Al final no he podido evitarlo. Llevo dos días reprimiéndome pero ya no puedo más. Lo confieso: viendo el lunes al presidente Zapatero en la entrevista que le realizó TV3 me sentí asqueado. Es duro decirlo pero, a estas alturas, entre la náusea que me produjeron los cuatro últimos años del aznarismo y la que estoy experimentando ante la segunda legislatura de ZP no hay demasiada diferencia.
De aquél me repugnaron no sólo sus políticas sino, sobre todo sus formas. Para ser más precisos, la dureza de sus formas. Y, por supuesto, que en el asunto de la guerra de Irak me tomara por imbécil. Una cosa es serlo y otra muy distinta que alguien te trate como a tal.
De éste me repugnan sus políticas y, también sus formas. Para ser más exactos, la vacuidad de sus formas. Y, por supuesto, que en el asunto de la crisis económica me tome por imbécil. Una cosa es serlo y otra, muy diferente, que me traten como tal.
Hace años denostaba a quienes generalizaban acerca de la clase política y suscribían la posición de que los intelectuales auténticos no deben comprometerse nunca con el poder político. Ahora, lamentablemente, empiezo a no respetar a los politicos y la distancia con el poder me parece una profilaxis elemental contra la alienación.
The times are changing...