Cuando el cartero llega con libros uno siempre experimenta una alegría infantil. Ayer por la mañana coincidieron la llegada por correo normal de un paquete postal y otro certificado y poco después de un paquete azul mucho más tarde que de normal, justo cuando acababa de llegar a casa después de una reunión con el tiempo justo para elaborar la minuta antes de hacer la comida: una auténtica fiesta del libro por correo.
El paquete postal contenía dos libros de Eduardo Moga que ha tenido el detalle de enviarme:
La pasión de Escribil y una selección de
Poemas que leyó en Badajoz el 29 de noviembre de 2012 en el marco del programa de Aulas Literarias de la Asociación de Escritores Extremeños en el cual espero que algún día me incluyan... Ojalá pueda hincarles el diente más pronto que tarde. Gracias Eduardo.
El paquete certificado contenía una edición de
El secreto de Joe Gould de Joseph Mitchell, libro descatalogado y que resulta difícil de encontrar, del que tuve noticia gracias a Víctor Balcells y sobre el que he de escribir una colaboración para una publicación periódica digital.
Y la joya vino con el envío de paquete azul que no trajo el bonachón repartidor habitual sino un corpulento mensajero:
Dulces guerreros cubanos de Norberto Fuentes. Tras más de un año y medio de paciente búsqueda apareció una edición a un precio asequible (10 euros) que no resultó ser un fraude y aquí está, sobre mi mesa, con la foto de Tony de la Guardia disparando un AK-47. El libro se vende por no menos de 125 euros en Amazon y en las librerías especializadas en segunda mano que he visitado pero no haré negocio con él. Ochoa, De la Guardia y compañía serán leídos y se quedarán en el estante correspondiente donde hace muchos meses que deberían haber reposado.