20 de noviembre de 2012

Nota sobre los "otros" nacionalistas que dicen no serlo


Al recorrer la calle Verdi de retorno a casa uno ha estado tentado de no escribir nada ante la visión de la abigarrada profusión de banderas independentistas y carteles de la CUP que lo quieren todo, como proclaman, con su retórica de "profesionales de la revolución", como lema de su propaganda electoral: "independencia" (pase...), "socialismo" (¡cielos, ¿no hemos aprendido nada?!) y "Països Catalans" (es decir, Baleares, la Comunidad Valenciana, la Franja, el Rosellón, el Alguer y qué sé yo más, ¿California?).

Sin embargo, ya en mi estudio, sin banderas a la vista, he recordado las últimas "hazañas" del nacionalismo español y, a fin de intentar mantener la equidistancia (un empeño condenado al fracaso pero que uno debe creer posible), ha de dejar constancia de algunos de los frutos de su intenso, y a veces menos visible, trabajo.

La primera, la comparación que muchos defienden - y que Bono explicitó el otro día - entre el independentismo catalán y el nazismo. Aparte de burda e inexacta, lo peor que se puede decir de ella es que falta a la verdad o refleja un profundo desconocimiento tanto del nazismo como del independentismo catalán. No se sabe qué es peor. No hay en la doctrina independentista catalana dominante un racismo biologista, un programa de exterminio camuflado, una teleología mitológica, una noción de Lebensraum o una apología de la violencia como fundamento de la acción, equiparables al nacionalsocialismo. En los extremos, puede, pero incluso en ese caso las comparaciones, por ejemplo entre los "Països Catalans" y el Lebensraum son excesivamente groseras e impropias del debate racional. ¿Que el nacionalismo catalán puede ser caldo de cultivo para el fascismo? Por supuesto. Como el español. El fascismo no existe sin el componente nacionalista. Pero la deriva "negra" tiene tantas posibilidades de acontecer allende el Ebro como por aquí. El nacionalismo español no es "mejor" que el catalán porque ahora no provoque, aparentemente, el conflicto.

La segunda, la campaña lanzada por El Mundo contra Mas, Pujol y compañía. Por aquí, vox populi, muchísima gente tiene claro que el enriquecimiento de los políticos, la financiación ilegal o la corrupción generalizada, existen. El problema es la credibilidad de quien lanza la campaña y sus objetivos: como si no hubiéramos tenido suficientes pruebas con el asunto 11 M - ETA - Islamistas. Uno duda de las estupideces sobre "las cloacas" con las que se defienden Mas y su cortejo (las alcantarillas del estado funcionan diariamente y realizan sus sórdidos trabajos de mantenimiento la mayoría de las ocasiones en la oscuridad) pero también cabe dudar que, justo ahora, se "destape" "inocentemente" en el ejercicio de la investigación periodística independiente un fleco de los muchos que sabemos que corren por Catalunya y España...

La tercera, la acusación de totalitarismo y falta de pluralidad. Es evidente que los medios oficiales catalanes están al servicio de quién están pero esto, con ser lamentable, no es muy diferente de lo que sucede en el resto del Estado. Hoy por hoy, la prensa catalana - en su inmensa mayoría - está apacentada y comprometida con la "construcción nacional" por los pingües beneficios que obtiene. Ahora bien, ¿no cabe decir lo mismo de la española? No estamos en el Reino Unido en ningún caso, así que no se debería lanzar la piedra para presentarnos a cambio a España como el reino de la libertad y la democracia. Éstas no están amenazadas en Catalunya más de lo que lo están en el resto del país. Es probable que algún día no muy lejano la aborrecible democracia representativa peligre pero uno tiene la impresión de que ese riesgo se extenderá a toda Europa.

La cuarta y última, pues mejor de lado los miles de extremeños a repatriar o los ruidos de cuchillas de afeitar que aquí prefieren dramatizar y convertirlo en "de sables", vuelve a demostrar que quien con banderas se acuesta meado se levanta. Es, en realidad, una posible Hoax. El pasado jueves había escrito lo siguiente:

"Entre la sintomatología del nacionalismo se encuentra, evidentemente, el delirio. El periódico La razón que, en el ranking de ilustres y cómicos productores de desvaríos que uno actualiza periódicamente, figura en dura pugna con El Mundo, Jiménez Losantos y Vicent Partal y muy cerca de unos cuantos canales televisivos generalistas, acaba de protagonizar una muestra de la que nos espera si el "choque de trenes" entre nacionalismos se intensifica: está claro que antes de llorar mucho también pdoremos reir un poco. La 'perla' ha sido el comentario acerca de la posible decisión de Shakira de cantar en catalán: 'El embarazo se le ha subido a la cabeza' decía La Vanguardia que había dicho un comentarista de la sección 'Gente' de La razón."

Iba a continuar comentando la estupidez nacionalista y sexista que destilaba el comentario cuando fui a buscar la fuente original esperando encontrar más jugo: La razón suele esmerarse en su retórica ultramontana. El resultado fue negativo. No lo encontré por ningún sitio. Ni en La razón ni en las páginas guardadas por Google, ni en ninguna otra parte que no fuera en la cita de La Vanguardia.

Uno, que ya ha padecido más de una vez, las tergiversaciones o, simplemente, los escoramientos (o "tendenciosidades") del diario del grupo Godó, hubo de dejar la nota por imposible. El supuesto comentario de La razón parece plausible. La manipulación por parte de La Vanguardia, también.

Sea como sea, existiera o no la observación despreciativa respecto a Shakira (tiene uno dos discos suyos y la ha visto - desgraciadamente - en concierto),  creo que en los medios afines al no-nacionalismo españolista podría ser tan compartida como las desafortunadas comparaciones del ilustre Bono. Aunque desconfíe de La Vanguardia...