Anoche recibí correo de mi antiguo alumno, y amigo,
Jordi A. desde Creta. Aparte de los aspectos más privados, me llama la atención una frase que traduzo del catalán: "Con la vitalidad que dedicas al mantenimiento del Blog supongo que estás bien. De hecho, me permite ver tu evolución con el tiempo, yo que te conocí
y padecí (es una broma) en otra época mucho más ortodoxa" (la cursiva es mía).
Un par de horas antes, llevando a reparar un ordenador, había estado hablando con mi amigo Flavio acerca de la Ilustración, la racionalidad, el marxismo, el nacionalismo e incluso la religión, de forma apresurada y esquemática: "Para hablar de algo que no sea el Exim, el Linux, o el PHP" como dijo él. He de decir que durante nuestra época en el mismo instituto en el que Jordi fue alumno, Flavio, un matemático ilustrado y prudente, un sabio modesto y dotado de un extraordinario sentido del humor, era uno de nuestros contertulios más atentos cuando pontificaba desde la más pura ortodoxia marxista sobre todo aquello que se ponía a tiro. No puede por menos que decir mucho de él que no haya perdido el gusto por escuchar a los demás y que todavía me conceda ese privilegio. Resulta enternecedor.
Han pasado algunos años y me he hecho más viejo, evidentemente. Pero no es sólo una cuestión de edad. Como le dije, mientras esperábamos que el técnico se hiciera cargo de la máquina, desde hace unos diez años se ha ido produciendo en mi discurso un paulatino desplazamiento.
Aunque me sigo reconociendo como una persona crítica respecto al actual "orden", partidario de la justicia social, la disminución de las desigualdades, el alivio del sufrimiento de los seres humanos o la lucha contra las distintas formas de opresión y discriminación (de clase, raza, sexo, etc.), se ha ido generando en mi conciencia un alejamiento cada vez mayor respecto a cualquier clase de dogmatismo y, sobre todo, respecto a cualquier proyecto totalizador: cada vez soy más beligerante con a los experimentos utópicos de ingeniería social, los oscurantismos nacionalistas y/o religiosos, las diveras formas de darwinismo social, las Vulgatas marxistas, los diferentes neoliberalismos y, sobre todo, con ese
melting pot que es el relativismo multiculturalista de la izquierda "realmente existente".
De hecho, este Dietario -que es el núcleo de esta etapa del Blog- tiene mucho que ver con un ajuste de cuentas interior; con lo que hice de mí mismo; con cómo me construí durante años; con la distancia que me separa del "mí mismo" que fuí; y con los efectos que ese "mí mismo" pudo tener para los que me rodeaban.
Y aunque el bueno de Jordi apostille el "(en broma)", está claro que padeció -efectivamente- mis diatribas radicales, mi dogmatismo teñido de hipercriticismo radical que se legitimaba en la creencia de participar de la izquierda "auténtica": ¡fuera los "términos medios"! ¡lejos de nosotros la moderación, la reforma, el ir poco a poco, las dificultades de modificar siglos (o a lo mejor milenios) de hábitos humanos, el revisionismo, en fin!, ¡apartad de nuestros ojos las verdades absolutas que no son más que constructos sociales capitalistas-androcéntricos-occidentales! ¡Destrucción y Hombre Nuevo! !El fin justifica los medios!
Cierto que, para ser justos, aunque fuera tendencioso, en mis exposiciones de Historia de la Filosofía traté de ser riguroso y jugar limpio. Siempre expuse mis protocolos interpretativos. Acepté la aporética inherente al relativismo y no la oculté. Tampoco privé a mis alumnos de alternativas. Y, ante todo, incidí en la dificultad de solucionar los problemas que diariamente se plantean a nuestro entendimiento y a nuestra acción y, como consecuencia, en la necesidad ética del respeto y la tolerancia.
Sin embargo, ahora, tantos años después, pienso si en mi afán crítico no fui demasiado lejos. Mi objetivo confeso era privarles de cualquier suelo teórico, demoler las creencias recibidas para que fueran recomponiéndolas ellos mismos. Pero ¿y si ese empeño fundamentado en un relativismo intransigente, no escondía un dogmatismo de nefastos efectos y una moralina sacerdotal como la que ahora tiñe los discursos políticamente correctos del "mester de progresía"?
Tengo que recordar. Hoy estoy ocupado en ese esfuerzo mientras desayuno ante la pantalla. Seguramente será una tarea intermitente -siempre está el omnipresente trabajo- pero en los próximos días seguiré examinándome en mis ratos libres.
Releeré mis textos y apuntes y recordaré clases y alumnos. Y cuando recuerde a Jordi, al que conozco desde hace más de quince años, desde aquel 3º de BUP en el que no aprobaba ningún exámen de Filosofía pese a ser uno de mis mejores alumnos, a Lolo, que me llamó desde Guyana hace unos años, de madrugada y con algunas copas de más, para agradecerme (!) lo que le enseñé (?), a Alex, ahora jefe de estudios en un instituto, que me debe una comida desde hace meses (¡te llamaré pronto!) y a tantos otros que ahora no están a mi alrededor pero de los que conservo en mi memoria nombres, apellidos y rostros, volverá con el tiempo perdido -pero vivido y disfrutado- el perfil aproximado de hasta qué punto hice bien mi trabajo en aquella época -moralmente hablando, pues profesionalmente hablando no albergo tantas dudas.
Gracias Jordi.