30 de mayo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (30/05/2014)


La representación electoral de las europeas no ha aportado demasiado al panorama de nuestras democracias administradas. Sí, puede apuntarse el avance de la ultraderecha en buena parte de Europa pero esto ni es nuevo, hace ya años que se está produciendo, ni es mucho más que epidérmico: la "revolución negra" no precisa de ningún resultado electoral espectacular para imponerse. Su expansión no se traduce automáticamente en resultados electorales y depende de la correlación de fuerzas entre las distintas clases o, peor, de los propósitos a corto y medio plazo de las élites dominantes si la desventaja de los dominados es evidente y manifiesta. Pongamos por caso que se precise una reestructuración radical de la producción porque la tasa de beneficio se está reduciendo a pasos agigantados: la opción totalitaria "negra" puede ser una buena manera de acelerarla a un menor coste. Parece claro que el peak oil, la crisis del crecimiento o algunas de las consecuencias del "cambio climático" pueden conducir más pronto que tarde a un escenario semejante pero, en cualquier caso, esta opción no dependerá de su auge en comicios del tipo que sean.

Por lo que hace al estado español, tal vez convendría no hacer una lectura demasiado precipitada: proclamar el fin del bipartidismo puede ser algo prematuro. Las elecciones europeas parecen tener una dinámica propia que no acostumbra a extrapolarse fácilmente a las generales aunque puedan marcar tendencias o puntos de inflexión. Con todo, para El País y El Mundo ése era el titular la noche electoral en sus ediciones digitales. El primero titulaba "Fuerte castigo a PP y PSOE" mientras que el segundo aseveraba "El bipartidismo se desmorona". La Vanguardia, que hace tiempo que parece haber frenado su apuesta secesionista, optaba por un frío pero bastante objetivo "El PP gana pálidamente, el PSOE capota y Esquerra encabeza Catalunya". Y luego, los demás - que parecen haber abandonado cualquier tentación informativa en detrimento de la puramente formativa - a lo suyo. La Razón titulaba "Rajoy gana tiempo para gestionar las autonómicas y municipales de 2015"; el diario secesionista Ara lo hacía con un "Missatge a Brussel·les: 'We want to vote'"; y el entrañable Vicent Partal ofrecía en su Vilaweb un emocionado "El sobiranisme, embalat cap al 9-N" ("El soberanismo, embalado hacie el 9-N"). Con todo, esta vez mi querido Partal se ha quedado corto ante el editorial del tabloide Libertad digital ante el que uno fue a parar más por el azar y Google que por otra cosa. Reproduzco un fragmento: "Las urnas han arrasado con los pronósticos y provocado una auténtica convulsión en el panorama político nacional: a la espectacular sangría electoral de los dos grandes partidos se une la impresionante emergencia de la extrema izquierda y del nacionalismo radical y filoterrorista. El escenario, ciertamente, es de pesadilla."

Ya dejando de lado su fina asociación entre ERC y el filoterrorismo, convendría no dejarse llevar por la histeria. Si uno está tan preocupado por esa "extrema izquierda" que sería Podemos y por el avance de los nacionalistas filoterroristas debería detenerse un momento a examinar el asunto. Por un lado, calificar al conglomerado de Pablo Iglesias de "extrema izquierda" es una preocupante muestra de indigencia intelectual. Que su populismo demagógico presuma de antisistémico no significa que lo sea en absoluto: su programa no comporta ninguna propuesta de ruptura con el modo de producción y distribución dominante; no es el programa del partido bolchevique, precisamente. Respecto al avance de los filoterroristas pues hombre... Veamos.

En las autonómicas del 2012 los partidos independentistas (CiU, ERC, i CUP) obtuvieron, en porcentaje, un 30,70% + 13,70% + 3,47% respectivamente: un total de un 47,87%. Los partidos  partidarios de celebrar la consulta pero que no son secesionistas (ICV) añadieron un 9,89%.

Total:
Los abiertamente secesionistas obtuvieron un 47,87%.
Los partidarios de la celebración de una consulta un 57,76%.

Por su lado, los partidos contrarios a la celebración de la consulta (PP, C's y UPyD) obtuvieron un 12,97% + 7,56% + 0,40% respectivamente: un total de un 22,39%. Los partidarios de mantener la unión con España pero que no se oponen a una consulta legal (PSC) añadieron un 14,43%.

Total:
Unionistas: 36,82%.

En las elecciones europeas:
Los secesionistas (ERC i CiU) obtienen, respectivamente, un 23,67% + 21,86%: un total de un 45,53%.

Los partidarios de celebrar la consulta (añádanse ICV y, con algunas cautelas, Podemos) obtendrían un 60,49%.

Total:
Los abiertamente secesionistas han obtenido un 45,53%.
Los partidarios de la celebración de una consulta un 60,49%.

Por su parte, los partidos unionistas (PSC, PP, C's y UPyD) obtienen, respectivamente, 14,28% + 9,80% + 6,28% + 1,29%: un total de un 31,65%.

Total:
Unionistas: 31,65%.

Como puede observarse, las variaciones respecto a las autonómicas del 2012 no son demaasiado significativas. El único dato relevante es el sorpasso de ERC a CiU que todavía ha de verse qué consecuencias implicará a medio plazo pues a corto plazo no habrá, probablemente, demasiados cambios.

Así pues, a los histéricos españolistas de Libertad Digital cabría recomendarles que lean con cautela, poco a poco y que tomen tila. No ha habido ningún cataclismo digno de tal nombre en la pieza teatral de las elecciones al Parlamento europeo que se ha representado esta semana pasada.

29 de mayo de 2014

"Otro" viaje a Italia (XI): la plaza buscada


22 de julio de 2012. Primera parte.

Día que uno podría decir, al modo literario, reservado a "lo que acontezca", a la caza de lugares bellos, interesantes o curiosos y, si nos ponemos pretenciosos, a empaparnos de Firenze o, peor, a penetrar en su vida interior como si no fuéramos turistas sino viajeros. En realidad, el propósito inicial de uno era encontrar la piazza de la película A room with a view en la que tiene lugar la sangrienta pelea que provoca el desmayo de la protagonista y que uno había buscado infructuosamente por las cercanías del Duomo los días anteriores. Al no proveernos de una Guía, algo que incluso Goethe había hecho en su momento y que todo turista y/o viajero acostumbra a hacer alguna que otra vez, nuestras búsquedas habían sido en vano.

Pasamos primero por la Galleria della Accademia donde tenemos cita al día siguiente con el David de Miguel Ángel. En la estrecha calle donde está situada la entrada de la Academia una larga cola de turistas espera y da la vuelta a la manzana. Tras cerciorarnos de que, efectivamente, la posesión del tiquet adquirido online permitirá evitar la larga y calurosa espera y sustituirla por otra más breve aunque igualmente apretada y agobiante mañana, caminamos por los alrededores y, antes de comprar la Guía como habíamos decidido al salir del apartamento, descubrimos casualmente la piazza buscada: uno de esos extraños golpes de suerte que no nos suelen acompañar cuando estás en el extranjero.

La Piazza della Santissima Annunziata es una plaza hermosa que no está demasiado frecuentada esta mañana. Nos sentamos en las escaleras de uno de los lados y obervamos la fachada del orfanato u hospicio que ocupa totalmente el otro y tratamos de reconstruir como podemos la escena de la película: nuestras memorias no guardan una imagen que se corresponda exactamente con lo que estamos viendo. La basílica que da nombre a la plaza está cerrada pero aunque no lo estuviera probablemente no la visitaríamos. Embelesados, con un helado para combatir el calor y la recreación de la atmósfera de la Florencia recreada cinematográficamente en nuestra mente por James Ivory, tenemos suficiente.

27 de mayo de 2014

Una de fobias y filias


Las elecciones en nuestras sociedades son, en cierta medida, una representación, un teatro. Nuesttras democracias probablemente sean más bien regímenes administrados en las cuales el contenido de la idea democrática ha sido subsumido por su forma como resultado de la inadecuación entre el principio igualitario que subyace a la estructuración ilustrada del principio y la desigualdad inherente al mercado orientado al beneficio del capital. Mas este teatro no es un puro ornamento: tiene efectos que van desde pequeñas - por la escala -, pero importantes, alteraciones en los hábitos de vida de muchos ciudadanos hasta simples, o complejas, satisfacciones o frustraciones catárticas individuales.

