30 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (30/09/2014)


Afortunadamente uno estaba en Madrid durante el espectáculo de la sagrada firma de la consulta por parte del president Mas. Pude ahorrarme el NO-DO de la Televisió Nacional y la entrevista, por llamarlo de alguna manera, que la siempre colaboradora Mònica Terribas le realizó por la noche para rubricar el día "histórico". Mucha gente, por estos pagos, quiere "hacer historia". Tal vez sería hora de recuperar algunas de las afirmaciones de aquel viejo charlatán que era Althusser y recordar que tal vez, probablemente, la historia sea un proceso sin sujeto y sin fines. Cuanto menos parece que quizás sea más plausible que creer que la historia se somete a nuestra voluntad o, peor, a las "voluntades colectivas" sean lo que sean estas últimas. No obstante, poco se puede hacer contra el entusiasmo desde el punto de vista argumentativo. Es mejor huir de él y estar atento a su evolución.

Lo peor del día sábado fue que, en Madrid, en la rápida comida que siguió a la reunión, no percibí la misma tolerancia, paciencia y actitud constructiva que otras veces respecto al "asunto catalán" que volvió a protagonizar buena parte de nuestras conversaciones. Pese a las pocas ganas que tenía, hube de emplearme a fondo para argumentar que permitir a los catalanes votar no equivale a firmar un "cheque en blanco" para la desintegración de cualquier estructura política al sur de los Pirineos (aunque en una situación ideal no habría nada de malo en ello, claro está). Esta vez mis contertulios se negaron a admitir el "hecho diferencial" catalán (obvio, más que por historia o momento político, por la lengua) y a aceptar el modelo que, en su momento, cuando todavía no se había entregado a la pulsión mesiánica, ofrecía Mas, y con él Convergència: un estado plurinacional con cuatro miembros de pleno derecho - España, Catalunya, Euskadi y Galicia - que hace apenas unos meses contemplaban como una posibilidad razonable. Ahora, los medios españolistas han atizado, con la inestimable colaboración de los secesionistas, el rechazo al "quebranto de la legalidad" que supone la convocatoria de la consulta y el enconamiento está borrando equidistancias, prudencias y vías de diálogo. En lugar de ello el enfrentamiento sobre el que tantas veces uno ha insistido, ha dado un paso más hacia el desenlace violento bajo la forma de una estúpida contraposición entre "legalidad" y "democracia" eslabón previo a la renuncia a los conceptos como soporte de las banderas para su sustitución por voluntades y armas: casi no se puede escuchar a nadie que advierta que tal oposición es espúrea porque estamos ante dos conceptos pertenecientes a dos órdenes de discurso, y ontológicos, distintos. Es como poner en el mismo corral a gallinas y  muñecos de lego Star Wars y pretender que lleguen a un acuerdo acerca de la distiribución del pienso.

El estado español debería mover pieza más allá del encastillamiento en torno al tótem de "la ley" independientemente de lo que resuelva el Tribunal Constitucional.

29 de septiembre de 2014

Uno recomendaría (22/09-28/09/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"La reconducción del "procés": una propuesta seria" de Xavier Massó.

"La verdad es que desde mi propuesta de referéndum organizado por el Estado y con requisito de 2/3 de participación y 3/5 de voto favorable, me he limitado a seguir dándole vueltas y más vueltas a lo mismo, sin aportar nada nuevo. Lo reconozco.

Tampoco la propuesta ha trascendido más allá de estas humildes páginas. Los españoles, ya se sabe, aducen que la Constitución no lo permite y, además, si lo permitiere, luego vendrían los vascos -que son muy suyos-, los canarios, hasta puede que los extremeños y, por qué no, Ceuta y Melilla... Y si  a los "catalanufos" se les concede este derecho ¿por qué razón no lo iban a tener los demás ¡eh! por qué? Así que por este lado, nada de nada.."

28 de septiembre de 2014

Un poema de Viktor Gómez


Vaya por delante que uno sigue manteniendo sus reservas ante la equivalencia entre ruptura sintáctica, semántica o pragmática (o intento de ruptura) y ruptura política, ética o social. No está nada claro que entre ambos dominios puedan establecerse continuidades y menos correspondencias. Como mínimo desde la época de las vanguardias y luego el postestructuralismo francés, resulta difícil aceptar la percepción ingenua de esta vinculación. Sin embargo, Pobreza, de Viktor Gómez, que parece partir de este presupuesto, es un intento, tanto poética como moralmente, de reivindicarla y hay que confesar que, a lo largo de sus páginas y en más de una ocasión, Viktor consigue que uno vuelva a creer en su posibilidad y hay que reconocerle ese mérito: el embrujo de sus versos, pues de eso se ha tratado al fin y al cabo, ha sido tal que ha sido difícil negarle ese pan ya seco.

"es inmortal ponerse gravemente enfermo en el estado del bienestar ser improductivo escribir un poema sin porqué o hacer nada -en la tortura está la virtud del no atentarás contra los tiranos" (p50).

26 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XXI): de Agrippa a Máximo


29 de julio de 2012.

Temprano, alertados por los 38º que se preveían, según la BBC, para la ciudad, nos dirigimos al Panteón de Agrippa, el monumento dedicado a "todos los dioses" (Pan-teon) que Marco Vipasanio Agrippa, el íntimo amigo de Augusto y general responsable de la victoria sobre Marco Antonio en Accio, mandó construir en su tercer consulado en el 27 a.C. y que, tras ser destruido por el fuego en el 80 d.C., fue reconstruido por Adriano con sustanciales diferencias.

El estado de conservación del templo es sorprendente, teniendo en cuenta su ubicación, y su fachada sobrecoge: realmente, con una pizca de imaginación y esforzándose en abstraerse del bullicio de la plaza en la que se levanta, uno puede remontarse à la Proust a un pasado nunca vivido en su calidad de experiencia sensorial física. Un tiempo perdido que se asienta en libros de texto, novelas y películas en donde se recrea esa Roma Imperial pero que puede renovarse como recobrado y, mejor, aumentado con esa dimensión empírica que estaba ausente del recuerdo original. El interior, aunque plagado de turistas, no hace sino acrecentar la impresión de magnificencia: una cúpula coronada por un óculo de unos nueve metros de diámetro por donde entra la luz perfilándose nítida, corporal incluso y cumpliendo, al tiempo, la misión de iluminar el espacio de la rotonda así como los anillos, casetones, columnas y demás elementos arquitectónicos que ocupan sus márgenes y la sostienen. Sin embargo, lo que más estorba la recreación imaginativa no son los visitantes ni el ruido sino la omnipresencia de la simbología cristiana que se apropió del panteón y lo convirtió en iglesia en la época medieval aprovechando para desmantelarlo parcialmente. De hecho, salimos con la convicción que del edificio deberían desaparecer las huellas de la ocupación cristiana y nos enzarzamos en una discusión acerca de la evaluación de las luces y sombras del cristianismo sin llegar a puerto alguno: no es sencillo determinar si las huellas de las profanaciones deben ser borradas o no.

Desde el Panteón nos encaminamos a la Piazza Navona en la que uno pasó muchos ratos durante su primera visita a Roma en 1980 incluyendo una cena en una terraza donde dejó casi intacto el plato de Pappardelle ai quatro formaggi que el sacerdote que nos guió tuvo a bien pedir para enseñarnos algo más elaborado de cocina italiana que lo que conocíamos (pizza y spaghetti). A mediodía no se parecía en nada a aquella plaza ruidosa y animada de tantas noches romanas. Alguna turista norteamericana, alguna pareja de españoles y poco más bajo un sol inclemente. Lo que debía ser una entrada en uno de los escenarios de la confrontación, que no recuerda uno si fue tal, entre Borromini y Bernini se queda en una rápida contemplación de la Fontana dei Quattro Fiumi del segundo y una todavía más apresurada de la Iglesia de Santa Inés en Agona del primero.

