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4 de junio de 2010

4 de junio de 2010: de avatares y sobreinterpretaciones (y III)


Mas, lo peor, la mistificación pseudoecologista se enhebra con una construcción etnocéntrica que ya goza de una notable tradición en el cine contemporáneo. De una simplificadora "mala conciencia" que atribuye a "Occidente" la culpa de todos los males -y dejaremos de lado qué es y cómo se define ese concepto de "Occidente" de fronteras turbias y omnipotente aplicabilidad- surge una suerte de narrativa reparadora que, en realidad, es utilizada sistémicamente para "lavar la mala conciencia" y reforzar algunos de nuestros mitos constitutivos.

Me explico. La narrativa reparadora consiste en la conversión de un maligno occidental a los códigos y las costumbres de los pueblos primitivos o preindustriales que detentan una comunión extrema con la naturaleza y una armonía social que la barbarie tecnocientífica de Occidente está aniquilando (de una estructura similar hicieron un eficaz uso los nacionalsocialistas) que concluye en un castigo restributivo más o menos ejemplar infligido a los conquistadores. Básicamente, consiste en un elevado coste en preciadas vidas blancas que compensa, cinematográficamente, el curso histórico real de los acontecimientos que fue justo el inverso. Ejemplos abundantes los tenemos en el cine contemporáneo destacando, me parece, por su éxito comercial, The Mission de Roland Joffé o Dances with Wolves de Kevin Costner. La reparación, la conversión del hombre blanco, la rebelión que acaudilla y el daño que produce a los "malos", proporciona una vicaria satisfacción: todo pudo ser de otra manera y en los fotogramas se repara, idealmente, la injusticia.

Sin embargo esta narrativa reparadora fracasa, independientemente del desenlace concreto, en el que sería su propósito confesado al emerger, siempre, su modelo inconfesado: el hombre occidental sigue siendo el llamado al liderazgo de la humanidad.

La resistencia al aniquilador "Occidente" es liderada por el mismo maligno occidental converso que, para ello, hace uso de la misma tecnología de su civilización y organiza según los parámetros de su belicosa y jerárquica cultura a los pueblos amenazados. No se emprende la insumisión según los parámetros del mito de los pueblos pacíficos y en armonía con el entorno sino según los de los conquistadores por eso es violenta, bélica, hasta vengativa, y está dirigida a proporcionar un dolor al agresor que compense el sufrido por el agredido.

Pero, curiosamente, el fruto de estavicaria satisfacción no es otro que el mantenimiento de esta "mala conciencia" en forma de deber evangelizador. La compensación cinematográfica permite, en el fondo, que todo siga igual: de nuevo los hombres blancos debemos liderar el cambio mundial asumiendo los artefactos ideológicos de otras culturas como fin pero sirviéndonos, como medio, de nuestros propios artefactos culturales.

Pura apariencia y olvido que los medios condicionan los fines. Ya está servido el caldo de cultivo para el turismo humanitario de las ONG's, el paternalismo social de los gobiernos e instituciones y la proliferación de una enorme industria de importación cultural y mestizaje aparente.

Uno no ve en esta estructura narrativa de reparación más que el lavado de la "mala conciencia" y el reforzamiento del mito etnocéntrico sólo que ahora invertido. Casi ve más negatividad en la hostilidad sin reconciliación que preside la película de Kathryn Bigelow que ya es decir...

3 de junio de 2010

3 de junio de 2010: de avatares y sobreinterpretaciones (II)


¿Por qué de confianza? Porque lo desagradable de la performance de Žižek es que es, teóricamente, innecesaria. Si no fuera así, ciertamente, sería porque el medio en el que la efectúa -la prensa- exige titulares y primeros párrafos que llamen la atención: "El hombre que muerde al perro" estaría, así, detrás de la afirmación subyacente "Avatar es más progresista que En tierra hostil" y lo justificaría.

Mas eso, siendo Žižek un reputado filósofo es, de tan superfluo, indicativo y hasta peligroso. Si uno conoce, como él debe conocer, los protocolos de escritura en la prensa ¿porqué no mantener una cierta distancia con ellos? ¿porqué acatar los códigos hasta el punto de construir una noticia partiendo de una sobreinterpretación destinada a atraer la atención del lector hacia su verdadero objetivo? Pues de lo que se trata en el artículo, cabe recordarlo, es de "tener presente que las áridas y realistas imágenes de lo absurdo de la guerra de En tierra hostil enturbian, haciéndolo así aceptable, el hecho de que sus héroes están haciendo exactamente el mismo trabajo que los héroes de Boinas verdes. En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos qué están haciendo allí."