En este plano es donde las elecciones europeas más le han afectado, de momento, a uno. Específicamente en ese ámbito tan íntimo y propio de las fobias y las filias. Quede constancia de que ambas no deberían tomarse a la ligera y descalificarse, ocultarse o disimularse como excrecencias del pensamiento o la afectividad. Las fobias y las filias de uno, y probablemente de todos, no son únicamente fijaciones irracionales. Las hay que obedecen a acciones de los objetos de nuestros odios o deseos que nos han alcanzado y sacudido más o menos profundamente y que, por tanto, pueden tener un fundamento racional o razonable. Y, finalmente, las hay que son el resultado de la combinación de ambos factores. Y todas ellas, en determinados contextos, juegan un papel de priemr orden en nuestras acciones. Dicho esto, al ajo.

Dos de las fobias más pertinaces de uno han corrido distinta suerte gracias a la función que ha tenido lugar estos días. Y una nueva acaba de brotar como una tierna florecilla silvestre, lo cual siempre es un síntoma positivo: seguimos en el mundo. Las dos primeras pertenecen al grupo de las que poseen un fundamento racional pero la tercera tiene un inequívoco carácter emocional aunque, si se rastrea un poco, podría emerger una justificación razonable para expliucar su génesis.

Por un lado, por fin, Alfredo Pérez Rubalcaba "abandona el escenario": ya era hora. Eso sí, ha terminado de hundir al Partido Socialista que ya precipitó en el abismo el inteligentísimo y brillante José Luis Rodríguez Zapatero. Bien merecido lo tienen aquellos que fiaron su suerte a semejante pareja. Una cierta justicia poética se ha impuesto: el individuo en cuestión no llegará nunca a ser presidente del Gobierno español, que no es nada que a uno le produzca especial interés, pero como a él sí, pues está bien lo que bien ha acabado. Le debe uno esa LOGSE que comenzó a demoler la enseñanza pública de este país y preparó el terreno para su despiece y venta posteriores. Adiós y hasta nunca.

Por otro, al lado de esta estupenda noticia, otra malísima: Ernest Maragall, el peor conseller d'Ensenyament que uno ha padecido, ha logrado un acta de eurodiputado y gozado de unos días de gloria que no se debería haber merecido llevando el espantajo del Cid encarnado en su hermano a cualquier acto que cree conveniente. ¿Será capaz de llevarlo al Parlamento europeo a defender las tesis secesionistas? Cada día parece capaz de mayores vilezas así que no cabe descartarlo. El problema estará cuando ERC gobierne por estos pagos, lo cual no tardará mucho en ocurrir: Terricabras o él como consellers d'Educació... La perspectiva es estremecedora, ética y estéticamente, en cualquiera de los dos casos. Sólo puede uno oponer que no será gracias a mi voto, pese a que juzgue a Oriol Junqueras un excelente dirigente, que este desastre acontecerá.

El apunte final. Una nueva fobia ha emergido con fuerza: Pablo Iglesias "el joven" y su Podemos. Teme uno que tiempo habrá para dedicarse a cultivarla. Demagogia y populismo de izquierda: la peor combinación posible. El fundamento racional: uno cree que reemplazar la izquierda de raíz marxista, el liberalismo o el anarquismo, como discurso transofrmador que sirva a la Causa General de la emancipación por un socialismo evangelizador que se inspira más en la doctrina social de la Iglesia pasada por el mayo del 68 y los medios de comunicación que en El Capital, Popper o Chomsky, es una mala opción. Horrible de hecho. Para vocaciones sacerdotales las de siempre. Para misiones, las del Africa subsahariana y sin niños cerca...

26 de mayo de 2014

Escribe Edmond Jabès


"Aquel que acepta el diálogo deja de ser un enemigo.
La posibilidad de todo diálogo se encuentra en el diálogo mismo.
No lo perdamos de vista.
Nuestra responsabilidad nos lo impone."

(El libro de la hospitalidad, trad. de Sarah Martin, p45).

24 de mayo de 2014

La ilusión de la absoluta novedad


Con ocasión de la lectura de la "Correspondencia" que mantuvieron Hermann Hesse y Thomas Mann, en la revista digital Catalunya Vanguardista:

"No es fácil esclarecer si los principios que parecen regular nuestra comprensión tienen un origen biológico o social, si se generan en la interacción entre ambos o son construcciones culturales históricamente contingentes. El debate filosófico, pues la pregunta pertenece a este orden, está abierto y no tiene visos de encaminarse a su cierre. No obstante, algunos aspectos de la discusión gozan de un cierto consenso.

Por ejemplo, que el par identidad / diferencia y la serie de oposiciones a él vinculadas han ordenado el panorama conceptual en nuestras sociedades durante siglos o que en función de qué miembro del par domina la caracterización de un determinado hecho o fenómeno se pueden clasificar y periodizar acontecimientos y series temporales..."

El artículo completo aquí.

23 de mayo de 2014

Alberto Royo da cobijo a "Las vidas de las imágenes"



Sin mediar más que el azar y unas gotas de esa extraña y escasa "armonía prestablecida" leibniziana que a veces irrumpe en nuestras vidas, Alberto Royo ha dedicado unas palabras a Las vidas de las imágenes. Gracias Alberto.

22 de mayo de 2014

Un poema de Jenaro Talens


"Todo parece tan sencillo que incluso olvido la retórica.
Puedo decir abiertamente: 'Estoy
oyendo el tableteo de la lluvia, la imagen de aquel río,
ella duerme tranquila, sin que le abrume el sol de la mañana'.
Digo las cosas como son: son cosas,
y hasta parecen tan felices sin saber que las miro,
(por eso me permito un poco de sinceridad),
que las metáforas que cuidadosamente he ido acumulando
suenan en mis oídos como enjambres de insectos. Esta mañana de domingo
del mes de abril, mientras la nieve cubre las ramas de los árboles,
no necesito convencerme de que añoro el olor
de las playas, el aire donde ya crece el azahar, ni
ese cuerpo tan mío (¿por qué habré dicho siempre
de su cuerpo que es mío?). Hoy, tres meses después de
mi treinta y siete aniversario, he decidido al fin
que escribir mis poemas no es conversar con nadie
- para quéconstruir sílaba sobre sílaba otro nombre que no
existe- y a cierta edad, supongo, uno debe tomar
decisiones. Tal vez sea un poco tarde, pero hoy parece que acabó el invierno
y la luz incipiente del amanecer es mi mejor poema.
Déjame que te ofrezca su seguridad.
El sueño es dulce cuando estás dormida."

("Ideas acerca de la confusión en Cherokee Avenue", V. Tabula rasa/El sueño del origen y la muerte)

21 de mayo de 2014

Paciencia y tesón


Admira uno el trabajo de Alberto Royo. Ya quedó dicho por aquí que, ante su despliegue de eficacia argumentativa y lo ameno y claro de sus razonamientos, prefería remitirme a sus reflexiones en torno al "problema de la educación" en lugar de presentarlas personalmente: cuando alguien expone mejor que uno algo, con lo que además coincide, es preferible dejarle paso. Con todo, ya no es sólo que uno alabe la pertinencia de sus observaciones sino que no deja de asombrarse ante la paciencia y el tesón con los que no ceja en su empeño de oponer el sentido común a la palabrería hueca y mistificadora de los "opinadores" progresistas y neoliberales sobre el asunto. Y más cuando llega un momento en que la jerga teórica mal digerida y peor comprendida que utilizan hastía de tal forma que muchos dimitmos, acabamos por enviarlos a salvo sea el lugar y hacer como si no existieran cuando existen y perseveran en su nociva tarea.

Deja uno aquí esta reflexión recogida de su enésimo intento de rebatir a ese numeroso grupo de incansables aprendices de brujo:


"Lo primero que debo aclarar es que no me 'molesta' que se opine sobre educación. Lo que sí me molesta es que se pontifique desde el desconocimiento y que, además, se pretenda ejercer el papel de 'experto' atendiendo a circunstancias tan eventuales como la triple condición de 'ciudadano, padre y ex-alumno', algo así como la Santísima Trinidad de la expertología, que en absoluto capacita para aconsejar sobre cuestiones tan sustanciales como la enseñanza. Porque, según esta misma argumentación, un melómano podría ser experto en ópera o un aficionado al ciclismo explicar lo que hay que hacer para ganar el Tour de Francia. ¿Se imagina alguien a un experto en medicina cuya única vinculación con la profesión fuera ser 'ciudadano, padre de un paciente y ex-paciente'? Por otra parte, nadie le niega nadie el derecho a opinar (menos aún el derecho a pensar, como se lamenta Uztarroz en el título del último escrito), pero estos derechos son extensivos a todos, principalmente a los profesores en tanto que auténticos expertos en la materia y, en opinión de quien esto escribe, sus opiniones no solo no aportan nada sino que son perniciosas por la repercusión que puedan tener en quienes prefieren los consejos de cualquier desinformado antes que los de aquel que puede aportar una visión real de la situación"

Su comentario completo, aquí.