Continuamos nuestro paseo con los primeros síntomas de agotamiento para, siguiendo el curso de un Tevere que nos parece secundario, como periférico, arrabalesco, lejano y sin la dimensión de un Sena o un Po, casi una especie de Manzanares, hasta los restos del mausoleo de Augusto y el espectacular Ara pacis (el Altar de la Paz Augusta) en el cual nos detenemos, por efecto del aire acondicionado, un buen rato para recuperar un aliento que se había ido consumiento durante nuestra caminata. Comemos en una Trattoria. El vino y la cerveza son especialmente caros en los establecimientos italianos por lo que hemos podido constatar pero esta vez el Puglia y las Peroni suben un auténtico "pico".

Por la tarde, es el turno del Circo Máximo y de la Pirámide Cestia de cuya existencia nos acabamos de enterar por la Guía durante la comida y que, casi integrada en la Muralla Aureliana, pasa un tanto deapercibida. Otra cosa son los restos del colosal Circo Máximo con sus más de seiscientos metros de longitud y donde, al parecer, llegaban a congregarse para ver las competiciones de carros hasta 250,000 espectadores, una cifra que, con todo, y pese a las gigantescas dimensiones del estadio nos parece un poco exagerada.

Anochece cuando tomamos la vía de los foros. El Colosseo está magníficamente iluminado, con sobriedad y acierto. También la columna de Trajano. Aunque casi no sentimos las piernas, esa moderadísima iluminación, casi nula en el caso del Foro, le otorga a la zona un aire de pasado muerto pero presente por el que en cualquier momento podrían desfilar las cohortes de Máximo, con Russell Crowe a la cabeza por supuesto, no las de Marco Agrippa, si lograran avanzar por entre el asfalto aun pastoso e hirviente.

24 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (24/09/2014)


Si uno fuera aficionado a los titulares mediáticos diría, sirviéndose como excusa de las tácticas sinecdóticas que tanto usamos cuando nos apresuramos y con las cuales falseamos la realidad "involuntariamente", que en Catalunya la tensión se "puede cortar" a la espera de lo que su excelencia el nuevo Moisés Artur Mas tenga a bien decidir. No es así, evidentemente. Pero en los medios nacionales, otrora públicos, no se habla de otra cosa. La sobresaturación sirve, además, para tapar los desastrosos resultados, desde el punto de vista del "nuevo secesionismo", del referéndum escocés y para cubrir con una espesa bruma el "caso Pujol". Al menos en la esfera comunicativa catalanista los secesionistas logran su propósito sin demasiado esfuerzo, justo es reconocerlo y hasta consiguen invadir oltras próximas como las que otros frecuentamos: hasta algunos de nosotros estamos atentos al siguiente movimiento del president. Mientras aguardamos, aprovecho para recoger el correo de un lector casual que se ha tomado la molestia de leer algunas de estas crónicas y tratar de convertirme a la causa secesionista.

Si bien durante los primeros meses recibí bastantes aportaciones críticas de lectores, conocidos y desconocidos, así como preguntas, argumentaciones o simples observaciones estilísticas sobre el modo en que se trataba "el asunto" por aquí, hacía ya una temporada que no recibía ninguna. Si uno fuera condescendiente consigo mismo pensaría que los lectores que no participan de mi posición han acabado entendiéndola y aceptándola pero no creo que sea el caso. Más bien, los españolistas o secesionistas "irredentos" o han renunciado a seguir leyendo estos textos o cuando lo hacen encuentran tantos motivos para rechazar mis comentarios que no les vale la pena el esfuerzo (ni creen que uno lo merezca, lo cual seguramente es cierto) de someterlos al juicio crítico. Afortunadamente, ha caído entre estas garras un incauto, por fin, gracias a Google.

Joan C. se disculpa por no haber leído todo el archivo de este cuaderno, ni tan sólo todas las crónicas, y por desconocer "mi obra" (sic). Se confiesa "secesionista pero no patriota en el sentido clásico" y entre sus críticas a mis opiniones cabe destacar, por el espacio que les dedica, dos grandes temas: por una parte, la excesiva importancia que otorga uno al señor Artur Mas en la dinámica de un movimiento "que le supera y al cual se ha subido en marcha para salvar su carrera política pero que, no obstante, está sirviendo a la causa con notable honestidad y generosidad" y al cual descalifico con gran ligereza desacreditando a la vez, el vicio de la sinécdoque al que me refería al principio, a los secesionistas; y, por otra, el desprecio que uno muestra por los que uno llama "tontos útiles": "el papel de la izquierda en este proceso va mucho más allá de lo que usted describe". Según Joan C., la izquierda "lo dirige" y si uno fuera coherente con su programa moral de la "Causa general" (de la emancipación de la humanidad) y con su reluctancia hacia las presuntas revoluciones, debería apoyarlo pues una "Catalunya socialista contribuye más que la actual autonomía catalana a esa Causa de la que usted habla: quizás sólo sea un progreso pequeño pero no deja de ser un progreso".

Confieso que, efectivamente, detesto a Artur Mas. Tanto como a Aznar, González o Zapatero. Ni me gustan los salvapatrias, ni los cínicos, ni los incompetentes. Y Mas debe ser, cuanto menos, incluido en la primera y la tercera categoría. Es, además, en mi opinión, como en la de Joan C. - todo sea dicho -, un arribista. Pero sobre todo, ahora que los medios afines pregonan su "cálculo" y "astucia", me ha parecido siempre un irresponsable que no ha medido bien ni los tiempos ni ha valorado las formas y que, pudiendo haber emprendido un proyecto de largo aliento para lograr una consulta de aquí a unos años, como en el caso de Quebec o Escocia, con razonables probabilidades de éxito, ha actuado infantilmente lanzando órdagos que no han tenido en cuenta en absoluto el contexto internacional y sus equilibrios de poderes y menospreciando al estado español de una manera que nos puede acabar saliendo cara a todos, incluidos los que no militamos en el bando secesionista pero huimos también del otro. Sí, es una de las más recientes incorporaciones del jardín de mis fobias y creo que permanecerá en él mucho tiempo: motivos no me faltan. Por último: las lisonjas a los líderes políticos ("honesto" y "generoso" nada menos) me producen náuseas. No creo que nuestro deber como ciudadanos sea otro que el de mantener una sana distancia hacia ellos y someter su acción a un incansable escrutinio en vez de dejarnos seducir por ellos.

Respecto a la Catalunya socialista pues Joan C. tiene razón. Creo que sí que es un progreso respecto a la situación actual: no muy grande pero progreso al fin y al cabo. Lo admito. El problema es que no veo que la "dirección del movimiento" camine en la senda de la redistribución de la riqueza y la socialización de los medios de producción. Francamente, si alguien lo ve así es que sufre alucinaciones. Las CUP, por ello, no han sido criticadas demasiado en estas páginas: una Catalunya socialista como, con las debidas cautelas y conjurando continuamente la tentación totalitaria, es preferible que el actual statu quo. Sí. Si tuviera razonables garantías de que ese sería el camino de la Catalunya independiente no sólo votaría SI-SI en la consulta - en lugar de dudar siquiera de si lo haría o me abstendría - sino que tal vez militara activamente en pro de su consecución y no, como ahora, que me limito a manifestar el deseo de que se haga cuando me dan la lata con el "tema" para que me dejen tranquilo.

