30 de noviembre de 2016

La enseñanza por proyectos

Este pasado fin de semana se celebraron las V Jornadas de Secundaria en Barcelona. En esta ocasión el tema escogido fue, como dirían los periodistas, de "rabiosa actualidad": el aprendizaje por proyectos. Probablemente esta edición haya sido la mejor de las que ha organizado el sindicato tanto por la calidad y el rigor de las ponencias, como por la buena organización y la notable afluencia de público.
El primer día, Jesús C. Guillén, analizó las virtudes y límites del aprendizaje por proyectos desde el punto de vista de la neurociencia. Con una exposición chocante para muchos de nosotros por su vehemente y teatral puesta en escena, aportó buenos argumentos sostenidos en evidencias científicas para apoyar la utilidad del trabajo por proyectos pero también para no tomarlo como una panacea y ser prudentes en su posible generalización a todas y cada una de las etapas educativas. Después, José Manuel Lacasa, con la misma brillantez que exhibiera el pasado año, realizó una sólida, irónica y apabullante descripción del papel nuclear del adelgazamiento curricular en el declive de los sistemas educativos europeos y, al tiempo, en el auge de los asiáticos. Pero esta vez el despliegue de datos y motivos se acompañó de una pertinente reflexión acerca de hasta qué punto esta visión pedagógica, hegemónica actualmente en el viejo continente, es inseparable del dominio que, en el ámbito de la opinión pública, ejercen los movimientos ideológicos antiintelectualistas (de derecha e izquierda). Unos grupos que, objetivamente, están estrechamente relacionados con determinadas finalidades económicas.
El segundo día, el expresidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, desmintió - por una vez - mi inquebrantable fe en la estricta universalidad del Principio de Peter así como de la utilidad de poner entre paréntesis los prejuicios políticos a la hora de analizar críticamente un problema. De su impecable conferencia destacaría el hincapié que hizo en que la influencia entre emoción y cognición no es unidireccional, como algunos partidarios de la "nueva escuela" pregonan leyendo unilateralmente, y mal, algunos modelos suministrados por la neurociencia, sino que entre ambos fenómenos se da una interacción muy compleja, y su apuesta por acercarse al Mastery Learning como estrategia más compensada y avalada científicamente para abordar la consecución de los fines educativos públicos.
Una reflexión rica y sosegada que es, justo, lo que no abunda precisamente en el espacio de discusión pública acerca de los principios y fines de la enseñanza en nuestras sociedades.

26 de noviembre de 2016

Fidel

"¡Papá, Fidel ha muerto!". Ha sido uno de los primeros pensamientos que han acudido tras conocer la noticia de su muerte. Como si mi padre todavía estuviera vivo. Un enunciado que ha brotado automático, mecánico, involuntario. Irracional y fantasmático como el sentimiento de pesar que lo acompañaba y que me ha costado disipar. Para mi padre, como para mi abuelo, Fidel Castro era la encarnación de la esperanza, el símbolo de la posibilidad de los oprimidos de acabar con su sufrimiento. Para uno, aunque hubiera algún rastro de esa grandeza al principio, uno de tantos enterradores de los ideales emancipatorios del comunismo. Sin embargo, esta mañana, el sustrato sentimental heredado ha sido capaz de imponerse durante un buen rato sobre el racional. Luego, afortunadamente, la reflexión ha vuelto a situar su figura en el contexto de las perversiones totalitarias pero me temo que en esta oscilación nos hemos movido muchos. Demasiados quizá...

22 de noviembre de 2016

A vueltas, una vez más, con Trump

Tan sólo para dejar constancia de la creciente convicción de uno de que, junto a las fundamentales explicaciones económicas y sociológicas, una serie de variables relacionadas, en un sentido amplio, con lo que Offe denominaba "crisis de opinión pública", también han podido intervenir en este posible cambio de régimen en el centro del imperio. Una de ellas podría ser el vínculo entre el movimiento de corrección política y el infantilismo que buena parte de la izquierda norteamericana ha abrazado.