20 de mayo de 2014

Escribe Norberto Fuentes


"Gracias a que derrotamos a la contrarrevolución y a la brigada de la CIA en Playa Girón, y todo cualquier otro portador de una idea o proyecto de restauración republicana, pudimos luego invadir África, o desplegar tanques en las alturas del Golán, y cambiar para siempre el escenario de las montañas y de las ciudadelas de la política latinoamericana, y lo hicimos con los mismos croupiers de los casinos y los mismos macheteros y los mismos jefes de tuirno de las plantas de procesamiento de níquel cobalto, sólo que a ese personal no se le dio tiempo de llegar a las manos de la mafia o de la Frederick Snare Corporation o caer en los cañaverales y los hicimos artilleros o conductores de tanques T-62 y pilotos de cazabombarderos Mig-23 y asesinos profesionales dispuestos a volar la cabeza de cualquiera que el Alto Mando señalara" (Dulces guerreros cubanos, p155).

18 de mayo de 2014

"Otro" viaje a Italia (X): la ilusión de la comunidad




21 de julio de 2012.

Como si la aguda percepción de la "distancia histórica" que presidió las impresiones de la jornada anterior resultara en exceso incómoda, la visita al Palazzo Pitti y a su museo, la Galleria Palatina, me parece dominada, en su inicio, por la búsqueda de aquellos elementos estéticos susceptibles de salvarla y aproximarnos a aquellos atributos que parezcan susceptibles de ser tomados como "universales".

Sin embargo, la "comunidad estética" pronto se muestra en su aspecto más ilusorio: escaleras majestuosas, techos de lujoso artesonado y mobiliario suntuoso desvanecen con rapidez la idea de una universalidad latente en la experiencia de la belleza que uniría a todos los seres humanos. Más bien se abre camino con crudeza la aprehensión de la estrecha relación entre arte y lucha de clases o, si se prefiere, entre arte y dominación. La magnificencia del Palazzo conduce pronto hacia su correlato: la miseria en la que vivían la mayor parte de los habitantes de la ciudad de Florencia en el siglo XIX, por ejemplo, que es cuando el techo más impresionante, el del atrio dello scalone del moro, fue reproyectado y concluido.

En la galería de las estatuas, las de Caracalla, Marco Aurelio o Antonino Pio nos dan una oportunidad para abstraernos y tratar de tender esos puentes que se supone enlazan la República de las Artes y las Letras con las repúblicas mundanas y poco a poco sucumbe vuelve uno a ceder al espejismo de su existencia y se aleja de la perversa contingencia de la opresión, el crimen y la explotación.

En pintura, nuevos descubrimientos. El Concerto de Tiziano; dos curiosos y poco conocidos paisajes de Rubens (El regreso de los campesinos del campo y Ulises en la isla de los feocios); la intensa cromaticidad del San Pietro in lacrime de Reni aunque su San Giuseppe resulte difícil de apreciar por una deficiente iluminación; Las tres edades del hombre de Giorgione; la elegancia y el magnetismo del Ritratto di Agnolo Doni de Rafael así como de su Madonna della seggiola; la luz de la Firma del tratado de Bruzzolo del decimonónico Bellucci y, por supuesto, los retratos de Sustermans (de quien desconocía todo). También resultó interesante ver la muestra de pintura italiana de los siglos XIX y XX: Fattori, Focardi, Achille d'Orsi, Panerai o Nomellini.

Un rápido tentempié tras ver centenares de cuadros y, en el cénit del día, con un calor asfixiante, un paseo por los famosos, y resecos, jardines Boboli que a Goethe le parecieron, en su tiempo, "deliciosos". En el ascenso, fragmentos de vista de la ciudad con la cúpula del Duomo recortándose, majestuosa, contra el horizonte y una bella avenida de cipreses que, en primavera, debe ser gozosa pero que a más de treinta y cinco grados a la sombra hay que recorrer con la justa celeridad para no sufrir una lipotimia. La temperatura y la fatiga nos impiden disfrutar de los jardines como hubiéramos deseado.

Exhaustos, a la vuelta dedicamos el atardecer a comprar vinos en una especie de Vinateca próxima: un Chianti, y un Puglia, suceden a los Nero d'Avola y Barbera d'Asti de los primeros días. Todos ellos, especialmente el Puglia, resultarán fantásticos aunque más caros que sus homólogos españoles. De camino a casa, en un quiosco, una portada de la edición internacional de El País alerta de que la prima de riesgo está en 580 puntos y de que decenas de manifestaciones salpican España. Preocupados y convencidos de que España será intervenida y de que las posibilidades de una revuelta social "a la griega" son enormes, recurrimos a la música clásica y al comentario de los cuadros vistos durante el día para huir del negro panorama que se dibuja: las típicas "serpientes de verano" periodísticas no pueden disimular el hecho de que la situación económica y social tiene ribetes catastróficos y nos sentimos sin fuerzas para abordarlo en toda su crudeza.

17 de mayo de 2014

Escribe John Clare


"words are poor receipts for what time hath stole away,
The ancient pulpit trees and the play".

("las palabras son recibos pobres para lo que el tiempo ha robado:
los viejos árboles con huecos como púlpitos, y el juego").

("Remembrances", trad. de Eduardo Sánchez Fernández)

15 de mayo de 2014

"Otro" viaje a Italia (IX): Distancia histórica


20 de julio de 2012.

Por la mañana paseo y visita dirigida exclusivamente al Ponte Vecchio y los alrededores del Arno en ambas orillas sin bajar a las improvisadas "playas" casi todas propiedad de clubes privados. Pese a que bajamos relativamente temprano el puente rebosa de turistas hasta el punto de que cabe dudar de si podrá aguantar tanto peso en continuo tránsito y tantas joyerías atiborradas de oro labrado.

Buscando un restaurante nos encontramos con uno chino a escasos cien metros del Duomo que nos produce una impresión ambigua: los efectos estéticos de la globalización no son, en general, demasiado agradables.

A primer ahora de la tarde la hermosa Basilica de la Santa Croce con su arquitectura gótica y su blanca fachada que produce una ilusión de serenidad cuando el sol comienza a retirarse vista desde la Piazza ante la que se alza. Anota uno que la iglesia franciscana fue designada como "Basílica" por Pio XI y Mussolini y que así consta en el templo todavía. La visita se prolonga porque además de las obras de arte, atesora una gran cantidad de tumbas de personajes célebres en la historia de la península itálica hasta el punto que también se la conoce como "Panteón de los artistas". Entre los enterrados que encuentra uno, Michelangelo, Galileo y Macchiavelli (que resulta curioso considerar como "artista"). Entre los objetos artísticos destacados, uno que nos retrotrae hasta nuestra adolescencia: la Crucifixión de Cimabue, pintado a finales del s. XIII y que, recordamos, estudiamos en Historia del Arte del Curso de Orientación Universitaria como una de las primeras obras renacentistas del considerado maestro de Giotto, aunque ahora, ante nuestros ojos, los restos conservados parecen más espléndidamente deudores del arte bizantino que precursores del renacimiento; y otro prodigioso: la capilla Pazzi de Brunelleschi que produce una impresión de armonía, de sobriedad a la que quizás no sea ajeno el hecho de que, al parecer, utilizó la proporción áurea en el diseño de la planta y la fachada.

Entre ambas, nos impresionaron otra Crucifixión, esta vez de Donatello y los altares de Vasari. En cambio, la enorme estatua de Dante (inaugurada en 1865) que preside el lateral izquierdo de la fachada nos dejó más bien fríos.


Por la noche, en el apartamento, la lectura de Gracián ahonda la sensación de "distancia histórica" que Cimabue había erigido. No sólo por los ideologemas utilizados o por el castellano antiguo sino, especialmente, por los elementos formales del repertorio de los que se sirve (profusión de ejemplos, escasez de descripciones...) que dificultan la asimilación de la obra a las tipologías de género que acostumbramos a usar. Por unas horas uno tiene la impresión de estar a la vez más allá y más acá de su propio tiempo...