22 de septiembre de 2014

Uno recomendaría (15/09-21/09/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"La independencia de Escocia" de Eduardo Moga:

"He estado dos veces en Escocia, y en ambas me ha sorprendido la intensidad del sentimiento nacionalista. Cuando estabas en Edimburgo, no podías cometer el error de decir que estabas en Inglaterra. Sin irritación, pero categóricamente, tu interlocutor precisaba que aquello era Scotland. Ni tampoco considerar a sus habitantes ingleses: ellos eran otra cosa, y no dudaban en recordártelo..."

21 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XX): El Foro de la Roma Imperial y Marco Aurelio


28 de julio de 2012. Tercera parte.

Sin nada para alimentarnos, nos aprovisionamos de bebidas gracias a vendedores ambulantes que, furtivamente, venden carísimos botellines de agua (¿habrán tenido ellos también que pagar entrada y esa será la razón de escandaloso precio?) y recorremos a paso lento un Foro que, en mi memoria, era brillante, féraz y solitario. Incluso alguna foto que conservo de aquellos años lo atestigua. Sin embargo, el que vemos hoy está reseco, descolorido y atiborrado de turistas hasta el punto que el movimiento se hace difícil y molesto. El agotamiento hace tanta mella que, en realidad, deberíamos dejarlo para otra ocasión. Sin embargo, la misma fatiga nos nubla el entendimiento - especialmente a mí - y, por ejemplo, me emperro en ascender hasta una glorieta desde donde, recordaba, se gozaba de una extraordinaria vista del recinto. Fatalmente, la susodicha zona está cerrada por obras de restauración y lo único que conseguimos es una caminata correosa y desalentadora para no ver más que verjas, grúas, plantas sedientas y poco más.

A las cuatro y media, después de más de diez minutos recostados, a la sombra, sobre los restos de una columna y aun con partes del recinto sin visitar detenidamente, nos damos por vencidos e iniciamos un lento retorno a casa procurando resguardarnos en lo posible del violentísimo calor que a media tarde es tan intenso que quita la respiración. Como resultado, mientras descansamos en el poco acogedor apartamento, sufro un ataque de pánico agudo: una dosis extraordinaria de clonazepam acaba sofocándolo al anochecer después de un par de horas agónicas. Todos me contemplan con una mezcla de paciencia, comprensión y miedo que soy incapaz de apagar. Por fin, la medicación logra su cometido y nos encaminamos a la Piazza Spagna. Camino como un anciano, exhausto. Nos sentamos en la escalinata para ver cómo cae la noche sobre la eterna Roma y la vista de la ciudad, la mano de Esther y las frases de Clàudia y Marc rematan la faena del ansiolítico: todo vuelve a la normalidad y parece que hoy, tampoco, voy a morir de un infarto lejos en tierra extraña (como si hubiera una propia).

Cenamos casi de madrugada y, después, tomo las Meditaciones de Marco Aurelio para poder irme a dormir también descansado intelectualmente. Leo una hora y constato, definitivamente, que la distancia histórica es insalvable. Marco Aurelio no escribe para todos nosotros y menos aun para algunos europeos del siglo XXI aquejados de ansiedad. Cuando nos conmina a retirarnos a nuestra alma (IV, 3) para hallar allí la calma y la paz de las que el mundo nos priva, uno no puede por menos que sonreír y recordar a Freud. Cuando ese espíritu es, a menudo, la fuente principal de nuestros sufrimientos y agitaciones, ¿cómo encontraremos, sin el concurso de los psicotrópicos, refugio consolador en él? No obstante, en otros pasajes, la distancia se acorta un poco y la proximidad puede llegar a sentirse como tal. Entonces la ilusión de universalidad se hace casi realidad y parece que las barreras de la temporalidad histórica se levantan: "En suma, recuerda que dentro de brevísimo tiempo, tú y ése habréis muerto, y poco después, ni siquiera vuestro nombre perdurará" (IV, 6). O "Dirige tu mirada a la prontitud con que se olvida todo y al abismo del tiempo infinito por ambos lados, a la vaciedad del eco, a la versatilidad e irreflexión de los que dan la impresión de elogiarte, a la angostura del lugar en que se circunscribe la gloria. Porque la tierra entera es un punto y de ella, ¿cuánto ocupa el rinconcillo que habitamos? Y allí, ¿cuántos y qué clase de hombres te elogiarán?" (IV, 3).

Algo más confortado, no por el romano sino por el efecto de los ansiolíticos y el sosiego de la noche con los seres queridos, dejo distancias, solidaridades y universalidades para otro rato y, exiliado de mí mismo, me acuesto.

19 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (19/09/2014)

 

Aunque el resultado del referéndum escocés ha sido meridianamente claro y ha decepcionado sobre todo a los secesionistas de las últimas hornadas, no a los de siempre que tenían claro que ganaría el no de la misma forma que, al menos casi todos los que uno conoce, cada vez se muestran más escépticos respecto a la deriva del "proceso catalán" y preocupados por algunos aspectos centrales de la dinámica del movimiento, en mi opinión en el fondo afectará menos al secesionismo que lo que le hubiera afectado un triunfo del sí. Si éste hubiera sido el caso, el comienzo del lento proceso de negociación con el resto del Reino Unido, las cesiones, los problemas de reingreso en la Unión Europea, etc. hubieran dado un baño de realismo a todos aquellos secesionistas que piensan, más justo dería decir "imaginan", que de la victoria  - aunque sólo fuera por un voto - en la consulta se deduciría automáticamente la independencia en días o meses siguientes y que esperan, mesiánicamente, un cambio radical e inmediato en sus condiciones de vida: eso es algo que, probablemente, sólo una revolución del estilo de las del siglo XX hubiera podido realizar y no siempre en el sentido que algunos anhelan que se produzca.

Por otro lado, para los unionistas y españolistas "invisibles" en Catalunya, sí puede suponer un refuerzo de sus creencias ahora vergonzosamente ocultas por corrección política, incomodidad o silencio obligado ante el espectacular ruido secesionista. Está por ver si empiezan a visibilizarse y contribuyen a que esa otra mitad de los catalanes que están en contra de la independencia o a favor del mantenimiento del statu quo o su modificación en el marco del estado español, se hagan presentes y derruyan la fantasmática imagen de esa Catalunya unánimemente secesionista que los medios de comunicación afines al régimen, y los de la "caverna" españolista, quieren proyectar: ayudaría a situar en su justa medida el "conflicto"...

Finalmente, si los gobernantes españoles tuvieran un mínimo sentido de la estrategia, el ejemplo británico debería animarles a solucionar el contencioso por la vía de una consulta con unas condiciones claras de participación, edad, requisitos y mayorías (tanto para la unión como para la separación), que zanjara para bien o para mal, según cada cual, el debate. Pero el opio nacionalista les rinde excelentes resultados también a los nacionalistas españoles y no parece que estén dispuestos a anteponer la racionalidad y el sentido común a su fanatismo.

Es probable, en realidad, que el referendo escocés no altere nada del panorama de enfrentamiento entre las élites políticas catalanas y una parte de la población que habita en Catalunya y las élites políticas españolas y una parte de la población que habita en el resto del estado. A los grupos que ejercen el dominio en nuestra sociedad les conviene que los dominados dilapiden energías y esfuerzos en luchas epidérmicas mientras se mantienen los niveles de explotación y, se podría decir con cautela, alienación, actuales.

