En el poema están presentes los tópicos de la corrección política y, por tanto, las píldoras del mapa ideológico hegemónico, así como las instrucciones y advertencias de cómo debería llevarse responsable y cívicamente la fiesta, sometidos a las restricciones de la rima pero sin perder ni un ápice de su carácter institucional. Una excelente muestra de cómo un poema puede no contener apenas nada poético o servir a fines marcadamente extrapoéticos aun manteniendo un exquisito respeto por la forma poética.
En el poema encontramos, por una parte, una saturación de elementos que deben dibujar, implícitamente, la representación imaginaria del modelo de fiesta que pretende la Administración -progre, respetuosa, intercultural e integradora, que es lo que rinde más beneficios económicos hasta que no los rinda y la interculturalidad se decrete peligrosa en la "Fortaleza Europa"- y, por otra, la prescripción amistosa de la normativa que debe regirla.
Así, encontramos en la construcción imaginaria de la fiesta, la referencia a los gitanos del barrio como corresponde al tópico de la integración; a la rumba como ejemplo de "mestizaje" o al menos eso se repite siempre en la televisión catalana; a los elementos básicos del folklore catalán ("
gegants", "
castells"...) que todos hemos de contemplar porque da unidad a la diversidad; a la gozosa interculturalidad (La Maria sale con Jairo, no con Manuel); a la venerable tercera edad a la que siempre se debe citar retóricamente (el Toni que antaño bailaba valses); etc.
Y en la prescriptiva, las normas que, cariñosamente, el Ayuntamiento se ve en la obligaciónde recordarnos: a las dos concluyen los conciertos ("
a les dues a fer nones"), no se debe orinar en la vía publica ("
Els orins a les cabines") ni tirar latas ni botellas ("
llauna i vidres al seu lloc") ni dañar las decoraciones de las calles (no hay que decir que Barcelona se ha llenado este año de carteles recordando las multas por mear en la calle o que la mayoría de las calles habían contratado seguridad privada para proteger las decoraciones típicas de la fiesta), etc.
Todo ello aderezado con las recomendaciones paternales del Gran Panopticon del Estado: utilizad los transportes públicos (y pagadlos, por supuesto), protegeos de los petardos y los espectáculos de fuego para no sufrir daños que luego la deficitaria Seguridad Social debe abonar...
En fin. Para ser justos, con todo, hay que decir que al final se le cuelan al vate de turno dos estrofas "marcadamente" poéticas: la imagen del corazón latiendo, del disfrute y, especialmente, estos versos que le servirían a todos aquellos amantes de la poesía como lo otro de la narratividad para mostrar que la forma obliga incluso a lo no poético a mudarse en poético:
"Somiarem que aquí la gent
d’una ampolla en fa una flor,
d’un retall un guarniment,
d’una idea una il·lusió."
("Soñaremos que aquí la gente
de una botella hace una flor,
de un retal una guirnalda,
de una idea una ilusión").