14 de mayo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (14/05/2014)


V., un amigo furibundamente españolista, que no unionista, me envía un enlace con la entrevista que la periodista del régimen Mònica Terribas realizó en febrero a Josep Borrell, el antiguo dirigente del PSOE, a cuenta de los dos artículos que publicó en El País en los que al parecer (habla uno de oídas) ponía en solfa el famoso déficit fiscal argüido por los secesionistas casi como un mantra. V. cree que no existe tal déficit y que Borrell así lo demuestra. Después de ver la entrevista no estoy seguro que se pueda ser tan categórico y mucho menos que Borrell siquiera lo pretenda. Eso sí, lo más interesante para uno es constatar, una vez más, como ya se ha certificado hasta la saciedad a propósito de la prensa ultramontana madrileña, la falta de objetividad y neutralidad de los periodistas "nacionales" que, en el caso de la señora Terribas, una de las piezas clave en la adquisición de la hegemonía mediática del secesionismo, llega a resultar difícilmente tolerable porque a su partidismo se agrega un desconocimiento y una ignorancia difícilmente perdonables en quien se erige en promotor de opinión y portavoz. Todavía no es Hermann Tertsch pero está más cerca de Sáenz de Buruaga o de Jiménez Losantos que lo que muchos piensan por estos lares. No es extraño el menosprecio que por periodistas y medios de comunicación sienten tantos en este país (hablo de Catalunya y de España). A duras penas se salvan algunos columnistas independientes.

El fragmento de la entrevista (del cual, por cierto, pueden obviarse las escoradas valoraciones no sólo de mi amigo sino también de quien ha confeccionado el vídeo):



Uno de esos pocos que se salva es Manuel Vicent quien el otro día, a propósito de la furibunda "cacería" que se ha desatado en las "redes sociales" contra Raimon, tan dura que hasta destacados representantes del mundo secesionista como Muriel Casals, de Òmnium Cultural, han debido salir a defender, tibiamente eso sí, su derecho a discrepar, señalaba acertadamente en El País:

"En unas recientes declaraciones Raimon ha tratado de matizar su postura frente a este proceso; se ha declarado no independentista; ha analizado los argumentos a favor y en contra, no por nada, más bien porque le gustaría probar primero cómo está de sal esa cazuela de pasiones que hierve ahora. Ha sido suficiente esta duda metódica, propia de un intelectual comprometido consigo mismo, de un artista más allá de la política rudimentaria, para que los talibanes de la independencia, en plena berrea de celo, se hayan abatido sobre él bajo el amparo del anonimato de las redes sociales para ensuciar una trayectoria intachable. Debe quedar claro que antes de llegar a la política, primero se requiere una integridad moral, después una libertad intelectual, luego una rebeldía social. Finalmente, se podrá alcanzar o no la independencia, pero esta no se librará de la miseria si está asentada en el fanatismo."

Pero escasean estas figuras en los creadores de opinión. Por ejemplo. En España parece haberse hecho el silencio más absoluto acerca de la sorprendente coincidencia en el relevo de los directores de los tres rotativos más vendidos en el Estado: con unas cuantas semanas de diferencia dimitieron, fueron cesados o cesaron, los directores de El Mundo, La Vanguardia y El País. Poco ha leído uno  respecto a semejante coincidencia...

Y por aquí, pues ¡qué decir!. Apenas se han hecho eco de la condena de 2 años de inhabilitación al ex-magistrado del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, Joaquin Ortiz por un delito de negociaciones y actividades prohibidas a funcionarios" y continua la omertà más absoluta en torno al "caso Cafèambllet" en la mayoría de los medios, especialmente en los dominantes en el ámbito secesionista: parece que tan sólo El País y El Periódico se hacían eco de la anulación de la condena que se les impuso por denunciar el expolio de la sanidad pública por parte de la Administración gobernante y la corrupción imperante en el sistema de gestión implantado.

¿Cómo va a haber un debate sereno sobre ventajas e inconvenientes de la secesión para los ciudadanos catalanes cuando las élites periodísticas han pasado de la objetiva alianza con quienes ejercen el poder en nuestras sociedades a la subjetiva y se han trocado en simples voceros irracionales de los lemas de los grupos dominantes?

13 de mayo de 2014

"¿El libro más largo de la historia?"


La colaboración que se publicó hace un par de semanas en la revista Catalunya vanguardista con el título "¿El libro más largo de la historia?" a propósito de la lectura de El secreto de Joe Gould de Joseph Mitchell:

"Este próximo septiembre se cumplirán cincuenta años de la publicación, en el semanario The New Yorker, del artículo de Joseph Mitchell 'Joe Gould’s Secret', continuación y conclusión del que publicara veintidós años antes en la misma revista bajo el título 'Professor Sea Gull', ambos en la famosa sección 'Profiles' y consideradas dos piezas magistrales del periodismo norteamericano del siglo XX.

En el verano de 1942, Mitchell, que ya había escrito alguno de esos 'Perfiles' cuya nómina ha incluido desde Hitler hasta Brando o Hemingway bajo la pluma de escritores como Truman Capote, Ian Frazier o Lillian Ross, decidió dedicar uno al vagabundo Joe Gould, un habitual del Village neoyorquino al cual vio por vez primera diez años antes en un restaurante griego cercano a los juzgados que cubría por aquel entonces como reportero de sucesos. El propietario, que caritativamente le daba de comer, como a otros bohemios del barrio que padecían con intensidad la aguda crisis económica, le explicó al entonces joven corresponsal que aquel cochambroso bohemio de largos cabellos y barba enmarañada 'supuestamente está escribiendo el libro más largo de la historia'. Aunque aquel dato le llamó la atención, no sería hasta varios años más tarde, cuando consiguió un puesto en The New Yorker y comenzó a encontrárselo a menudo, que fue creciendo en él la curiosidad hacia aquel individuo y la 'obra' que al parecer escribía y en la que se cimentaba su fama.

Tras el visto bueno de la dirección, Mitchell se puso manos a la obra. No le costó demasiado concertar una entrevista. Gould se mostró interesado y dispuesto a colaborar y le relató, a grandes trazos, su historia. Había nacido en Norwood, Nueva Inglaterra, en el seno de una familia acomodada. Su padre y su abuelo eran médicos pero él se había graduado en Literatura en Harvard rompiendo la tradición. Durante varios años viajó y participó en diversos proyectos y empeños hasta que, ya en Nueva York, trabajando para un periódico, un día concibió la idea de una obra que recogiera el auténtico fundamento de la Historia: la historia de la gente corriente. Sus preocupaciones, anhelos, conflictos, tal y como se expresan en las discusiones, charlas  y conversaciones debían ser registradas para componer una Historia oral de nuestro tiempo que constituyera el suelo sobre el que se levantara cualquier 'otra' Historia. Media hora después de aquella revelación dejó su trabajo y resolvió no aceptar ningún otro empleo estable para poder consagrarse a la tarea. Desde aquel momento vivió de la ayuda de sus amigos y de la caridad y vagabundeó, con ropa prestada y acompañado siempre por una maleta en la que guardaba las anotaciones de las que se debía nutrir la Historia oral… que consignaba en pequeños cuadernos escolares de redacción. Según sus propias palabras, poetas de la talla de Ezra Pound o E.E. Cummings se habían interesado por su empresa y el primero llegó incluso a publicar un fragmento de la obra en la revista Exile, que dirigía. Otros tres aparecieron también en otras revistas. El último en 1931. Desde entonces no había publicado ninguno más aunque Mitchell averiguó, posteriormente,  que no faltaron ocasionales referencias en la prensa a la magna obra en los años siguientes. Así, en 1934, en el Herald Tribune, Gould informaba que su longitud superaba los 7 millones de palabras y tres años más tarde, en el mismo rotativo, aseguraba que se acercaba a los 9 millones.