Por cierto, Ignacio Molina el otro día en El País, se hacía eco de una opinión que uno lleva tiempo manifestando: que la actual correlación de fuerzas internacional beneficia al estado español

"Como se recoge expresamente en esos informes, las democracias más avanzadas no aceptan la autodeterminación fuera de contextos coloniales —salvo dramáticos remedios excepcionales— y desconfían de un movimiento que puede ser nacionalista excluyente o, en su versión no esencialista, “purament fiscal i insolidari”. En particular, se contempla la aversión alemana a un proceso donde el decisionismo desplaza la Constitución y puede desestabilizar la integración europea. Tampoco Francia o Italia parecen dispuestas a dar lecciones sobre encajes territoriales a un país mucho más plural que ellas.
Pero en una pirueta que desvincula sus propias premisas fácticas de las conclusiones, el CATN augura que al final los Gobiernos y la opinión pública internacional renunciarán por pragmatismo a sus preferencias (como se ve, muy alejadas de la causa independentista) e intercederán por una Cataluña soberana e incluso miembro de la UE para evitar daños empresariales o financieros. No parece desde luego muy consistente con el propio discurso del procés —que antepone unos ideales a consideraciones prácticas— pensar que, en cambio, los demás subordinarán aquí sus principios estratégicos a cálculos cortoplacistas."

Pero también en el mismo rotativo digital, Lluís Bassets advertía, a propósito de Escocia, que el tiempo no siempre correrá a favor de España:

"La moneda está este jueves en el aire, pero ya no importa del lado que vaya a caer. Escocia será a partir de mañana una nueva nación independiente o ampliará su autogobierno y, lo que es más serio, obligará al Reino Unido a evolucionar hacia una estructura federal. La idea misma de la independencia, sea efectiva o quede meramente en el mundo de las ideas potenciales, ha tomado cuerpo y se ha hecho real en las cabezas de millones de ciudadanos. Si ahora no toma velocidad, porque sus partidarios no son todavía mayoría, lo hará en otro momento, cuando regrese la insatisfacción.

No hace falta comentar los efectos que tendrá la victoria del sí en Cataluña ni el impulso que ha adquirido el derecho a decidir, incluso entre quienes desean rechazar la separación con una votación como la de este jueves en Escocia. Convocar a los ciudadanos de un territorio para que decidan sobre el futuro de sus relaciones con un conjunto mayor ya no es únicamente una cuestión limitada a los territorios coloniales, sino que se puede producir en pleno occidente democrático y civilizado.

Una vez demostrada su posibilidad, ideas como esta se expanden a velocidad vírica. Así es como una vieja y fatigante quimera se convierte de pronto en un objeto real y consistente, deseado o rechazado, tanto da, por millones de europeos, pertenecientes a naciones pequeñas o grandes, independientes o subordinadas."

Y concluía para felicidad de quien escribe: "Todas las naciones son mortales, como los sueños".

18 de septiembre de 2014

Primer libro de David Vázquez


Por correo electrónico David Vázquez me informa de que su primer poemario, La costumbre de enfermar, verá la luz mañana 19 de septiembre.

"Queridas amigas y queridos amigos,

os 
comunico con entusiasmo que el próximo día 19 de septiembre
daré el pistoletazo de salida mi segundo poemario, al que he llamado “La costumbre de enfermar” y que publica ACEN Editorial, 2014. Mi nueva propuesta literaria en la que llevo trabajando desde hace unos años. Se trata de un cuaderno poéco que aborda parte de la visión social que encuentro, de las penurias o del estado al que hemos llegado, moviéndonose entre atmósferas más rurales y otras más urbanitas. Entre el ayer olvidado y la condena a extinguir la memoria y el presente canibal que nos devora. En la contraportada cuento con las líneas del amigo, cuentista y poeta Bacøvicious (Esteban Gutiérrez).


Iremos comunicando por dónde se extiende esta epidemia en firmas, lecturas y demás saraos en los que nos podamos enrolar por aquí:


Ojalá podáis venir a cualquiera de estos eventos. Será una buena ocasión para reencontrarnos, motivo siempre de alegría."


Me alegro mucho por David, se lo merece y más este libro en el que ha trabajado tanto tiempo y con tanto esfuerzo y cariño, aunque uno no puede evitar sentirse disgustado consigo mismo porque aun no haya podido leer su nuevo manuscrito, Riesgo de derrumbe. Lo siento David. En cuanto pueda me pongo en ello. Palabrita del niño Jesús...

16 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XIX): En el Palatino de la Roma Imperial





28 de julio de 2012. Segunda parte.

El paseo hasta el Palatino por el arco de Tito todavía no nos es demasiado dificultoso aunque hemos de comer un poco y descansar unos minutos a la sombra mientras nos avituallamos. Sin una guía, pues se suponía que con los recuerdos de mi primera visita, la estancia de Clàudia unos meses antes y los conocimientos que todos atesoramos debía bastarnos, lo cierto es que nos hemos de detener a menudo para orientarnos y esclarecer qué se conserva y qué no se conserva en el conjunto. Divisamos el impresionante Circus Maximus donde tenían lugar las competiciones à la Ben-Hur del que apenas queda la planta, con la pista cubierta de hierba, y la elevación de lo que debieron ser las gradas. Ahora es un parque público. No obstante, a esta hora, con la poca gente que pasea por él, puede uno imaginarse las dimensiones de las carreras que allí tenían lugar.

Esclarecemos que se conservan las ruinas de los palacios de Augusto, Tiberio y Domiciano. Visitamos los restos de la Domus Augustea y acudo a Yo Claudio para organizar una posible representación del palacio. Se conserva poco, nos perdemos buscando la parte de la casa reservada a la legendaria Livia y nos volvemos a hacer un lío con la Domus Augustana de Domiciano que creemos prolongación del palacio de Augusto. Cuando por fin nos aclaramos un poco empezamos a estar cansados y, pese a los restos de la decoración mural, las flores de los jardines o el hipódromo de Domiciano, no prolongamos más la visita: son más de las dos y media, ni se sabe la temperatura que debe haber y que ningún termómetro del mundo podría calibrar justamente, y volvemos a estar sedientos y hambrientos nuevamente.

Salimos del Palatino para lo que creemos un último esfuerzo: contemplar el bello arco de Constantino. Tras detenernos un rato nos encaminamos al Foro, que nos pilla de camino de retorno, y mirando los billetes nos surge una duda. El ticket es para Colosseo-Palatino-Foro y es válido durante 2 días pero algo en la distribución de los textos y las indicaciones nos induce a alguna vaga sospecha que no formulamos demasiado bien. Acudimos a una de las entradas para aclarar si mañana podemos visitar el Foro a cualquier hora o si ha de ser a la misma hora de entrada que teníamos reservado el Colosseo. Una hosca celadora nos responde que de mañana nada, que el billete no será válido porque hemos salido del recinto y no hemos seguido el orden previsto o algo parecido. Unos tira y afloja confusos no por la dificultad de su italiano sino por nuestra fatiga y su desgana acaban con una súplica que, magnánima, concede para sacarse de encima a estos tontos españoles que no saben leer: nos deja entrar de nuevo en el recinto del Foro para que no tengamos que adquirir una nueva entrada. Son casi las tres y tenemos poco más de dos horas para verlo.

15 de septiembre de 2014

Uno recomendaría (08/09-14/09/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"Reflexions de la setmana de la diada" de Jordi Ramírez:

"Diumenge llegeixo dos articles de caràcter diferent tot i ser ambdós d’un tarannà diguem-ne unionista. Un està signat per la professora Mercè Vilarubies i l’altre per Pedro J. Ramírez. Tots dos malgrat estar en contra de la independència reconeixen que entre Espanya i Catalunya hi ha un problema i coincideixen en que entre les possibles mesures per solucionar-ho caldria incrementar l’amor dels espanyols no catalans per la llengua catalana, propiciant, per exemple, el seu coneixement als centres d’ensenyament..."

