Estos días bálticos suspenden la tensión entre el cielo y el acero: siguen ahí pero sus formas están dibujadas con tanta nitidez que, presas de ella, no pueden invadir el resto de lo que es.
Mientras tanto, masacres constantes en Siria de las que los periodistas y sus "primaveras árabes" ya apenas se hacen eco. Será porque ya se acaba la primavera, será porque todos sabemos que si cae Bachir el Assad los ojos de millones de árabes se dirigirán hacia Jerusalén. Todo llegará.
Hacia allí, de momento, se dirigen miles de palestinos que, según parece, son acribillados a docenas en las fronteras de Siria y Líbano por el
Tsahal sin que tampoco los medios se entretengan demasiado y, sobre todo, sin que los prosionistas alcen la voz: ya cada día hay más y resultan tan primitivos y estúpidos como los antisionistas.
Por cierto, hace más de una semana y media que no hay caceroladas de apoyo a los indignados en mi barrio ni prácticamente a lo largo y ancho de Barcelona...