Finalmente una solución de compromiso: para alternar con Tucídides y seguir con el género autobiográfico,
El quadern gris de Josep Pla aparcando Argullol hasta acabar el dietario. Un amigo comenta: "¡Hombre, no hay color!" dándole a entender a uno que su decisión no tiene ningún mérito y que, aunque sometido a crítica social y política, el canon objetivo no es una simple superestructura de dominación sino que algún fundamento tiene. Poner en el mismo plano a Pla y Argullol sería tan estúpido como hacerlo con Mikis Theodorakis y Beethoven.
Tal vez por ello uno se siente ligeramente culpable por su juicio sobre Argullol. Pasados los sesenta, probablemente de aquella fatuidad y pedantería le quede muy poco. Y si queda, es igual. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.