14 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (14/09/2014)


Resulta difícil pasar por alto las objetivas proximidades entre la estética secesionista y la propia de los totalitarismos. Esta semejanza no equivale, forzosamente, a nada. No se pueden extraer conclusiones apresuradas. Sin embargo, toda estética es, de hecho, una ética y como tal debe ser cuidada y sopesada. El problema es que el entusiasmo sólo admite unas pocas vías de expresión. Es un "sentimiento" altamente estereotipado en nuestras sociedades (tal vez lo sea en todas) y no entran entre sus rasgos distintivos ni el humor ni la pausa reflexiva: ni la distancia sonriente, ni el estudio y análisis de las implicaciones de la acción. El entusiasmo es trascendental, jubiloso, feroz y en despreocupado movimiento. No hay lugar en él para la calma. Ya decía Shaftesbury que el entusiasmo pierde "el testimonio de los sentidos", inflama "la imaginación" y consume "por completo en un instante la mínima partícula de juicio y de razón" (Carta sobre el entusiasmo, trad. de Agustín Andreu, p130).

Los secesionistas harían bien en cuidar los detalles estéticos, medirlos, no abusar de cierta fantasmática para no espantar a todos aquellos que, sin compartir su proyecto, no estamos, sin embargo, "en el otro lado". No se nos debería asustar si el propósito, en verdad, es ganar la mayoría, esa mayoría que todavía no tienen a su lado. Por ejemplo: el plan de reclutar 100.000 voluntarios para ir "casa por casa" convenciendo a los catalanes de votar "sí" a la independencia, puede tener un innegable tufo religioso-sectario dependiendo de cómo se organice y provocar un rechazo mayor. Podrá ser leído como una campaña "a la americana" (los partidos norteamericanos recurren al "casa por casa" frecuentemente) si los voluntarios se limitan a dejar la propaganda en los buzones y no se muestran invasivos ni vehementes, como acostumbra a suceder en USA. Pero uno se teme que ése pudiera no ser el caso general y acabemos encontrándonos más bien ante una actitud de colonización del domicilio privado por parte de entusiastas creyentes que nos traen la "buena nueva": la línea entre la legítima voluntad de informar y la persuasiva evangelización puede ser muy fina y debería ser ensanchada porque también es delgada la que separa estética de ética.

13 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XVIII): En el Coliseo de la Roma imperial


28 de julio de 2012. Primera parte.

Las notas del día de hoy son escasas. Tres o cuatro palabras garabateadas en la libreta que apenas se pueden desarrollar por la noche, casi de madrugada, mientras espero que el clonazepam haga su efecto. Sólo conforme el sosiego me domina relleno los huecos y extraigo de la memoria lo que, de ninguna manera, había quedado escrito. Un falseamiento más por mor de la estilización.

Un día consagrado a zambullirse en el pasado que se quiere hacer presente vivo a través del monumento o de un presente del que se fuga en busca de un pasado que se revive de acuerdo a los modelos artísticos (televisivos como Yo Claudio, cinematográficos como Gladiator y literarios como Julio César o Los idus de marzo o algunos poemas de Kavafis o filosóficos como Séneca o Ciceron).

A primera hora de la mañana comienza una larguísima y extenuante jornada bajo un calor aplastante. Calculo que en todo el día debo haber bebido más de tres litros de agua lo cual debe ser mi récord: la sensación de agobio, deshidratación y fatiga ha empezado mediada la visita del Colosseo y no ha hecho más que incrementarse conforme iban pasando las horas. Cuando a media tarde hemos llegado al apartamento la fatiga del día, más la acumulada de los días anteriores, me ha provocado un ataque de pánico que ha necesitado de una consulta urgente a mi médico en Barcelona, muchos ejercicios de respiración y dos chutes de ansiolítico.

En el Colosseo hemos empleado mucho más tiempo del que esperábamos. Como teníamos hora muy temprano hemos disfrutado de una relativamente poco masificada visita durante las dos primeras horas. Hemos podido, de esta forma, contemplar en su grandeza la ruina desde casi todas las perspectivas posibles (a pesar de que días después, en Barcelona, me entero de que se podía subir con un billete especial hasta el tercer nivel al cual no llegamos) y, más tarde, adentrarnos en sus entrañas para observar los paneles explicativos y las reconstrucciones que, casi puedo asegurar con certeza, hace treinta años no existían. A mis más de 45 años y con todo el bagaje de lecturas de y sobre la antigüedad greco-latina, a la pregunta de Esther de cómo podían inundar la pista para celebrar batallas navales he respondido, con naturalidad, que lo que se hacía era conmemorarlas sobre seco. Así, tan panchamente. Me ha indicado un cartel donde se describía pormenorizadamente cómo se inundaba el foso y me he quedado tan perplejo como poco después cuando he sabido que, para las jornadas de lluvia, se cubría hasta más de la mitad con un toldo que se extendía desde la parte superior de la última grada mediante un sistema llamado Velarium.

11 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (11/09/2014)


Hoy Marc cumple 14 años. También hoy es un día crucial para muchos secesionistas, especialmente los de "nuevo cuño". J. un secesionista de primera hora no concedía, ayer, demasiada importancia al acto de hoy: no comparte el entusiasmo desmesurado que gobierna a tantos que creen que mañana Catalunya estará en la vía de la independencia a un paso de ella. Sabe que es un camino largo y difícil. De todas formas, uno le deseó un buen día como a aquellos otros de mis amigos y compañeros que estarán hoy en la gigantesca "V" que se escenificará en torno a las dos grandes arterias de Barcelona: lo cortés no quita lo valiente y primero están las personas.

Respecto a la "V", no cabe dudar de que será un éxito y que, probablemente, supere en efecto a la "Via" del año pasado. Otra cosa será el número pero eso es lo de menos. La Televisió Nacional determinará el más de millón y medio de participantes necesario para mantener la tensión del movimiento. Y no lo dice sólo uno. Hasta la sección del Sindicat de Periodistes de Catalunya de la Televisió Nacional, poco sospechoso de connivencia con unionistas y españolistas, se quejaba de la sustitución de la información por la propaganda que ha tenido lugar en el otrora prestigioso medio público catalán. Como no pueden ser denigrados como enemigos se hace el silencio en torno a su crítica pero ahí está.

Tanto para el paquistaní de la tienda de liberación de móviles de la calle, que lleva días luciendo una camiseta amarilla con la "estelada" a pesar de que no podemos hablar en catalán, como para el representante exquisito del lumpen que el otro día en el metro, borracho y violento, gritaba en perfecto castellano que "acabaremos con los putos españoles que nos prohíben incluso hablar nuestra lengua" (sic!) o como para el sindicato de profesores nacionalista, que incitaba a participar en la movilización proclamando que "Aquest any és decisiu; el 9 de novembre comença l’11 de setembre. La Diada és la jornada històrica on comencem units un país nou. Guanya amb tothom i reserva’t un lloc per a la història" ("Este año es decisivo; el 9 de noviembre comienza el 11 de septiembre. La Diada es la jornada histórica donde comenzamos unidos un país nuevo. Gana con todos y resérvate un lugar para la historia"), hoy empieza el fin de la sumisión a España.

¿Tendrán razón?

10 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XVII): Villa Borghese


27 de julio de 2012.

