Hace unos días uno tuvo su primera entrevista con un cargo político de relevancia: la nueva
consellera d'Ensenyament nos recibió en su despacho. Nuestra delegación la componíamos tres personas y ella estuvo acompañada únicamente por un director general.
Comparada con el anterior
conseller, el nefasto Ernest Maragall, la señora Irene Rigau casi que sólo necesita mostrarse como es para ser respetada: la mezcla de buena educación y maneras agradables, incluso de una cierto calidez en el trato, hicieron agradable la reunión y la diferenciaron mucho de las formas bruscas, hoscas y prepotentes que presidieron la administración educativa del tripartito que representaba aquel individuo.
No obstante, el problema siempre es el mismo: si bien parece que ha entendido claramente que la pedagogía del 68 está clausurada y que la persistencia en sus dogmas sólo produce más desigualdad social, uno duda de que se atreva a promover un "cambio de paradigma" pedagógico. ¿El motivo? El papel de los políticos en nuestras sociedades. Si el de los asalariados sigue siendo vender la fuerza de trabajo, el de los capitalistas generar el máximo beneficio y el de los periodistas generar un estado de
stress y ansiedad que facilite la hiperactividad y la movilización total, el de los políticos tiene uno la impresión que es el de mediar entre los distintos grupos sociales para asegurar la reproducción del orden social: la precaria estabilidad, siempre al borde de la catástrofe, del sistema económico y político. No tomarán decisiones arriesgadas que la quiebren. Y para muestra un botón: Obama...