22 de septiembre de 2010

22 de septiembre de 2010: Álvaro Valverde y Groenlandia


Escribir es, a menudo, una tarea más ingrata de lo que parece, sobre todo cuando no juegas en ningún equipo y, por tanto, tampoco en ninguna división. Si, al menos en la intención, se intenta seguir la ruta que uno mismo va construyendo al margen de capillas o estrategias de marketing, buscando más el decir lo que uno cree que debe decir que lo que cree que se quiere oir o lo que será más efectivo para conseguir algún día ser oído de verdad, el trabajo es sordo y puede ser desesperante.

En ese páramo acostumbra uno a juntar palabras desafiando el desaliento cuando, de vez en cuando, a los correos de los compañeros de gremio y amigos se les une alguien que no esperabas y que te proporciona un instante de ánimo. Ese fue el caso de ayer: recibí un correo de Álvaro Valverde, un poeta cuyo excelente Blog sigo diariamente desde que hace más de un año lo viera sugerido en el de Mª Jesús Silva y cuya poesía he ido conociendo después, especialmente su soberbio Mecánica terrestre y el sorprendente Una oculta razón. El saludo de Álvaro y el hecho de que siga este cuaderno me llenó de sincera alegría: cuando de una propuesta estética lejana adviene un acto de reconocimiento uno suscribe el pasaje del nuevo testamento en el que se dice que más se alegra el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no lo necesitan. No corren buenos tiempos para el diálogo y la real aceptación de la diversidad que no oculta "la desconocida raíz común". Poetas con textos extraordinarios que no se aproximan ni al canon subjetivo de uno ni a su tradición y que aparecen hasta como estéticamente opuestos, como he dicho muchas veces, hay muchos y es de ley reconocer su calidad. Más que de ley, es justo, porque al hacerlo descartamos la accidentalidad que nos separa (esos libros que leímos de jóvenes, esos autores que conocimos, aquellos con los que dialogamos, el lugar y el grupo social en el que nacimos y crecimos...) para fijarse en lo sustancial que nos vincula. Y en el momento, y ese momento fue ayer, en que uno observa que un escritor al que admira revela esa capacidad para valorar la identidad y la diferencia el páramo deja de ser baldío y muta en jardín por unos minutos.

Finalmente, uno ha aprendido mucho de la forma en que Álvaro conduce su Blog. Es, además, un lugar en el que halla, constantemente, aire fresco de la sierra imaginada. Pero no sólo eso. También benevolencia, sencillez y buen gusto, y el gozo que se siente al admirar la forma domada hasta el punto que desaparece para dejar paso a la materia que envolvería. Gracias Álvaro.

Puede que, a ojos miopes, en las antípodas de Álvaro esté el "proyecto Groenlandia" de Ana Patricia Moya que llega a su número nueve y que ya está disponible. Uno tiene la sensación de que esa "raíz común" también está latiendo en el trabajo de esta "pluriempleada a tiempo completo, artista a destiempo" como ella misma se denomina. En este número colaboran Pepe Pereza, Ángel Muñoz Rodríguez, Esperanza García Guerrero, Enrique Fuentes-Guerra, Adolfo Marchena, Luis Sevilla, Felipe Solano, Eva Márquez, Ana Patricia Moya, Aurora Carmona Muller, Elizabeth Barreiro, Daniel de Cullá, Elena Ortíz, Eva Gallud, Franco Dimerda, Lucia Fraga, Patxi Irurzun, Ana Vega, Martin Cid, Yaiza Guevara, Adriana Bañares Camacho, Gema Serrano, Ximo Roselló, Jorge Merino, Victoria Dubrovni, Roberto Ferrer, Silvia Loustau, Tomas Illéscas, Juan Medina, Begoña Leonardo, Ricardo Bórnez, Emilio Arjona Crespo, Kebrantaversos, Amarande Guzmán, Antonio J. Sánchez, Ana Pérez Cañamares, Juarma López y José Ángel Conde. En el Scribd ya se puede acceder a la revista y al suplemento.