Primer día, en rigor, en Roma. La mañana no tiene el encanto de las mañana florentinas quizás porque el apartamento es muy caluroso, poco cómodo y viejo y porque, aunque estamos en una buena zona de la ciudad, el microuniverso anacrónico de la ciudad de los Médici ha dejado de existir. Capuccinos y lattes con bollería para empezar una jornada en la que, a las nueve de la mañana, el calor se presiente. Mientras caminamos con paso rápido a la Galleria Borghese, tenemos hora de visita a las 11:00, la capital empieza a recoger para sí el sol del mundo: espera poder cocinarlo en sus callejuelas y servirlo en su asfalto. Es inevitable recordar el porqué de tantas, y tan bellas, fuentes en esta ciudad. A pocos metros del apartamento ya me han dado ganas de remojarme el cuello en la Fontana del Tritone de la piazza Barberini, obra de Bernini, a apenas cien metros de nuestro nuevo domicilio pero me ha parecido un mal comienzo sobre todo de cara a mis hijos.

Con apuros llegamos a la hora fijada a la Galleria que, desde buen principio, se nos anuncia como una auténtica fiesta de Bernini aunque los folletos nos hablan de Caravaggio, Bellini, Tiziano y muchos otros.

Y, efectivamente, nos encontramos en la sala de entrada - conocida por el nombre del autor que le dio la forma final, Mariano Rossi - estatuas, bustos y algún autorretrato de Bernini, todo y que no nos impresionan tanto como esperábamos: ¿obras menores?. Seguidamente, L'ultima cena de Bassano, Allegoria della scoperta dell America de Zucchi, Il colosseo de Canaletto, Norandino e Lucina sorpresi dall'orco de Lanfranco y el Cristo flagellato de Tiziano, nos apasionan sobre las demás. Empezamos a disfrutar. En el recorrido por la planta superior nos esperan sorpresas mayores: por ejemplo, el Ritratto d'uomo de Antonello da Messina, que parece perseguirte con su mirada a ratos indulgente, a ratos burlona, a ratos suspicaz, por donde quiera que te muevas, el casi hiperrealismo avant la lettre y el intenso colorido de La Deposizione de Rafael, primorosamente enmarcado por las cinco telas del austríaco Anton von Maron que decoran el techo de la sala en torno al tema de Dido y Eneas, o el intenso y sutil erotismo de la Venere ed Amore con un favo di miele de Cranach.

Descendemos de nuevo a la planta baja para abordar las salas que albergan las obras más importantes de Bernini y nos damos de bruces con la memorable Il ratto de Proserpina, una de esas esculturas ya vistas hace años en alguna diapositiva de la clase de Historia del Arte y cuyo dramatismo y dinamicidad saboreamos con el placer del reconocimiento de lo ya apreciado en su momento, como unos minutos después hacemos con la magistral Apollo e Dafne. Entre ambas, dos obras de Caravaggio destacan entre las demás: La Madonna dei Palafreneri y el espectacular Giovane con canestra di frutta, cuyo magnetismo tal vez provenga del contraste entre la minuciosa representación del bodegón y el impresionismo del rostro del joven.

Tras casi tres horas, abandonamos la Galleria para pasear por Villa Borghese. Explico a Esther y los niños la impresión que me produjo en el verano de 1980: acostumbrado a los diminutos y secos parques y jardines de Barcelona, el parque romano, amplio y frondoso, se convirtió en una especie de paradigma del jardín público hasta que lo desplazó el Bois de Boulogne algunos años más tarde. En esta oportunidad, sin embargo, Villa Borghese parece haber perdido parte de su esplendor: parterres secos y descuidados, plazas sucias y árboles enfermos reemplazan la exhuberancia por la senectud. No resulta un paseo tan hermoso como uno esperaba. Tras fotografiarnos junto al famoso monumento a Goethe de Eberlein, abandonamos los jardines con la sospecha de que no volveremos.

8 de septiembre de 2014

Uno recomendaría (01/09-07/09/2014)


 Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"Extremenidades" de Alvaro Valverde:

"Agosto es un mes cargante. Podría entrar en pormenores, pero prefiero dejarlo así. Bueno, no del todo. Daré un par de muestras de su presunta irritabilidad. Acaso las más llevaderas. Por ejemplo, esa rimbombancia de los Premios Ceres, un dispendio a costa del erario con el que cada año nos castiga, desde hace dos, el Gobierno -antes Junta- de Extremadura. Que con ese dinero gastado a lo tonto, en tiempos de penuria, y para nada se podrían hacer muchas otras cosas (editar algún libro más y mejor, pongo por caso) es algo que a los responsables de la cultura regional les importa sencillamente un pimiento..."

"De formación del profesorado" de Alberto Royo:

"El 6 de agosto publiqué en este mismo blog un artículo, titulado "El profesor devaluado", en el que criticaba la marginación de los contenidos académicos y disciplinares en los planes de formación del profesorado de las administraciones educativas. Y ayer decidí escribir al Servicio de Formación y Calidad del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, en representación de la Asociación de Profesores de Secundaria, para hacerles llegar la desmotivación de muchos docentes en relación con los cursos que se vienen ofertando para su (supuesto) perfeccionamiento y/o actualización. Argumentaba en ese correo que limitar la formación a cuestiones no académicas no es nada sensato, por cuanto deja fuera los aspectos disciplinares, imprescindibles si lo que se pretende es garantizar el perfeccionamiento profesional del profesor en su tarea docente..."

Y "El Digital Cliff o la singularidad negativa" de Rais Busom:

"Nos dice Google que 100 de sus búsquedas consume la misma energía en sus datacenters, que planchar una camiseta. Hay que concienciarse, que los límites de la tecnología son los límites de la energía. La entropía aplica a todo: "a digital cliff is a point at which a digital signal is no longer receivable"...


6 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (06/09/2014)


El pasado martes, a media tarde, dediqué un rato a ver un debate en la Televisió Nacional Catalana sobre el "caso Pujol". No es que cediera a la tentación sino que intentaba salvaguardar el empeño de la equidistancia en estos días tan tensos. Era la primera vez que, aparte de la predicción meteorológica, el futbol y algunas películas, sintonizaba un programa de "opinión" en la cadena nacional en más de tres años. Lo más significativo no fue el patético espectáculo de los intelectuales, por llamarlos de alguna manera, apacentados e incapaces de realizar una crítica sólida y sin miramientos del asunto, como el sociólogo Salvador Cardús uno de los popes teóricos del secesionismo, sino la sensación de melancolía y desarraigo, de exilio que experimenté ante una representación de Catalunya que ya no me incluye, a la que no pertenezco. Huérfano de aquella Catalunya polifónica y mordaz, sin poder refugiarse en una España de la que uno nunca se ha sentido parte, no añora sin embargo, el cosmopolitismo burgués que Vargas Llosa oponía al provincianismo rampante que veía en la Barcelona de los noventa pero sí la variedad, la reclusión del fanatismo en las capillas, los campos de fútbol y las casas y especialmente la crítica, la autocrítica y el sentido del humor que suelen acompañar a la falta de entusiasmo.

Decidido: uno detesta el entusiasmo. O tempora o mores...

4 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (04/09/2014)


El pasado lunes uno recogió, a modo de apuntes dispersos y poco reflexionados, algunas de las impresiones más destacables de este agosto barcelonés empapado de entusiasmo secesionista. No fue un análisis equilibrado y apenas fue mediado teóricamente. Llevó aparejado, además, una carga de nostalgia justificable biográficamente pero irrelevante o más bien perjudicial cuando uno se confiesa abiertamente antinacionalista pero intenta combatir, con las escasas luces del sentido común y la racionalidad, el fanatismo religioso vestido de nacionalismo sin demonizar ni simplificar como los patriotas de cualquier cuño acostumbran a hacer.

