Ayer Barcelona era una ciudad de la costa mediterránea sureña. Cielo despejado y lejano y calor extraordinario. Para despedir, esperábamos que ahora sí, el verano, empleamos la mañana en cocinar un arroz a la alicantina convenientemente modificado: guisantes en vez de garbanzos y pollo en vez de conejo para aproximarlo a nuestras existencias y a la versión de arroz murciano que Ricardo nos brindó en Dundee este verano y del que hablaré en su día.
Secreto del arroz: ninguno. Sólo imaginemos: mucho azafran y piernas de pollo bien limpias, con sal, unos puñados de guisantes y un poco más de un litro de agua para conseguir el caldo. Un sofrito con cebollas tiernas, un diente de ajo trinchado, pimiento verde (que se fríe con anterioridad), sal, pimienta y pimentón (en este caso extremeño). Cuando está el sofrito, se echa el arroz, se remueve un poco, se añade el caldo, los pimientos, el pollo y los guisantes y se lo deja hervir a fuego medio veinte minutos (eso con los arroces de verdad, con los de ahora doce minutos es suficiente). Se deja reposar, se lo acompaña de un buen Syrah y la tarde que se presentaba dedicada a la lectura de
Futurología, la poesía reunida de Jorge Riechmann, de la importancia del cual en la vida "literaria" de uno hablaré más adelante, puede evaporarse tranquilamente al amparo del aroma del jazmín y el calor del atardecer sobre una tumbona. Seguro que el bueno de Jorge no se lo tomará a mal.
Esta mañana, uno ha constatado que el verano está concluido moralmente aunque climatológicamente sigamos cerca de Tiro, Tel Aviv o Alepo. No por el festín de celebración de ayer sino porque han podado (es un decir, casi los han talado) los jacarandas de la calle. Podar es conveniente pero lo que han perpetrado no es una poda es un destrozo. Es magnífico: puedo ver a mis vecinos del otro lado de la calle en paños menores. Ya estamos en otoño.
Siempre sales ganando con los cambios como diría Steve Jobs: ¡que muera lo viejo para dar paso a lo nuevo! ¡Claro que sí! ¡Dónde vas a comparar unos árboles con unos calzoncillos Calvin Klein...!
P.S: Eso sí, nuestros sabios gobernantes dan en el clavo. Hora de cerrar las ventanas y bajar las persianas. De concentrarse en el trabajo...