Para ese viaje tal vez no era imprescindible esta alforja. ¿La crítica a la película de Bigelow debería haber incorporado la revalorización de la de Cameron? Porque, por ejemplo, formalmente no está demasiado claro qué obra genera más negatividad artística si la apariencia seudodocumental de Bigelow o el montaje tridimensional de Avatar. Y, argumentalmente, no se ve que Avatar aporte una mayor negatividad porque denuncie el complejo militar-industrial: con ser cierto, hay otros aspectos temáticos que la aproximan más al arte de afirmación.

La denuncia se solapa, por un lado, con una apología à la new age de las formas más extremas e inverosímiles de mitología pseudoecologista. Los habitantes de Pandora viven en armonía entre ellos y con los demás animales y plantas integrándose todos en una colosal deidad femenina, Eywa, un organismo vivo y sensible. Una suerte de recreación de las islas Trobriand de Malinowski en el espacio exterior. Las trampas que esta recreación de la supuesta felicidad primordial debe realizar (el olvido de los animales e insectos menos "agraciados", las inverosímiles situaciones de conflicto entre animales y nativos resueltas incoherentemente...) no son menos lesivas que la propaganda que diariamente realiza el complejo militar-industrial en nuestros medios de comunicación. En ambos casos se trata de escandalosas inversiones de la realidad. Ni el avance de la técnica militar hace el mundo más seguro ni el estado de naturaleza salvaje era un estado adorado y deseado por los seres humanos en el que no existían los depredadores y el mundo vivía en pacífica armonía hace quince mil años.

1 de junio de 2010

1 de junio de 2010: de avatares y sobreinterpretaciones (I)


Hace algún tiempo uno se hizo eco del curioso artículo de Slavoj Žižek, "Boinas verdes con rostro humano". El filósofo esloveno criticaba severamente la ideología subyacente a la película En tierra hostil de Kathryn Bigelow y la contraponía a la "aparentemente" más mistificadora Avatar, de James Cameron, llegando a la conclusión de que, en términos críticos, esta última resultaba menos tramposa que aquélla.

Consideré su exposición como un caso de sobreinterpretación porque se distinguía radicalmente de todo lo que había leído en prensa y oído a través de mis amigos acerca de ambas películas y parecía ir dirigido contra la opinión más comúnmente difundida. Hoy, dos meses después, he visto la película de Cameron. La de Bigelow la vi casi inmediatamente después y me reafirmo en lo dicho.

Evidentemente, la argumentación de Žižek sólo puede ser valorada si se acepta previamente la clásica distinción entre arte emancipador y arte de afirmación tan cara a Adorno: el arte emancipador tiene una función crítica, negativa, y el arte afirmativo, por contra, de confirmación del estado de cosas existente. La posición de Adorno implica, en el fondo, considerar al primero como arte "verdadero" y "auténtico" y al segundo como epígono, copia, arte aparente, etc.

En esta dualidad, la carga de la negatividad, el hacer evidente el funcionamiento de los sistemas de sentido dominantes y al hacerlo contribuir a su crítica, "desvelar", "mostrar" lo "oculto" tras lo visible, Žižek considera que está más presente en la película de Cameron que en la de Bigelow. Un juicio que contraría no tanto a los que aprecien un contenido emancipador en la obra de Bigelow -muy pocos y entre los cuales no me encontraría- sino a todos los que han visto la película del director de Titanic como una muestra más de arte de entretenimiento y afirmación.

Aceptando la pertinencia del esquema dual así como de que estamos hablando de una posible sobreinterpretación en el dominio de la crítica, no en el de la ciencia o la teoría del arte, y de que, desde una cierta perspectiva, ambas películas pueden ser leídas como netas obras de afirmación cuya negatividad, cuya función crítica respecto a los sistemas de sentido dominantes, es mínima, Žižek, en mi opinión, sobreinterpreta para llamar la atención y épater le bourgeois.

No obstante, no se trataría de ninguna trampa, de una falta de rigor, ni tampoco de una muestra más de la verborrea y la cháchara postmoderna. "El medio es el mensaje" y un artículo de prensa debe ser leído y considerado en este contexto. El problema que se genera es otro: es un problema de credibilidad, de confianza en Žižek.