Esta parte abiertamente subjetiva, por ello, quedaría incompleta sin el añadido del esfuerzo de un cierto procesamiento intelectual de estas y otras impresiones para apartarlas en la medida de lo posible de su calidad de anécdotas y añadirles algún valor pertinente para la acción. Así, es innegable que los secesionistas han recibido un duro golpe, otro más, en su descabellada valoración del contexto internacional. La ilusión irreflexiva, basada en el axioma de la vagancia española frente a la laboriosidad catalana, del subsidiarismo africano frente al emprendimiento catalán, se sigue mostrando tozudamente como ficticio: la última prueba ha sido el respaldo de Alemania a la política de Rajoy respecto al proyecto secesionista. No encuentra aliados la causa secesionista aunque los voceros de la causa, mi querido Vicent Partal especialmente, se empeñen en resaltar las migas y hacer pasar por oro el latón. Es cierto que esta situación no tiene por qué ser eterna, como parecen creer, soberbios, los nacionalistas españoles, pero es bien cierto que los asesores de Mas cometieron un error garrafal al confundir su elitista y engreída concepción del estado español con la realidad. Uno ya dejó constancia por aquí de que, aunque no tenga ningún valor probatorio sino sólo indicativo, simbólico, indiciario, entre los amigos que tiene en Alemania, de distinta extracción social y opción política, no se entiende en absoluto el secesionismo catalán que se ve como una forma de egoísmo insolidario y avaricioso propio de movimientos reaccionarios como los de la Liga Norte. Necesitarán mucha pedagogía, realismo, humildad, esfuerzo y suerte, para invertir esta tendencia en el futuro más próximo. A ver...

Por otro lado el "caso Pujol" puede hacer un relativo daño al programa secesionista pero no tanto como quieren los voceros españolistas. No hay que olvidar que aquellos que, en España y en Catalunya, ahora se rasgan las vestiduras, sabían el aroma a corruptela que emanaba del clan Pujol. Quien haya estado por la Cerdanya y haya visto las propiedades familiares no podía ignorar que había "gato encerrado". Ya se le escapó a Pasqual Maragall aquello del 3%, que era un secreto a voces y mostraba los índices de corrupción institucionalizada en los que se movía la Administración catalana. Mas el que fuera "español del año" para ABC, ahora vilipendiado, ya era poco honorable hace veinticinco años por lo menos a los ojos de uno. Lo que suecede es que a la clase política española y sus acólitos mediáticos ya les venía bien y nada tenían que decir respecto a cómo mangoneara su feudo. El problema ha surgido cuando ha querido convertir su feudo en reino. Como le comentó a uno el otro día un amigo madrileño abiertamente españolista, "Roma no paga traidores. Pujol ha roto el pacto, pues que se atenga a las consecuencias". En fin. Con  todo, es innegable que entre una porción de electores de Convergència,  nacionalistas, católicos y poco sofisticados ideológicamente, que se habían convertido en independentistas por inercia y por seguir a su partido y a Pujol, los reparos expuestos en privado acerca de la fortuna de la empresa secesionista pueden dejar de serlo. La mayoría de ellos acudieron al 11 de septiembre de 2012 bajo el lema del "Concierto económico", que era el estandarte oficial de la convocatoria, y se dejaron arrastrar por la movilización secesionista que secuestró, inteligentemente, el acto. Es probable que retornen paulatinamente a su posición catalanista pero no secesionista pero no conviene engañarse: ni conforman un núcleo especialmente numeroso ni mucho menos dinámico en el seno del catalanismo como para desacelerar un proceso bien embragado. Si Unió, como parece, se financia bien con el gran empresariado antisecesionista y se presenta en solitario cosechará, tal vez, los suficientes votos entre este colectivo como para dificultar un cambio de marcha del movimiento pero este freno se compensará con la radicalización de los más intransigentes: el escenario de enfrentamiento violento seguirá siendo el más probable a corto y medio plazo. Y, dicho sea de paso, la táctica unionista de extender la "corrupción" a todo el secesionismo identificando Pujol-nacionalismo-secesionismo y corrupción si sigue como hasta ahora no rendirá demasiado además de ser groseramente simplista e inaceptable conceptualmente.

Ahora bien, un ejemplo de que esa tendencia insurreccional tan sólo potencial en este momento, latente, puede actualizarse pronto, se ha tenido en el lamentable espectáculo que un grupo de trabucaires de Cardedeu protagonizaron hace pocos días. Uno ya advirtió, el año pasado, del acento que los secesionistas estaban poniendo en las marchas paramilitares y la parafernalia agresiva. El "fusilamiento simbólico", que tanto bombo ha tenido en los medios de comunicación españoles, no es algo tan aislado como los medios afectos al régimen de aquí se han empeñado en mantener aunque tampoco sea la euskaldunización que otros pretenden, pero sí sirve como muestra de que el camino hacia un conflicto violento no es únicamente una argucia criptoespañolista o el desvarío pesimista de gente de mal pensar como el que escribe, sino una posibilidad real que no será fácil conjurar: la mayoría de nacionalistas de ambos bandos se encaminan sin pestañear hacia allí.

Por último. Uno no está tan convencido como lo están los españolistas y unionistas de que el president Mas no "sacará las urnas a a la calle". Si no lo hace o no escenifica algún tipo de deslegitimación radical de la legalidad española quemará su ya escaso crédito político y moral quedando ante los suyos como un irresponsable aprendiz de brujo. Francesc de Carreras hablaba hace poco en El País del soufflé secesionista y apostaba por el regreso al seny. Dejando de lado la valoración implícita no está claro que, si se busca la secesión de Catalunya, la conducta racional sea la de no deslegitimar al estado del que se quiere salir: es racional evitar el enfrentamiento, al menos en el actual contexto, pero no necesariamente renunciar a acciones que den legitimidad al nuevo "poder constituyente" (por utilizar la terminología quizá no del todo obsoleta de Antonio Negri) y que, inevitablemente, pasan por minar el "poder constituido". Otra cosa es que, hasta ahora, en el planteamiento secesionista el realismo y la racionalidad no hayan podido someter al entusiasmo y la obcecación pero aun no es tarde y aunque pueda parecer paradójico tal vez desde el punto de vista racional Mas deba escenificar algún acto de desobediencia civil (sin consecuencias penales, claro está).

3 de septiembre de 2014

"Otro" viaje a Italia (XVI): De Firenze a Roma


26 de julio de 2012.

El tren de Alta Velocidad entre Firenze y Roma salía a las 13:00 así que, tras dejar el apartamento y sus pequeñas incomodidades conocidas (la falta de cortinas gruesas para conservar la oscuridad por las mañanas en la buhardilla donde dormían Clàudia y Marc, el escaso menaje de cocina o la falta de ascensor), coger uno de esos minibuses que circulan por el centro histórico de la ciudad y dejar el equipaje en la consigna de la estación, ocupamos el tiempo en una última visita de turístico rigor que, además, cae por los alrededores: Santa Maria Novella la basílica con la célebre fachada obra de Alberti.

