como nunca nuestras existencias. Alimentamos el sistema aunque nadie nos haya preguntado jamás si este era efectivamente el sistema que queríamos, si era efectivamente el modo de vida que deseábamos para nosotros mismos y nuestros hijos. Los modos de vida nos gobiernan y se nos escapan de las manos" (La tiranía de los modos de vida, Trad. de Francisco González Fernández, p21).

6 de febrero de 2016

Autoridad, emancipación y educación



Aunque ya no ocupe el eje central de las retóricas pedagógicas dominantes y su lugar haya sido ocupado por conceptos como "felicidad", "integral", "capacidad", "creatividad" o "valores", la "emancipación", o sus versiones más atenuadas ("libertad" o "autonomía"), se ha incorporado al horizonte dibujado por todas ellas, desde las más complacientes con el orden dado de las cosas hasta las más fervorosamente militantes contra él. No hay hoy día una pedagogía que no sea emancipatoria. Y, sin embargo, muy pocas de estas retóricas comprenden un principio fundamental de cualquier propuesta encaminada a fortalecer la autonomía de los sujetos: la necesidad de tomar en cuenta la autoridad; la inevitabilidad de establecer una relación, compleja evidentemente, con ella; la imposibilidad, en fin, de su negación so pena de "vender humo" y ofrecer una falsa libertad sustentada en una quimérica e irreal ausencia de coerción o en la supresión por decreto del ejercicio de la autoridad que distingue desde hace miles de años a la acción humana. Por decirlo a la manera kantiana: de la misma forma que sin ley no hay libertad posible, sin autoridad no es concebible una autonomía real. A este respecto señalaba Adorno:

"La manera en que uno se convierte —psicológicamente hablando— en un ser autónomo, es decir, emancipado, no pasa simplemente por la rebelión contra todo tipo de autoridad. Una serie de investigaciones empíricas como las llevadas a cabo en los Estados Unidos por mi colega, ya fallecida. Else Frenkel-Brunswik, han probado, en realidad, lo contrario, esto es, que son los llamados niños buenos los que de mayores se convierten en personas autónomas y capaces de ofrecer oposición y resistencia antes y más frecuentemente, que los niños refractarios, que de mayores se reúnen inmediatamente en las mesas de los bares con sus maestros y sueltan los mismos discursos. El proceso —caracterizado por Freud como la evolución normal— es el siguiente: los niños se identifican, por lo general, con una figura paterna, con una autoridad, por tanto, la interiorizan, se apropian de ella, y seguidamente experimentan, en un proceso muy doloroso y del que no se sale sin cicatrices, que el padre, la figura paterna, no corresponde al ideal del yo que aprendieron de él, lo que les lleva a separarse de él y a convertirse así, y sólo así, por esta vía, en personas mayores de edad, o lo que es igual, emancipadas. Con ello lo que en realidad digo es que el proceso en virtud del cual se llega a ser una persona emancipada presupone, como momento genético suyo, el momento de la autoridad. Pero esto no debe ser malentendido, ni debe dar pie, en modo alguno, a abusos; no hay que magnificar este estadio ni menos hay que aferrarse a él, porque quien así procede se ve expuesto no sólo a mutilaciones y deformaciones psicológicas, sino a esos fenómenos de inmadurez y falta de autonomía, en el sentido de una idiocia sintética, que hoy nos vemos obligados a constatar en cada esquina" (Educación para la emancipación, p120-121).

4 de febrero de 2016

Escribe Svetlana Aleksiévich


"¿y quién se acordará de nosotros? Apenas quedarán dos líneas en los libros de historia. Un párrafo a lo sumo... Yo creía, y lo creía muy en serio, que si ese libro caía en las manos de miles de personas todo cambiaría de golpe. Que veríamos alzarse una ola de arrepentimiento, de lágrimas. ¿Y que sucedió en realidad? Pues que todo lo que fue escrito llegó a las librerías y todo lo que se rumió en secreto apareció publicado en la prensa. ¿Sirvió de algo? ¿Sirvió? Ahora todos esos libros se venden a precio de saldo. Los cubre el polvo. Nadie les hace el menor caso ya..." (El fin del "Homo sovieticus", trad. de Jorge Ferrer, p360).

1 de febrero de 2016

"Contra Visconti" en "Caja negra"


Aunque no suene del todo bien, mi hermano Pablo ha acogido Contra Visconti en su Blog. Por cierto, si fuera posible abstraerse de la circunstancia genética, la denominación poesía de la "experiencia cultural" que utiliza Pablo para considerar que los textos que he escrito podrían ser comprendidos bajo este epígrafe aunque lo descarte, me parece soprendentemente adecuada para algunos de ellos. Acredita su pericia como historiador de la literatura y si la categoría no sirve para comprender todo lo que uno ha hecho no sería debido a un exceso de cualidad que quedaría fuera por inabarcable y excesivo sino al defecto, a la falta, a la carencia. Gracias hermano.