Mitchell extrajo la convicción de que la Historia oral… constituía 'la razón de la vida' de aquel singular habitante del Village y le pidió que le dejara consultar la obra para poder escribir el Perfil. Gould le dejó dos cuadernos junto a los ejemplares de sus publicaciones pero el periodista no pudo formarse una impresión cabal: se trataba de escritos que poco parecían tener que ver con el propósito original. Uno versaba sobre el fallecimiento de su padre y el otro era una parodia sobre la relación entre el consumo de tomates y los accidentes ferroviarios. Tampoco los textos de las revistas guardaban demasiada relación con ninguna observación de lo dicho por la gente de la calle. El periodista insistió en echarle un vistazo al conjunto de la obra pero Gould respondió con evasivas y dilaciones. Sólo ante la Sólo ante la amenaza de abandonar el retrato le explicó que el grueso estaba guardado en lugar seguroamenaza de abandonar el retrato le explicó que el grueso estaba guardado en lugar seguro. No obstante, algunas partes estaban depositadas transitoriamente en diversos lugares de la ciudad. Siguiendo sus indicaciones, Mitchell halló cinco cuadernos en casa de un amigo de Gould mas todos ellos, pese a contener en el título la frase 'Un capítulo de la Historia oral de Joe Gould', seguían sin corresponder a lo prometido. Gould le aclaró poco después que había tenido la mala suerte de dar sólo con los capítulos ensayísticos y ninguno de los orales. Todo lo que pudo obtener Mitchell en el curso de sus sucesivos diálogos fue que le recitara, de memoria, algunos de estos. Dado que el tiempo se le echaba encima, optó por concluir su trabajo sin haber accedido al misterioso texto: se conformó con lo leído y escuchado.

En el número del 12 diciembre de 1942 de The New Yorker salió a la calle el artículo con el título final de 'Professor Sea Gull' ('El profesor gaviota': no en vano Gould se jactaba de dominar el idioma de las gaviotas y traducir poemas al 'gavioto'). La fama de Gould se multiplicó con el trabajo de Mitchell y su relación se intensificó: el primero se presentaba con regularidad en la oficina del segundo en busca de un oyente y, a la vez, contribuyente, aunque su renacido prestigio le proveyera de más dinero y ofertas de alojamiento que nunca. Con el paso de los meses, la paciencia de Mitchell se fue agotando y antes de que llegara al límite intentó ayudarle a publicar la Historia oral… como modo de sustraerse de su presión. Varios editores se mostraron interesados en publicar fragmentos representativos aun sin haber leído ni un párrafo, dada la reputación que atesoraba. Gould, sin embargo, aduciendo motivos dispares, rechazó todas y cada una de las ofertas. Estas negativas acabaron por distanciarles hasta el punto que dejaron de verse. Cuando Gould falleció, en 1957, el texto continuaba inédito.

Siete años después, en los números del 19 y 26 de septiembre de 1964 del magazine, Mitchell explicó la verdadera causa. Una auténtica leyenda había crecido entretanto alrededor de la obra. Incluso se llegó a crear una comisión que organizó búsquedas entre sus amigos y conocidos sin hallar el menor rastro del montón de cuadernos que debía contenerla. Mitchell deshizo el misterio: nunca existió. Gould llenaba sus cuadernos infantiles con continuas reescrituras de textos sobre la muerte de su padre, la muerte de su madre, la adicción al tomate, sus experiencias con los indios de Dakota del Norte y puede que algún otro asunto pero, en rigor, jamás escribió ni una línea de la Historia oral de nuestro tiempo.

¿Y si lo hubiera hecho? No es descabellado suponer que habría sido publicada, parcialmente al menos: las expectativas creadas, las figuras de prestigio del 'campo literario' que habían manifestado su interés, la publicidad que le había procurado el artículo de Mitchell… No hubiera sido en absoluto extraño. Y con ello podría haberse mostrado, que no demostrado, que en el proceso de la comunicación y recepción de los textos escritos – y en especial de los textos literarios -, los factores que acostumbramos a considerar 'extrínsecos', aquellos sociales o ambientales, los elementos que no se restringen a las propiedades internas, verbales o materiales de la obra, pueden tener un papel relevante en determinados casos, sino en todos. Y probablemente, asimismo, en la creación y la producción.

Una teoría de la literatura que privilegie el análisis interno para explicar en qué consiste su 'literariedad' o se ciña exclusivamente a él para explicar las condiciones en las que se convierte en clásico, 'canónico', en detrimento de otros que se sumen en el olvido o no llegan ni a ser conocidos, olvida que el entorno no es un mero trasfondo, un simple decorado sobre el que destaca: es, asimismo, un actor que desempeña un papel protagonista en la trama. Algo que, demasiado a menudo, tiende a olvidarse en las Facultades de Filología de este país…"

11 de mayo de 2014

Retórica, fondo y forma





30 años separan los dos vídeos. También los separan dos modos de organizar la producción económica y articular la expresión política diferentes a despecho de las similitudes y solidaridades: capitalismo de estado socialista y capitalismo neoliberal no son, exactamente, lo mismo. Sin embargo, la retórica es similar.

El otro día, a propósito de la situación en Catalunya, uno escribió que, sobrepasados ciertos límites, la forma es el fondo: la retórica deja de ser ornamento y accidente y se funde con la sustancia, con el fundamento. Ello, sin embargo, no supone una noche en la que todos los gatos son pardos: no es el imperio de una retoricidad absoluta tan relativista que se ha de negar a sí misma en el "todo es retórico". Implica, únicamente, que en relación a la magnitud, dimensión o cualidad del objeto, situación o estado de cosas, la separación puede tender a cero.

La pertinencia de la distinción entre fondo y forma, sustancia y accidente, fundamento y ornamento, se muestra en el ejemplo de la celebración del Día de la Victoria en Rusia. Es porque cabe distinguir entre lo retórico y lo que no lo es (llámesele "verdadero", "sustancial", "primario", "científico", "argumentativo"...) que puede establecerse una homología entre la voluntad imperial soviética y la rusa pues se sirven de una retórica similar. Y a la inversa, es gracias a esta distinción que pueden algunos afirmar que, a pesar de que la estética sea semejante, si uno sólo se fija en ella se pierden las diferencias entre el modo de vida de los ciudadanos soviéticos y el de los ciudadanos rusos o las discontinuidades entre el socialismo y el capitalismo sin rostro humano.

10 de mayo de 2014

Un poema de Karmelo Iribarren


La suerte del humor en poesía es, en opinión de uno, la más difícil. La mayoría de las veces, la ironía que se pretende dueña de ese espacio no llega ni de lejos a alcanzar su objeto inconfesado. Afortunadamente, poemas como "Gloria efímera" de Karmelo Iribarren, incluido en su última publicación, La piel de la vida, desmienten la generalización excesiva de esta afirmación y sirven de contrapeso a tantas ironías fallidas que hemos de aguantar los sufridos lectores.

"Ayer me vi
en una monumental
'Historia de la literatura española'.

Aparecía en una nota
al pie,
minúscula,
en cursiva,
como atravesando la página…

Tendré que mirar mañana
-me dije-,
lo mismo ya no estoy".

8 de mayo de 2014

"Otro" viaje a Italia (VIII): Gracián y el consumo artístico


19 de julio de 2012


Tras dos días frenéticos nos tomamos uno de descanso para recuperar fuerzas. Por la mañana nos levantamos tarde, buscamos una panadería y nos conformamos con un bar en el que adquirimos bollería. Los supermercados quedan más allá de esta zona del casco antiguo, al otro lado del Viale de cirunvalación (que a esta altura, la del Piazzale Donatello donde hay un cementerio inglés, lleva el nombre de Antonio Gramsci). A mediodía, nos adentramos en esa Firenze nuova para comprobar que podría pasar, perfectamente, por cualquier ciudad de cualquier país europeo: no vemos demasiado que nos parezca específico y singular.

Por la tarde, paseos por algunos parques próximos, en general un poco secos y descuidados. En el apartamento, al caer la noche, en lugar de poner algún canal utilizamos la televisión para sintonizar una emisora de música clásica de la RAI y cada uno se entrega a lo suyo. Uno aprovecha el rato de descanso previo a la preparación de la cena para seguir tomando estas notas y luego empezar uno de los libros del viaje: un volumen con El héroe y El político de Gracián que acompaña a la edición de Gredos de las Meditaciones de Marco Aurelio (Goethe, como siempre, detrás: "me embarga el fortísimo deseo de leer a Tácito en Roma", p132).

Durante la cena un encendido debate acerca de la validez de la concepción aristocrática del goce estético como goce individual y solitario, como inmediatez del "cara a cara" con la obra de arte aparentemente perdido en estos tiempos de acceso democrático al arte.

¿Sigue siendo pertinente la oposición entre disfrute o goce y consumo? ¿El consumo excluye el goce? Estrictamente, ¿qué entendemos por "consumo" artístico? Si partimos de que el "consumo artístico" se caracteriza por el apresuramiento en la contemplación, el desconocimiento de las mediaciones que intervienen en la obra de arte, la elección estereotipada y el juicio naïf , sí parece haber una cierta oposición entre acceso masivo al arte y goce estético.

