La "temporada de bolsillo" de ópera de uno acabó este sábado, por primera vez desde que está abonado, con un estreno, el de
Lord Byron. Un estiu sense estiu de
Agustí Charles, un compositor catalán.
Primera ópera rigurosamente actual incluida en el abono que certifica la diferencia entre una buena parte de la tradición de la ópera contemporánea ya "clásica" y la que conserva los modelos de la ordinariamente considerada como tal: mayor atención a la interpretación teatral, a la puesta en escena, a los textos, al espectáculo, y una concepción de la obra en la cual prima antes la representación que la posibilidad de su reproducción en solitario. A destacar, también, la fuerte presencia de la percusión (como en la obra de uno de los grandes contemporáneos,
Werner Henze) y la supresión casi total de la armonía y el canto tradicionales: atonalidad y
Sprechgesang ("canto hablado" o "canción hablada") en la más pura línea "clásica" de Schönberg y su
Pierrot Lunaire.
Ópera difícil para acabar, que requirió un gran esfuerzo de concentración y la ayuda constante de Esther, con su sapiencia musical, para recoger la mayor cantidad posible de detalles. Al final, uno cree que salió decentemente parado de la experiencia y, por ello, casi entusiasmado ante la posibilidad de que, tras tantas óperas y tan diferentes, sea ya capaz de convertirse en un moderado adicto al género.