19 de noviembre de 2016

Microcríticas (4)

El Doctor Zhivago. Boris Pasternak.
Es difícil sustraerse a la impresión de que en el éxito de esta obra, aparte de la realización cinematográfica de David Lean y la represión estalinista, algo tuvo que ver la CIA y su estrategia de propaganda antisoviética como recientemente se ha probado. Demasiadas ayudas exteriores a la obra para aquellos que creen en el valor intrínseco del texto literario independientemente de sus condiciones sociales. La estructura providencial de la obra, en su estricto sentido cristiano, es probablemente lo más rechazable: la lógica narrativa sustentada en una enmascarada intervención divina, que permite los reencuentros más insospechados y la superación de los imponderables físicos, no se aviene demasiado con el supuesto realismo de los acontecimientos.

16 de noviembre de 2016

¿Socialismo o barbarie?

A propósito de la victoria de Trump, el poeta Monedero - que también recurría a la comparación entre el multimillonario y Hitler -, reivindicaba el viejo "socialismo o barbarie." Posiblemente no le falte algo de razón siempre y cuando, a la luz de la experiencia histórica de las realizaciones socialistas, se añadan signos de interrogación a la expresión para atenuar su carácter apodíctico. Y después, se tenga en cuenta que la opción por el primer miembro del par debe tomarse como un mal menor ante el segundo, no demasiado más so pena de olvidar los gulags...

11 de noviembre de 2016

Trump y la democracia

Es difícil saber si la comparación entre Hitler y Trump es pertinente. Algunos norteamericanos creen que las diferencias entre el magnate y Hillary Clinton son superficiales y magnificadas por los medios de comunicación europeos. Puede que así sea en parte: la estética e intereses de la mayoría de estos se acomodan más fácilmente a los patricios liberales que a los conservadores populistas. Con todo, también es posible que el arrogante y xenófobo futuro presidente estadounidense lo sea de verdad y que, como ocurrió en Alemania en los años treinta, la descripción marxista sea demasiado simplista e ignore las diferencias entre un matón extremista y una ricachona moderada con el resultado que todos sabemos. Es pronto para saberlo. Lo que sí se puede argumentar, a la luz de lo sucedido en estas elecciones, es que la democracia, por sí sola, no garantiza nada ni es el mejor sistema posible, por definición, abstractamente: la gente puede elegir a un estúpido o a un criminal para gobernarlos como sucedió con el cabo austríaco. Sin justicia social e ilustración, el igualitarismo democrático acaba deviniendo algo puramente formal y, por ello, también falaz.

8 de noviembre de 2016

Escribe Stefan Zweig

"En honor a la verdad debo confesar que en aquella primera salida a la calle de las masas había algo grandioso, arrebatador, incluso cautivador, a lo que era difícil sustraerse. Y, a pesar del odio y la aversión a la guerra, no quisiera verme privado del recuerdo de aquellos primeros días durante el resto de mi vida; miles, cientos de miles de hombres sentían como nunca lo que más les hubiera valido sentir en tiempos de paz: que formaban un todo. Una ciudad de dos millones y un país de casi cincuenta sentían en aquel momento que participaban en la Historia Universal, que vivían una hora irrepetible y que todos estaban llamados a arrojar su insignificante «yo» dentro de aquella masa ardiente para purificarse de todo egoísmo. Por unos momentos todas las diferencias de posición, lengua, raza y religión se vieron anegadas por el torrencial sentimiento de fraternidad. Los extraños se hablaban por la calle, personas que durante años se habían evitado entre sí ahora se daban la mano, por doquier se veían rostros animados. Todos los individuos experimentaron una intensificación de su yo, ya no eran los seres aislados de antes, sino que se sentían parte de la masa, eran pueblo, y su «yo», que de ordinario pasaba inadvertido, adquiría un sentido ahora (...)

Ahora bien, lo más estremecedor de ese desvarío era la sinceridad de la mayoría de estos hombres. Los más, demasiado viejos o físicamente ineptos para el servicio militar, se creían honestamente obligados a colaborar con cualquier «servicio». Todo lo que habían creado lo debían a la lengua y, por lo tanto, al pueblo. Y, así, querían servir al pueblo a través de la lengua y le daban a oír lo que quería oír: que en aquella guerra la justicia se inclinaba únicamente de su lado y la injusticia del de los demás, que Alemania ganaría y los adversarios sucumbirían ignominiosamente Y todo ello sin pensar ni por un momento en que de este modo traicionaban la verdadera misión del escritor, que consiste en defender y proteger lo común y universal en el hombre" (El mundo de ayer, trad. de J. Fontcuberta y A. Orzeszek, p106, 110).