Este fin de semana voy a dedicarlo, nuevamente, al poema sobre Silesius, con Masters y Pemán de invitados, que empecé la semana pasada y que sigue encallado con pocos progresos. Al menos sé qué textos se cruzarán y parece que los primeros ensayos vuelven a llevarme hacia los haikus narrativos. Los textos que nutren, de momento, las pruebas son estos:
De Silesius:
"La rosa es sin porqué, florece porque florece,
no se cuida de sí misma, no pregunta si se la ve.
(Die Ros’ ist ohn warumb / sie blühet weil sie blühet /
Sie achtt nicht jhrer selbst / fragt nicht ob man sie sihet)
La rosa, que ve aquí tu ojo exterior,
ha florecido así desde la eternidad en Dios.
(Die Rose / welche hier dein äußres Auge siht /
Die hat von Ewigkeit in Gott also geblüht)
El agua en la fuente, la rosa en su tallo;
mejor está el alma en Dios, en el fuego la llama.
(Das Wasser in dem Brunn / die Ros’ auf jhrem stamm:
Am besten ist die Seel in Gott / im Feur die Flamm)
Todo lo temporal es un humo. Si lo dejas entrar en tu casa,
te corroerá por cierto los ojos del espíritu.
(Alls zeitlich’ ist ein Rauch. Lästu es in dein Hauß /
So beist es dir fürwahr des Geistes Augen auß)"
De Masters:
"MABEL OSBORNE
Are drooping, beautiful geranium!
But you do not ask for water.
You cannot speak!
You do not need to speak--
Everyone knows that you are dying of thirst,
Yet they do not bring water!
They pass on, saying:
"The geranium wants water."
And I, who had happiness to share
And longed to share your happiness;
I who loved you, Spoon River,
And craved your love,
Withered before your eyes, Spoon River--
Thirsting, thirsting,
Voiceless from chasteness of soul to ask you for love,
You who knew and saw me perish before you,
Like this geranium which someone has planted over me,
And left to die."
De Pemán:
"¡Entre los geranios rosas,
una mariposa blanca!
Así me gritó la niña,
la de las trenzas doradas:
-corre a verla, corre a verla,
que se te escapa.
Por los caminos regados
del oro nuevo del alba,
corrí a los geranios rosas,
¡y ya no estaba!
Volví entonces a la niña,
la de las trenzas doradas.
«No estaba ya», iba a decirle.
pero ella tampoco estaba.
A lo lejos, ya muy lejos,
se oían sus carcajadas.
Ni ella ni la mariposa;
todo fue una linda trama.
El jardín se quedó triste
en la alegría del alba,
y yo solo por la sola,
calle de acacias.
Y esto fue mi vida toda:
una voz que engañó el alma,
un correr inútilmente,
una inútil esperanza…
¡Entre los geranios rosas,
una mariposa blanca!"