Francesc Homs, el nuevo hombre fuerte del gobierno de Mas, el encargado de organizar la consulta y recabar los apoyos exteriores necesarios para ello, ha dejado claras sus intenciones: se trata de que el ciudadano catalán perciba los feroces "ajustes" de este próximo año no como una política intencionada del gobierno de de la Generalitat, ni mucho menos como el resultado de su ineficacia o ahora, en virtud del pacto, tampoco como el desbarajuste resultante de la herencia recibida, sino como una imposición de España y su Gobierno. Lo ha dejado claro. Al menos eso no se le puede echar en cara.
Ahora resultará que los recortes de los dos años anteriores practicados con sumo entusiasmo y voluntad ejemplificadora (uno recuerda las admoniciones de Mas a Rajoy al respecto) también fueron imposiciones "españolas"...
Lo peor es que este clarísimo efecto de "inversión", de "ideología" en el sentido más puramente marxiano del término, tiene bastantes posibilidades de salir a flote y convertirse en un dogma aceptado por la comunidad secesionista. Si al final esto es así, la cosa no pinta demasiado bien. Una cosa es el evidente déficit fiscal y otra tragarse según qué...