Ahora bien, entre estos dos polos ¿no hay gradaciones, mixturas, fronteras lábiles? Por ejemplo, ¿no ha habido siempre una actitud "consumista" implícita hasta en el clasicismo? ¿No ha habido apresuramiento en la contemplación clásica? Pensemos en Goethe en Firenze: "Recorrí a toda prisa la ciudad, la catedral, el baptisterio. Aquí se me revela otra vez un mundo totalmente nuevo, que me es desconocido y en el que no quiero detenerme. Los jardines Boboli son deliciosos, salí de ellos tan deprisa como entré" (p123). ¿Y ha estado ausente el juicio ingenuo, el estereotipo o la ignorancia de las mediaciones? El zappeo como actitud en el museo, el salto discontinuo de obra a obra ¿no ha funcionado siempre no sólo en el espectador sino como característica constitutiva de la misma exposición de las obras de arte? ¿Y qué decir de la adquisición de copias o reproducciones o el fotografiarse ante el monumento o la obra? También Goethe encargaba reproducciones y se dejaba retratar en lugares y paisajes...

Y por otro lado, ¿puede descartarse absolutamente la presencia del placer en los observadores participantes en el turismo artístico?

No hubo más conclusiones que una evidente ya apuntada en Pisa: en la época del culto aristocrático del arte nosotros cuatro jamás hubiéramos podido disfrutar de él. Habríamos sido peones, campesinos o artesanos sin, por ejemplo, posibilidad de contacto alguno con aquellas pinturas de Botticelli que colgaban de algunos salones de la nobleza florentina.

Y sin embargo, ese ideal aristocrático continua ahí, como aspiración, como modelo...

7 de mayo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (07/05/2014)

 

Un amable lector me hace llegar sus apreciaciones críticas con el más reciente comentario aparecido en este cuaderno acerca de la situación en Catalunya. En su opinión, "seguramente de manera involuntaria", los vaticinios acerca del desenlace violento del conflicto, que además no están avalados por "ninguna prueba objetiva" (lo cual es cierto), hacen "el juego, objetivamente, a la estrategia del miedo que está utilizando el estado español". Como uno no es siempre el mejor observador de sí mismo, aunque tampoco tiene por qué ser, por principio, el peor, podría ser que estuviera en lo cierto. El problema surge cuando expone sus argumentos en contra. Podría resumirlos en tres:

a) el pueblo catalán ha demostrado, históricamente, su carácter pacífico y civilizado;
b) aunque el Estado español estuviera tentado de poner fin por la fuerza al proceso soberanista (le disgusta la expresión "movimiento secesionista") se las habría con una población mucho menos manejable, en términos cuantitativos y cualitativos, que en el caso vasco; y
c) la Comunidad Internacional no toleraría una solución armada al problema.

Concedámosle el beneficio de que sus argumentos tienen detrás "pruebas" que los refuerzan y no se trata de meras observaciones muy "dependientes del estado de ánimo".

Respecto a la primera. De que hasta ahora este pueblo haya demostrado ese carácter no se sigue que en el futuro lo vaya a seguir demostrando: es una presunción que olvida que "los pueblos", vamos a aceptar que existen, evolucionan históricamente. Un ejemplo: entre el militarismo alemán del s. XX y la postura de la población alemana actual respecto al uso de la fuerza militar hay una notable diferencia. Por tanto, el "pueblo alemán" ha variado, por lo que sea, algunos comportamientos. Y siguiendo con el mismo caso, nadie hubiera pensado, en 1925, que un "pueblo" tan civilizado, dejemos de lado la cuestión de su "pacifismo", podría perpetrar unos crímenes tan descomunales como acabó haciendo un par de décadas después. Con ello uno, por supuesto, no quiere decir que eso ocurrirá con "el pueblo catalán" sino que, por un lado, debe ser puesto en entredicho la concepción de la existencia de carácteres inmutables de los pueblos y, por otro, que los hechos pasados no pueden garantizar comportamientos futuros. De hecho, pensándolo bien, hay aquí una coincidencia con un tópico que manejan algunos españoles del bando opuesto: el carácter cobarde y mercantil de "los catalanes" les lleva a concluir que todo quedará en agua de borrajas... ¡Pues no lo tendría tan claro!

Respecto a la segunda. Uno no está pensando en las clásicas soluciones del estilo "tanques por la Diagonal" o "Guardias civiles en la Plaça Sant Jaume", todo y que, según la coyuntura internacional, el estado del enfrentamiento y la correlación de fuerzas, tampoco cabría descartarlo a la ligera. Más bien tiene en mente un modelo de violencia más difusa como el que tuvo lugar, por ejemplo, en Italia en los setenta y que descabezó el movimiento revolucionario de aquel país: servicios secretos, grupúsculos terroristas, atentados selectivos, violencia de baja intensidad y puntual pero constante... Algo que, en su escala y salvando las diferencias, también sucedió en Euskadi: en la "Guerra del Norte", el Ejército español tan sólo intervino puntualmente, como fuerza actora, para impermeabilizar fronteras y realizar algunas operaciones encubiertas. ¿Es impensable que eso ocurra aquí? Supongamos una cadena de atentados por parte de un grupúsculo, infiltrado o no, que opte por la lucha armada como única vía para la secesión dado que España no se aviene a negociar y la Comunidad Internacional se desentiende de Catalunya. ¿Sería descabellado que este escenario se reprodujera?

Respecto a la tercera. Muchos secesionistas tienen en mente el modelo báltico o "la revolución de terciopelo" pero los Balcanes y Ucrania muestran que la Comunidad Internacional opera según geometrías variables. Dependiendo del tipo de "solución armada", por ejemplo una respuesta a una organización armada secesionista, infiltrada o no, ¿está tan claro que la Comunidad Internacional desarmaría al Estado español? De nuevo hay que insistir en que hechos pasados no autorizan a suponer comportamientos futuros.

Uno se teme que tras estas críticas haya, también, "un estado de ánimo". El amable lector prefiere pensar que Catalunya será, en breve, un estado independiente dentro de la Unión Europea y que ello sucederá por cauces pacíficos y democráticos. Es posible. Mas uno, actualmente, no lo cree probable. Es más bien pesimista al respecto. Quiere decir: no respecto a la independencia o no de Catalunya, que dependerá de muchas variables, sino de que el proceso fluya de la manera tan educada, respetuosa y festiva que él supone.

De todas formas, como uno ha dicho más de una vez por aquí: ¡ojalá me equivoque!

P.S: Todo lo anterior, como esta serie de "Crónicas" en general, parten, obviamente, del supuesto que las élites gobernantes y los grupos económicos que se sirven de ellas en Catalunya y España no mienten respecto a este asunto y que no hay una solidaridad no sólo objetiva sino también subjetiva entre ambos grupos. Es decir, que no hay ningún pacto implícito o explícito entre capitalistas, grupos que detentan parcelas más o menos amplias de privilegios y políticos catalanes y españoles para ir prorrogando este enfrentamiento que paraliza, mientras tanto, la respuesta social al desmantelamiento de los derechos laborales y sociales conquistados arduamente por los asalariados durante décadas de luchas y las apuestas por la causa general de la emancipación de los seres humanos.

Aunque las conspiraciones, haberlas, háylas...

4 de mayo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (04/05/2014)


El otro día, "Catalunya Vanguardista" publicaba una interesante entrevista con Gregorio Morán uno de esos escasos ejemplares de periodismo inteligente y crítico que todavía sobreviven entre los medios de comunicación de este país. Su juicio acerca del secesionismo catalán como modus vivendi para aquellas élites intelectuales vinculadas a la izquierda que se quedaron sin su parte del pastel tras la transición, sobre el trasfondo religioso del independentismo o la decadencia de la vida intelectual y cultural catalana le parecen a uno, con algunos matices, sensatas y hasta acertadas.

