12 de junio de 2010

12 de junio de 2010: Ensayo sobre el machismo en las bicicletas y una nota el sexismo en el lenguaje (y VI)


Volviendo al principio. Que en algunas partes de algunos idiomas está presente una concreta "violencia" de género androcéntrica, machista, sexista, no es ninguna estupidez. Existe. Que sea extensible a todo el idioma, a todos los idiomas, al lenguaje, a cualquier lenguaje actualmente operativo, es una exageración.

Contraejemplos que rebaten la sorna (o no) del "Ensayo sobre el machismo en las biciletas" pueden ser argüidos en muchos idiomas. En castellano, se puede argumentar la connotación peyorativa del "coñazo" frente al "cojonudo" o de la "barquichuela" frente al "barco", sí. Pero no es todo tan simple. El masculino usurpa la determinación neutra como en el triste ejemplo de la señorita Aído, "miembros" y "miembras", pero en esta perspectiva exagerada el femenino usurparía la más alta designación de los hombres (que incluiría sexistamente a las mujeres): hablamos de un femenino para describir la totalidad de los seres humanos habidos y por haber, "la humanidad" que está -jerárquicamente- incluso un paso más arriba de la aparente igualdad entre "el género humano" o "la especie humana". También el par de conceptos más altos en la pirámide de la existencia humana llevan el femenino como marcador: "la vida" y "la muerte".

No es sólo una cuestión de contrajemplos porque los partidarios de la tesis de la determinación sexista del lenguaje podrían utilizar nuevas objeciones y los ingenuos (o torticeros) partidarios de la pureza y limpieza del lenguaje otros más. Es también un problema filosófico. Los principales apoyos de la determinación sexista son fiables dentro de unos márgenes pero no pueden ampliarse con la facilidad con la que algunos acostumbran a hacerlo. Toda tesis que prescinda de su carácter de hipótesis y que, además, pretenda explicarlo todo perfectamente, no explica, en realidad, nada y no se diferencia en ningún aspecto relevante de cualquier tesis oscurantista tipo espiritismo, teosofía, religión, etc.

Por último, es sobre todo un problema político. Tras más de veinte años de "corrección política" y aplicación talibana (sobre todo en USA) de la perspectiva sexista del lenguaje no se ha avanzado demasiado en el campo de la igualdad entre hombres y mujeres.

Trabajadores y trabajadoras ven reducidos sus sueldos, siguen siendo explotados y explotadas (ellas más que ellos pero todos tan juntos y tan explotados y explotadas que no sé si vale la pena distinguirlos ahora mismo) aunque intentemos eliminar de nuestros idiomas las desviaciones sexistas. Siguen las violaciones, los crímenes de "violencia de género", la discriminación, etc.

¿Será porque la visibilidad que resulta de la lucha contra la homogeneización androcéntrica en el uso del idioma no garantiza nada más que, eso, visibilidad y de ésta no puede extraerse ninguna consecuencia de alcance revolucionario?

¿Será porque la visibilidad no tiene porqué implicar necesariamente una sensible mejora en las condiciones de vida de las mujeres porque de la primera no se deduce automáticamente la segunda?

¿Será porque la torsión del idioma para purificarlo de la perspectiva androcéntrica es una lucha parcial, limitada, que sólo puede aspirar a introducir mejoras respecto a la "visibilidad" pero no cambiar la correlación patriarcal del sistema económico y social porque, simplemente, no lo abarca?

¿Será, finalmente, porque la hipótesis sexista, aunque parcialmente correcta, yerra el tiro al extenderse en exceso y confiar el cambio "mental" de prácticamente toda la civilización humana a una variación en determinadas porciones de algunos idiomas?

¿Será por vanidad y un exceso de repostería intelectual que la batalla por las palabras apenas esté repercutiendo en las vidas de millones de mujeres en todo el mundo aunque deje muy satisfechas a quienes se ganan la vida en sus cátedras, publicaciones o ministerios cifrando en este combate la vanguardia de la lucha por la liberación de la mujer?