18 de octubre de 2011

Una apuesta arriesgada: Marian Raméntol


De un tirón he podido leer, por fin, Con mi nombre doblado sobre la cama de Marian Raméntol, una propuesta audaz: un poemario en torno a la figura y la obra de Luis Rosales. Y uno ha de decir que, dejando de lado algunas evidencias como la belleza de sus tropos, la eficacia de la construcción de los poemas o el buen sabor que su rítmica produce, nuevamente, el mayor logro que le ve uno ha sido no sólo el disfrute sino lograr que uno venza sus prejuicios.

Así, ya no es sólo desear seguir leyéndola el fruto más evidente de esta lectura sino también volver a Luis Rosales. De él uno sólo leyó algunos poemas en su adolescencia. Luego vino El desencanto de Jaime Chávarri, la pasión por Panero y el desprecio hacia aquel falangista y ahí se acabó. Se corrigió el maniqueísmo con el tiempo. Asimismo, se evaporó la aversión hacia el granadino. Pero permanecía la abulia. Ahora, gracias a este texto de Marian, la curiosidad se ha vuelto a abrir camino.

Dejo aquí uno de los poemas de este atrevido empeño:

"A DOS PASOS DE LA MUERTE

El tiempo habla con las palabras justas
L.R.

Arde, y el calor hace cola en el infierno.
La tarde lleva las faldas demasiado cortas
y su respiración de arena no sale del espejo.

La llama tiene fiebre y ausculta con ella
los secretos que viven en mis ojos, y yo
ya no sé si muero o bailo o nazco
junto a mis gusanos, junto a todos
los entierros que vigilan mi traje de Domingo,
con la esperanza en la boca, con el llanto en las manos
y un beso desnacido esperando
a dos pasos de la muerte".

Lo dicho...