31 de octubre de 2011

Testamento y señal


En cierto modo, todo cuaderno, como toda biblioteca, como las glicinas y las hiedras, tienen -o pueden tener- un carácter testamentario. Así al menos uno ve estas páginas virtuales que todavía es pronto para saber si se harán papel o no algún día.

Y en el carácter del testamento está el dejar señal, el señalar. Unas marcas indican "en adelante", señalan hacia el futuro, como cuando se establece lo que se deja en herencia para su cultivo, disfrute o mantenimiento. Pero otras señalan hacia el recuerdo, al pasado, para rescatar del olvido algo que pertenece a una pequeña comunidad (padres e hijos, hermanos...) y que se desea evitar que se pierda en la sima del tiempo.

De ese olvido uno quiere, hoy, rescatar lo que sucedió anteayer. Marc, por fin, jugó su primer partido de football flags (la modalidad infantil y sin contacto del american football). Era su gran momento y por eso quiero consignarlo: para que ninguno de los miembros de esta pequeña comunidad de la que uno forma parte lo olviden si no quieren. No tendrá en su vida, quizás, ninguna trascendencia pero en las horas que vivimos en estos tiempos sí la han tenido.

Saltó al campo de tierra de Barberà del Vallès, con el número 52 de los Búfals, sus flags y su protector bucal y uno pensó que se pasaría el partido en el banquillo. Sin embargo, a fuerza de la escasez de jugadores al principio, jugó de titular y, al final, permaneció por derecho propio: su equipo se jugó la última jugada del partido con él, en un pase al más pequeño del equipo que los contrarios interceptaron brillantemente para acabar de certificar su victoria. Pero antes, se ganó el respeto de sus compañeros y entrenadores realizando tres intercepciones (de las cuatro que realizaron los Búfals) y otras tres recepciones (una de ellas de larga distancia). Sorpresa de todos, alegría inconmensurable de Marc e incluso de uno. En su primer partido estuvo excelente. Ya vendrán otros en los que pasará desapercibido o fracasará. La vida, parece, es probablemente así. Pero de momento cabe dejar constancia, por si algún día no recordamos exactamente qué pasó un 29 de octubre de 2011: por si ya no lo hemos olvidado o sólo retenemos algún detalle.

Va por ti, Marc.