"A la vista de la cantidad de antiguos militantes de izquierda que hoy en día están en el independentismo ¿podría decirse que hemos renunciado a Marx para volver a creer en los reyes magos?
No creo, aunque es una formulación que no está mal pensada, además, me parece divertida. Yo creo que, en el caso catalán, lo mismo que en todos los nacionalismos, hay que ver sus características. Quizás sea más bien un tema de supervivencia. Aquí se ha constituido una especie de movimiento nacional que tiene una serie de ventajas indiscutibles, para quien esté dentro de él, desde el momento en que una parte importante de la llamada inteligencia catalana se ha hecho independentista. Porque en realidad, se han hecho funcionarios del estado nacional nuevo. Formar parte de la «Patum» tiene un montón de ventajas. Por lo tanto, no se trataría tanto de un desplazamiento de la izquierda tradicional hacia posiciones nacionalistas, sino que el nacionalismo está recogiendo todo lo que inicialmente había concentrado esta izquierda. También hay quien no tiene otra salida para ganarse la vida que integrarse en este movimiento nacional. Un caso típico sería el de la etapa final de Josep Benet, a quien conocí, y que fue patético.
Si has perdido, y aceptas las reglas del juego, te colocan, pero esta colocación tiene unas condicionesSi has perdido, y aceptas las reglas del juego, te colocan, pero esta colocación tiene unas condiciones. Benet que había sido el senador más votado de la izquierda en toda España, al final acabó convertido en un modesto funcionario que llevaba una biblioteca en las Ramblas. Eso tiene sus obvias servidumbres; siempre y cuando  fuera muy crítico en sus opiniones personales, pero moderado en las públicas, podía sobrevivir. Así pues, no se trataría tanto de conversiones como de formar parte de la «Patum».
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Tu último libro “La decadencia de Cataluña contada por un charnego”, es una compilación de artículos tuyos escritos a lo largo de unos cuantos años. En cierto modo, de su lectura podría colegirse que tal decadencia empieza precisamente con la obtención de la autonomía. ¿A qué atribuyes esta decadencia?
Sí, por cierto que con el título hay gente muy cabreada, porque eso del «charnego» se consideraba algo del pasado, olvidado y enterrado. Vamos a ver, la idea de una decadencia no significa que antes haya habido una época de esplendor, pero sí que algunas de las características de una sociedad, como la catalana en este caso, se han ido perdiendo de manera incontestable, la clase política, la discusión política…
La vida intelectual, por ejemplo, en este momento es mucho más pobre que al comienzo de la transición. Incluso es cuestionable, yo lo cuestiono al menos, que la inmersión lingüística haya favorecido al catalán, al contrario, yo creo que le ha quitado competitividad. Si cualquier escritor catalán está subvencionado por principio, o los periódicos, porque si no, no existirían, esto es un inconveniente. Cuando nació el «Avui», por ejemplo, la gente casi se mataba por comprarlo, pero claro, el entusiasmo duró quince días, lo que tardaron en percatarse que era infumable desde todos los puntos de vista. Lo mismo TV3, que tuvo sus momentos buenos, sus momentos regulares… pero claro, al ser un órgano público de gobierno, se instrumentaliza según las necesidades que tiene el poder. Y esto empobrece.
En este sentido, el término decadencia viene dado porque había, frente a una sociedad como, por ejemplo la madrileña, una vida mucho más rica. A propósito de esto, el otro día leí algo que en la transición hubiera sido impensable, pero que ahora con, estos «niñatos» independentistas, parece ser una constante. Se trataba una nota realmente memorable, en un recuadro casi editorial de La Vanguardia, que informaba sobre los límites de contaminación ambiental en Barcelona, peligrosos para la salud, que están superando todas las medidas; pero, eso sí, concluía la noticia: Madrid tiene más. O sea, que cuando te ingresen jodido por el asma, encima tendrás que estar contento porque, vaya suerte, en Madrid es peor. Esta especie simplicidades, que pertenecían al acervo más de Pitarra, para entendernos, esto, había desaparecido. Era una sociedad competitiva, culturalmente con unos progresos importantes. Ahora, en cambio, hemos vuelto a ello.
Los escritores de los últimos períodos de la transición no tienen comparación con la cantidad de idiotas que han venido después, que los leen en sus casas y, además, como tú sabes muy bien, las escuelas tienen la obligación de comprar sus libros, así venden, organizan sus charlitas y coloquios… a todo esto es a lo que me refiero cuando hablo de decadencia.
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En un artículo reciente, decías refiriéndote a la clase política catalana, “en realidad no han cambiado más que cargos y lugares, pero las personas siempre se mantienen la mismas” ¿El país no da más de sí?
Este es un país singularísimo, con singularidades divertidas, pero alarmantes.  No hay que olvidar que Jordi Pujol, cuando sale de la cárcel, no crea un partido, crea un banco, algo inédito en la historia de la humanidad. No conozco a nadie que cuando sale de la cárcel como luchador por las libertades de su pueblo, cree un banco. Quizás en Azerbaiyán haya algún caso parecido, pero en el Occidente conocido, no.
Desde luego, la clase política se ha deteriorado muchísimo, a unos niveles deplorables. Sólo hay que ver las edades… Si vemos algún joven en política es porque es un trepa y no tiene ninguna otra posibilidad más que ser un trepa. Ello es válido para la política catalana y para la española. Pero esto, que es obvio, se considera una particularidad nuestra. La clase política catalana es lo más similar que se pueda uno imaginar a la clase política española. Por eso se llevan tan bien, además, fuera de las discusiones aparatosas que gustan tanto a la gente, son muy parecidas."

La entrevista aquí.

Aunque las generalizaciones sobre "catalanes", "vascos" y "españoles" de la entrevista deben ser tomadas siempre con precacución, Morán ofrece una descripción desapasionada y atractiva de la situación actual en Catalunya y España a partir de la cual es posible evaluar con una cierta ecuanimidad el escenario en el que nos estamos moviendo. Otra cosa es que alguien lo tome en cuenta...

Por otra parte, respecto a este escenario, El País publica un artículo en el cual se da a entender que aunque la tensión política en Catalunya ha aumentado todavía no ha llegado a un estado de crispación sin retorno posible y descarta que estemos ante un conflicto "a la vasca". Es el empeño del periódico: mostrar que no se ha rebasado el punto crítico y que la solución federal aun es posible. Ahora bien, cabe dudar realmente de que no se haya superado esa línea imaginaria pero también muy real, fáctica, empírica, constatable, que evitaría un conflicto armado de mayor o menor intensidad. En todo caso, lo que uno sí que estaría dispuesto a admitir es que, al lado de la variable del enfrentamiento violento al estilo vasco (el estado español "contra" grupúsculos más o menos numerosos de secesionistas armados, la perspectiva que uno cree más verosímil), también esta fermentando la posibilidad de una confrontación entre catalanes. Lo que una "diseñadora" declara, bajo otros supuestos, en el periódico madrileño es algo que se puede comprobar: hay bastantes familias catalanas, al menos en los ambientes en los que uno se mueve, en las que el "tema" ya no es objeto de conversación. Los ánimos están tan encrespados que se evita discutir sobre él para preservar los vínculos afectivos. Cuando eso sucede, algo que ocurrió en el Euskadi ya en los setenta, el enfrentamiento "interno" está más cerca de lo que parece. Aunque algunos quieran emperrarse en descartar cualquier similitud y resaltar las diferencias, que las hay, como siempre, eso no significa que quepa desautorizar la hipótesis de una parecida evolución. Señala el diario:

"De momento lo que sí parece muy lejos es cualquier paralelismo con el País Vasco. Pese a algunos intentos de vincular ambos procesos políticos por parte de sectores radicales de ambos bandos, muy pocos ven relación alguna. La empresaria y diseñadora de moda Paloma Santaolalla, afincada en Barcelona tras vivir muchos años en Euskadi, confiesa que el debate soberanista le incomoda por la división que puede generar en familias y amigos. “Es un debate que personalmente me agobia”, dice. Con todo, marca distancias entre Cataluña y el País Vasco. “Las dos situaciones están a años luz, por la ausencia de violencia pero también por otras cosas. No les veo relación alguna”.

Esa división, esa fractura, existe en la sociedad catalana hasta donde uno ve y no debería ser minimizada con tanta facilidad.

Por último, anotar que la estrategia secesionista todavía dominante, la de los no etnicistas y etnicistas moderados, sigue siendo inteligente y mostrando posibilidades de triunfar a medio o largo plazo en función de la situación internacional. Únicamente si se radicalizara y los etnicistas conquistaran la hegemonía absoluta en el movimiento la violencia estaría servida de un modo bien peligroso para sus intereses. Tiempo al tiempo.

