Y por fin, anoche, con más de un mes de retraso sobre la fecha límite, cayó el punto final de la novela. La redacción de las últimas páginas ha sido agónica. Trabajando, escribir una novela no es fácil y si encima se es lento... Es de admirar la gente que consigue hacer novelas como churros (también la que consigue escribir libros de poemas cada año) pero uno tardará en ponerse otra vez en marcha en este terreno.
La novela ha tardado diez años en escribirse. Afortunadamente, uno no ha estado esos años consagrado a ella.
Un primer borrador con el que creí que sería el núcleo principal -que ha quedado relegado a la periferia, como siempre pasa-, ocupó todo el 2001 en forma de texto teatral. Concluido, el dramaturgo Boris Rothenstein, interesado en la posibilidad de representar el texto por su tema, lo sometió a una severa crítica que desembocó en el abandono de la forma teatral y el paso definitivo a la novelística.
Una primera reescritura lo llevó a la nevera hasta el 2005. Cuando entonces volví sobre el texto, hube de reescribirlo por completo, tarea que acabó a final del 2005 sólo para empezar su segunda peregrinación. Mi hermano, experto novelista, emitió un juicio crítico que la sumergió en el cajón hasta que en 2008 apareció una oportunidad para desarrollarla nuevamente y mejor. Durante ese año la novela cobró una nueva forma, se cambiaron los ejes, se volvió a reescribir y quedó lista la que uno consideró la versión definitiva. Sin embargo, un par de descubrimientos y alguna ocurrencia pusieron el texto sobre la mesa a finales del 2009 y hubo que volver a ponerse. Desde entonces hasta anoche, a ratos, compaginándolo con poemas y este cuaderno, exprimiendo noches, fines de semana y huecos sustraidos a mis pacientes seres queridos más próximos.
Por fin se ha acabado. Ahora queda convencer nuevamente a mi hermano y a alguno de mis amigos (y dicho sea de paso a alguno de los lectores de este cuaderno que espero se de, voluntariamente, por aludido y se anticipe ofreciéndose a sufrir la tortura) para que se tomen en serio la lectura: ha de pasar por unas cuantas manos y a la nevera para su última cura... Esperemos que sea antes de 2020.