22 de junio de 2010

22 de junio de 2010: un día de descanso


Tras varios días de problemas para dormir me he podido tomar un día libre a fin de parar un poco. Los fines de curso, sean docentes o sindicales, acostumbran a ser frenéticos y más este año, tan cargado de desagradables acontecimientos en nuestro trabajo.

Pasear por la terraza con el café, oler el jazmín que ya ha florecido, observar la hiedra aprisionar entre sus ramas la pared, admirar el brillo de las flores lilas de las extrañas acacias de la calle y perderse en el cielo profundo al fresco primaveral de primera hora, aunque ya sea verano, le da a uno la impresión de poder permitirse los lujos imaginarios del vivir desahogadamente, en otra época, sin padecer la alienación del trabajo y cerca de un mundo pleno de sentido.

Por suerte o por desgracia, mañana la pura facticidad opresiva volverá a dominarme.

La grúa no ha empezado hoy su trabajo. El acero aun descansa. Me pondré el iPod para quedarme un par de horas en el país de nunca jamás.