De nuevo resuenan los ecos de lo ya aprendido, y la confirmación de su validez, ante las obras y la tumba de Ghirlandaio, la memorable Trinità de Masaccio, que nos retrotrae a los momentos más deliciosos de la asignatura de Historia del Arte del Curso de Orientación Universitaria, el no menos recordado Crocifisso de Brunelleschi fruto (¿o ya no según los historiadores de la actualidad?) de la rivalidad con Donatello y su Crucifixión, la famosa Cruz de Giotto, uno de los precursores del Renacimiento, los frescos de Vasari o la capilla que pintó Filippino Lippi. Después de más de dos horas en Santa Maria Novella, y tras unos helados y un breve paseo por la piazza y las vías cercanas, cogemos el tren no sin antes sufrir un poco por la mezcla de señalización insuficiente para un extranjero, muchedumbre y alboroto: la estación de Florencia hace a la de Puerta de Atocha pulcra y  organizada.

Durante el viaje, que transcurre monótono como casi cualquier viaje en Alta Velocidad, acabo los dos ensayos de Gracián y me concentro en la lluvia que cae por vez primera desde nuestra llegada a Italia. La esperanza de unos días de temperaturas más suaves en Roma que en Florencia cobra fuerza en nuestro ánimo: se desvanecerá nada más pisar el andén de la gigantesca Roma Termini.

Con los primeros pasos por la bulliciosa Roma uno añora en seguida la quietud museística del casco antiguo de Florencia. Es más, fruto probablemente del cansancio y del efecto provocado por el pésimo apartamento alquilado, que convierte las incomodidades del florentino en minucias, me exaspero por el gentío, el ruido y el tráfico. Tan sólo al anochecer, sentados en la piazza Spagna, a apenas diez minutos andando de nuestro alojamiento, me reconcilio con la ciudad eterna pese al calor y la fatiga: suena Love theme de Barry White y su Love Unlimited Orchestra e invade la plaza desde un edificio cercano amortiguando motores, bocinas y gritos y regalándonos unos minutos de placidez que se extenderán hasta que volvamos, en plena noche, al piso.

"Lo cierto es que a todo héroe le apadrinaron el valor y la fortuna, ejes ambos de una heroicidad" (Baltasar Gracián, El héroe, Primor X).

1 de septiembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (01/09/2014)


De vuelta tras un mes y medio de alejamiento de la blogosfera y relativa desconexión con el entorno habitual e inmediato, mes y medio dedicado al letargo, el viaje y el juego y pese a una complicada situación internacional que parece no presagiar nada bueno (los conflictos en Irak, Ucrania y Palestina pueden agudizarse y componer un panorama preocupante), por estos lares, ni literatura, ni política internacional, ni historias singulares parecen tener densidad alguna ante la saturación social, psicológica y lingüística que segrega el escenario de la lucha por la independencia de Catalunya y del pueblo catalán.

Así, el aterrizaje a principios de agosto en Catalunya resultó de todo menos agradable. Viniendo de la hermosa, aunque saqueada y desvencijada Grecia, donde uno se dedicó a buscar, como en Italia, las huellas de una pretérita universalidad quizás perdida para siempre, la llegada a Barcelona nos suministró la patencia de esa presencia que renuncia a la universalidad, posponiéndola como epifenómeno de una singularidad irreductible e imposible de extender más allá de unos límites que son, ante todo, sagrados y que, en el fondo, la niega. No es privativo, por supuesto, de Catalunya. Seguramente en la Grecia que uno renunció a ver debe poder observarse semejante fuerza y vigor de la frontera. Desde luego también allende el Ebro anida y en casi toda Europa es, cada vez más, un movimiento que parece en ascenso pero, en cualquier caso y egoistamente, no dominaba la Catalunya en la que uno ha vivido la mayor parte de su vida y que ahora añora aunque fuera, como lo era, una construcción más al servicio de las clases dominantes que amparan el nacionalismo español que de las que se sirven del catalán. En los nuevos tiempos, la nueva Catalunya no deja de ser "otra" construcción, al servicio en esta ocasión de quienes promueven el nacionalismo catalán: en ese sentido el cambio es mínimo, lampedusiano, casi nulo o tendente a cero. Pero en el terreno sentimental (cómo no tenerlo en cuenta si uno se pasa el verano releyendo a Proust) la fractura es notable e incluso algo desagradable aunque racionalmente pueda reconocerse su relativa "injusticia". Llegar a Barcelona y toparse con el intenso ruido mediático y social alrededor de "la consulta" y "el proceso" es de todo menos volver "a casa".

De todas formas, como tampoco es que uno se haya sentido nunca demasiado enraizado en lugar alguno, pronto el resabio romántico no tardó en dejar paso a esa perplejidad intelectual que me domina desde hace un par de años ante "el espectáculo" del conflicto catalán y las reflexiones que puede conllevar. Sin embargo, algunos detalles a ras de suelo que no deben, de momento, pasar de eso, de observaciones, me parecen dignos de mención.

Lo primero que cabe destacar es que el "compromiso" de los medios de comunicación con el proyecto secesionista no sólo no ha menguado sino que se ha intensificado. La propaganda, liminal y subliminal, basta y refinada, que infesta toda la programación de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals lejos de atenuarse se ha intensificado ante la proximidad de un 11 de setembre que se considera decisivo y respecto a cuyo éxito algunos abrigan dudas: no deberían, está asegurado con la representación televisiva que se realizará. Ahora bien, el precio que paga - y pagará - la prensa del futuro (o no) estado catalán es posible que sea tan descomunal que acabemos ante unos medios de comunicación más cercanos a los de Rusia, Israel o Irán que a los de Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos, por poco que sean desde cierta mirada.

Uno ha podido constatar, también, que el secesionismo que aparece en los medios y que aparentemente domina en la ciudad de Barcelona, aparentemente pragmático, poco romántico y en absoluto etnicista, no se corresponde en absoluto con el que domina en el resto de Catalunya. En las cuatro provincias, quizás donde menos en la ciudad de Tarragona, el secesionismo etnicista es hegemónico y no atiende a tácticas ni componendas. De algunas conversaciones con simpatizantes de ERC que no viven en Barcelona y sus alrededores, la imagen del independentismo y de la futura Catalunya que uno puede extraer es de todo menos tranquilizadora y no debería ignorarse. El previsible fracaso del proyecto de los "iluminados" que asesoran al president Mas parece que llevará, más pronto que tarde, a la radicalización del secesionismo y al predominio de su variante etnicista.

Asimismo, a modo de apunte anecdótico, a partir de las fiestas de Gràcia, en las que tuve ocasión de observar, en su salsa, la agitación de los grupos de la extrema izquierda independentista y las Juventudes de ERC, uno pudo constatar que el fenómeno, que ya se dio en Euskadi, de jóvenes procedentes de la inmigración española que se convierten al independentismo más fundamentalista e intransigente está fermentando con particular vigor por estos pagos. Y su furor de conversos es digno de análisis. Otra señal preocupante.

Finalmente, una última anotación: en menos de un año tres tiendas especializadas en productos de merchandising independentista, desde zapatillas a camisetas pasando por bragas y calzoncillos (de momento uno no ha visto tangas tal vez por el regusto católico de una parte del secesionismo catalán, el que alimenta las bases de Convergència), mecheros, cubertería, menaje o ropa del hogar, se han inaugurado en las proximidades de mi domicilio en la parte este de Gràcia. El secesionismo es, también, una oportunidad de negocio no sólo para los intelectuales de izquierda descolocados por el auge del neoliberalismo y el fracaso del socialismo que nutren las filas de los "productores de opinión" sino también para muchos "emprendededores".

Cierto que estos "detalles" son sesgados y no respetan el principio de equidistancia que uno se ha propuesto seguir en estas notas pero ya intentaré compensarlo con el análisis racional y la observación de esos otros actores del espectáculo que se escudan bajo la bandera de España.