18 de junio de 2011

No nos engañemos, la democracia real siempre será formal

La democracia "real" no puede prescindir de la delegación, de la representación de aquellos que por edad, estado físico o situación no pueden ejercerla en plenitud. También de aquellos que, en un contexto singular, prefieran no ejercerla puntualmente en beneficio de otras acciones tal vez más placenteras. En ese sentido, la democracia que se presenta como auténtica y pretenda la supresión de la representación no es una utopía deseable: es, lisa y llanamente, un fraude peligroso.