3 de mayo de 2014

Escribe Hermann Hesse


"Lo relamente extraordinario son las cartas que, desde el Reich, me envían algunos partidarios del régimen: todas están escritas a una temperatura de casi 42 grados, elogian con grandes palabras la unidad e incluso la 'libertad' que actualmente imperan en el Reich, y en la línea siguiente se lanzan a despotricar contra la piara de inmunda de católicos o de socialistas, a los que ahora les darán su merecido. Hay un ambiente de guerra y de 'progrom', entusiasta y rebosante de ebriedad: son los estados anímicos de 1914, sin la ingenuidad que aún era posible en esa época. Costará sangre y muchas otras cosas: hiede ya bastante a maldad y negatividad. No obstante, a veces me conmueve el entusiasmo por los ojos azules y el espíritu de scarificio que se advierte en mucha gente" (Mediados de julio de 1933. Correspondencia con Thomas Mann. Trad. de Juan J. del Solar B., p41)

1 de mayo de 2014

"No hay tiempo para libros"


Uno es incondicional de David González. Puede que en este caso no se diferencie de los seguidores del Atlético de Madrid y, en realidad, profese una especie de fe (en todo caso debe ser la única y diría que sólo se extiende a algunos seres humanos que habitan la República de las Letras o a sus obras). En todo caso, como seguidor de este credo, he leído su penúltimo libro que, después de la lenta y ardua experiencia de Entreguerras de Caballero Bonald y las menos difíciles de Un centro fugitivo de Alvaro Valverde, el singular Delfos me has vencido de Juan Carlos Elijas, el clásico John Clare (la Antología poética editada por Linteo) y el decepcionante Horla City y otros de Fabián Casas, ha supuesto el ansiado retorno a la lectura de poesía tras meses perdido entre escrituras varias y otros libros más heterogéneos todavía.

Ya escribí hace algunos años sobre la poesía de David y, aunque podría añadir muchas más cosas, creo que el núcleo de mi pasión por su obra no ha cambiado como, hasta cierto punto, tampoco su trabajo, por eso lo dicho sigue siendo más o menos válido y perfectamente aplicable a No hay tiempo para libros que, en la modesta opinión de uno, es más David González en "estado puro", más de ese David que funciona como autor sagrado para una generación de poetas que pugna por escapar de la marginalidad y que es la parte más conocida de un escritor más proteico de lo que en principio semeja: así, uno persistirá en considerar que su mejor libro es, justo, el menos reconocido y casi el más olvidado en estos últimos años, El hombre de las suelas de viento. Mas incluso si lo ignoráramos y nos limitáramos a su producción de "no ficción", como él la denomina, David no perdería un ápice de su categoría: es autor de un buen puñado de los mejores poemas que uno ha leído. Y eso es bastante más, por muy subjetivo que suene, que lo que puede decir de autores consagrados de los que, con suerte, puede rescatar un par, tres, cuatro tal vez y en algún caso, sólo unos versos. Cierto es que de pocos poetas en este mundo uno puede salvar más allá de unos cuantos poemas y que uno se consideraría feliz si alguien le dijera que uno de sus poemas figura en su antología personal de lector. Por ello, es aun más significativo que en el caso de David sean bastantes los que figuran en la mía.

Mas la fe de uno no es acrítica. Hace algunos años un poeta conocido me afeó que, con mi "estilo" (?), temática y preocupaciones poéticas, sintiera semejante debilidad por la obra de David González y, peor, que lo comparara con otros poetas a los que también admiro como Marzal, Panero, Brines, Pacheco o Gamoneda incluyéndolos en la misma categoría. Únicamente pude responder no que sobre gustos no hay nada escrito, lo cual es falso, absolutamente falso, hay mucho escrito y en algunos casos muy bueno, sino que el agrupamiento sectario del espacio poético, la existencia vicaria que reproduce en la República de las Letras el patriotismo del mundo de la vida es algo que a uno le parece no sólo ajeno a su idealidad sino integralmente contrario a ella. No fue una buena respuesta, desde luego, pero no valía la pena sugerirle que leyera sin prejuicios la obra de David. El poeta, por supuesto, no reflexionó lo más mínimo acerca de mi apreciación. Quizás no supiera qué significaba "idealidad". Tal vez me consideraba un advenedizo sin criterio ni gusto como quedaba demostrado por haber estudiado Filosofía y no Filología. En fin... En todo caso, reconozco que la observación hizo mella y por ello cabe recalcar que mi fe no es acrítica. Un ejemplo. No me convence el uso de los dos puntos que David prodiga en los últimos tiempos y que otros glosan como una innovación extraordinaria: en asuntos de puntuación uno es especialmente maniático - además de incorrecto - y por eso, no pudiendo dar lecciones a nadie, tampoco me acaban de gustar los experimentos que, lógicamente, no sean los míos. Eso para que no se diga que uno confunde pasión con ciega admiración.

Ahora bien, esta opinión afecta muy poco al juicio que me merece No hay tiempo para libros y menos aun la figura construida del poeta: David González residirá probablemente para siempre en mi Parnaso. Y, como muestra, otro poema de esos que ya he incluido en mi Antología. Sólo por estos versos el libro está justificado: alguien que es capaz de escribir un poema como éste puede poner los dos puntos que quiera y dónde le de la real gana.



"nadie a salvo

expondré los hechos
tal y como sucedieron:
cronológica y objetivamente:

luego: las preguntas:

la otra noche:
a eso de las tres y media de la madrugada:
un coche de paisano de la policía
que circulaba en sentido contrario por la calle muelle de oriente
frenó de golpe: en seco: derrapando:
entre la pizzería vesubio & el pub la sal:
y
de su interior:
pistola en mano:
salió despedido un estupa que:
apuntándome con su arma reglamentaria:
gritó: y son palabras textuales:

¡quédate quieto ahí donde estás, hijo de la gran puta: !

me quedé: quieto: como la luz de una farola:
y
cuando el secreta llegó a mi altura:
en voz baja: conciliadora: voz de jesuita: le pregunté:

¿sucede algo señor agente:

escucha: maricón de mierda:
como no te calles la boca ahora mismo:
te subo al coche

te tiro por la campa torres abajo:

la campa torres: oppidum noega:
es un promontorio: una especie de acantilado
que domina la mar del cantábrico:
se trata de un castro primitivo
en el que antaño vivieron los cilúrnigos:
uno de los veintidós pueblos de los astures:

acto seguido:
sin más contemplaciones:
y
sin identificarse:
me empujó violentamente
contra la persiana metálica de la sal
y
procedió a cachearme:
demostrando su incompetencia en la materia:
no me encontró el polen de dios
que guardaba en uno de mis bolsillos:

me ordenó entonces sacar todo lo que llevase en
ellos
y
en mi bandolera gris de la casa george, gina & lucy
y
dejarlo todo sobre un suelo sucio: borracho: con meos y vómitos:
momento que aproveché para decirle:
porque ya me había funcionado en otras ocasiones:
en voz baja: conciliadora: voz de jesuita:

escuche, verá, yo soy poeta e iba para mi… 

¡que te calles la boca de una puta vez,
poeta de mierda,
o te subo al coche

te tiro por la campa torres abajo:

abajo están las rocas:
y
las olas rompiendo contra las rocas:
lavando mi sangre
y
llevándose mis despojos:

bien: hasta aquí los hechos:

ahora las preguntas que me sugieren
y
que le voy a formular a este calcetero:

cuando llegas a tu casa:
¿tienes por costumbre apuntar a tu parienta
con tu arma reglamentaria y gritarle:

¡quédate quieta ahí dónde estas, hija de la gran puta:
 
¿también amenazas con tirarla por la campa torres abajo:
¿también la empujas violentamente contra una pared
y
la cacheas para ver si encuentras la leche de otro hombre,
uno de verdad, arrollando por sus muslos:

¿también la amenazas con tirarla por la campa torres abajo:
cuando llegas a tu casa:
¿tienes por costumbre apuntar a tus hijos
con tu arma reglamentaria y gritarles:

¡quedaos quietos ahí donde estáis, hijos de la gran puta:

¿también amenazas con tirarles por la campa torres abajo:
¿también les empujas violentamente contra una pared
y
les cacheas para ver si encuentras unos putos
porros en su mochilas escolares:
¿también amenazas con tirarles por la campa torres abajo: !

no: vigolero: espera: no me respondas todavía:
hazlo después de la publicidad:
después de que tu cómplice haya comprobado mi papela:
te la devuelva y te diga:

está limpio:

¡ah:
pasmuti:
y
si por un casual lees este texto:
vete olvidándote de subirme al buga
y
tirarme por la campa torres abajo:
con la incompetencia: manifiesta: que te caracteriza
casi fijo que ni habrás

caído

en que este poema: este poema es:

mi mejor

seguro

de vida:

estos malditos polis no conseguirán nunca meterme miedo:
jack kerouac"