Hace
algún tiempo uno se hizo eco del curioso artículo de Slavoj Žižek, "Boinas verdes con rostro humano". El filósofo esloveno criticaba severamente la ideología subyacente a la película
En tierra hostil de Kathryn Bigelow y la contraponía a la "aparentemente" más mistificadora
Avatar, de James Cameron, llegando a la conclusión de que, en términos críticos, esta última resultaba menos tramposa que aquélla.
Consideré su exposición como un caso de sobreinterpretación porque se distinguía radicalmente de todo lo que había leído en prensa y oído a través de mis amigos acerca de ambas películas y parecía ir dirigido contra la opinión más comúnmente difundida. Hoy, dos meses después, he visto la película de Cameron. La de Bigelow la vi casi inmediatamente después y me reafirmo en lo dicho.
Evidentemente, la argumentación de Žižek sólo puede ser valorada si se acepta previamente la clásica distinción entre arte emancipador y arte de afirmación tan cara a Adorno: el arte emancipador tiene una función crítica, negativa, y el arte afirmativo, por contra, de confirmación del estado de cosas existente. La posición de Adorno implica, en el fondo, considerar al primero como arte "verdadero" y "auténtico" y al segundo como epígono, copia, arte aparente, etc.
En esta dualidad, la carga de la negatividad, el hacer evidente el funcionamiento de los sistemas de sentido dominantes y al hacerlo contribuir a su crítica, "desvelar", "mostrar" lo "oculto" tras lo visible, Žižek considera que está más presente en la película de Cameron que en la de Bigelow. Un juicio que contraría no tanto a los que aprecien un contenido emancipador en la obra de Bigelow -muy pocos y entre los cuales no me encontraría- sino a todos los que han visto la película del director de
Titanic como una muestra más de arte de entretenimiento y afirmación.
Aceptando la pertinencia del esquema dual así como de que estamos hablando de una posible sobreinterpretación en el dominio de la crítica, no en el de la ciencia o la teoría del arte, y de que, desde una cierta perspectiva, ambas películas pueden ser leídas como netas obras de afirmación cuya negatividad, cuya función crítica respecto a los sistemas de sentido dominantes, es mínima, Žižek, en mi opinión, sobreinterpreta para llamar la atención y
épater le bourgeois.
No obstante, no se trataría de ninguna trampa, de una falta de rigor, ni tampoco de una muestra más de la verborrea y la cháchara postmoderna. "El medio
es el mensaje" y un artículo de prensa debe ser leído y considerado en este contexto. El problema que se genera es otro: es un problema de credibilidad, de confianza en Žižek.