4 de marzo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (04/03/2014)


La objetiva proximidad entre nacionalistas catalanes y españoles es tan obvia que no vale la pena incidir más en ella. No obstante, sobre la íntima solidaridad en lo que llaman "el proyecto de país" de los grupos gobernantes patrioteros en ambos, hay que continuar insistiendo. Unos y otros quieren perpetuar el modelo productivo cortoplacista de un país de "putas y camareros".

El detestable Zapatero intentó, al menos, salirse del guión con aquella Ley de Economía Sostenible en los postreros tiempos de su mandato pero ya era demasiado tarde y, sobre todo, requería de un pilar que, justamente, su partido había quebrado por generaciones con la LOGSE y luego con su epígono, la LOE: una educación pública de calidad. No por casualidad, la ley incorporaba una tímida reforma de los aspectos más desquiciados de la LOGSE-LOE, como por ejemplo, la introducción de unos "ciertos" itinerarios en la ESO o los mecanismos para facilitar la incorporación de los "objetores escolares" a Programas de formación específicos en cierto modo exteriores al sistema educativo "normal". Mas ¿cómo cambiar un modelo productivo cuándo has condenado a la ignorancia y la descualificación a centenares de miles de ciudadanos durante casi dos décadas? ¿Qué innovaciones y desarrollos tecnológicos y culturales podían realizar cuando a duras penas sabían leer modestamente y escribir aun peor al concluir la secundaria obligatoria?

Ahora el PP, como la mayor parte del PSOE y casi todos los partidos del arco parlamentario, aspira a recuperar la economía en los mismos términos productivos de siempre (para no delirar acerca de cualquier tipo de redistribución que vaya más allá de nominales reajustes impositivos).

¿Y en la Catalunya proyectada independientemente? Si hiciéramos caso a los noticiarios de la Televisión Nacional que estos días, en algunas ocasiones, llegan a dedicar más de un tercio de su tiempo al Mobile World Congress y a mostrar cuán avanzada y punta será la economía de la Catalunya libre, nos llevaríamos una impresión equivocada. El modelo es el mismo. Barcelona, business city, funciona bajo el mismo esquema de "putas y camareros" que España: una élite sin contacto alguno con la realidad de la ciudad que habita en ese "espacio de flujos" del que hablaba hace años Manuel Castells y una ciudad a su servicio que vive las incomodidades generadas por las restricciones de tránsito y la presencia masiva de policías, observa las flotas de limusinas y coches de empresa, alcanza a ver grupos de ejecutivos saliendo y entrando de hoteles y participa con los servicios que le corresponden en este evento, la hostelería y restauración, de las cuales sí que se muestra orgullosa nuestra Televisión Nacional. Eso sí, de la otra "pata" de los servicios nuestra Televisión Nacional no dice ni palabra vaya a ser que el alma monjil de los políticos que nos han lanzado a la libertad se irrite. Ha de ser Telecinco quien, siempre tan objetiva y poco sensacionalista, se haga eco del colapso de los burdeles de la ciudad, de la llegada de cientos de jóvenes prostitutas para cubrir la demanda de los lupanares más selectos de Barcelona y de las docenas de esculturales jóvenes que merodean por los alrededores de las instalaciones de la Feria Tecnológica del Futuro para ofrecer lo que este país tiene a bien ofrecer: el llamado Oficio Más Antiguo.

"Putas y camareros" para España, "putes i cambrers" per a Catalunya.