Ayer de desplomó el Ibex 35. Las pérdidas llegaron casi al 6% pero yo no me enteré hasta las nueve de la noche cuando el anuncio de la debacle encabezó un
Telenotícies en el que hasta los habitualmente mesurados y estirados presentadores de las noticias de la televisión catalana sucumbieron por momentos a su papel como generadores de estrés.
Los periodistas difícilmente se resisten a cumplir su papel de excitar la ansiedad de la opinión pública y ayer no fue una excepción. Si las crisis bursátiles dependen de factores psicológicos ya pueden encomendarse a algún santo los accionistas españoles porque el gremio periodístico está dispuesto a ensañarse para generar el sobresalto necesario.
De todas formas, lo importante para mí no fue constatar por enésima vez este papel de los medios, acertadamente descrito por Sloterdijk, sino cómo me afectó. Lo cierto es que no me importa mucho la suerte de los accionistas: ya saben a lo que juegan o deberían saberlo. Son mayorcitos y a nadie le ponen una pistola en un pecho. Hay otras maneras de sacarle un mínimo provecho a los ahorros si de eso se trata pero claro es que no se trata de eso. Se trata de la antigua cultura del pelotazo y la lotería: a ver si sin pegar un palo al agua, sólo apostando, me enriquezco. Si se arruinan pues mala suerte. Si algunas empresas se ven en dificultades pues... es su problema también, sobre todo si pienso en sus ejecutivos. Si pienso en los asalariados que no intervienen en las decisiones la cosa cambia pero no me estremezco...
Mas si me preocupé ante la posibilidad de que Santiago Niño Becerra tuviera razón, siquiera en una mínima parte, referida a la Península Ibérica, en sus pronósticos desarrollados en
El crash del 2010. Una buena síntesis de sus "profecías" y argumentaciones se pueden leer
aquí.
Hace cinco o diez años, ver síntomas de que lo dicho en los siguientes párrafos tiene visos de cumplirse me hubiera entusiasmado:
"El mes que va a comenzar dentro de pocas semanas va a ser el inicio del acto final de la obra en que el planeta lleva participando desde 1820, es decir, el próximo Septiembre va a suponer el principio del fin del sistema económico en que nos hallamos inmersos desde hace casi dos siglos, y que se manifestará en una gran crisis que se iniciará en el año 2010. A partir de aquí, el sistema irá evolucionando hasta su total transformación en otro muy diferente siguiendo un proceso estructuralmente semejante por el que el Sistema Mercantilista pasó en la segunda mitad del siglo XVIII.
La crisis del 2010, por tanto, será consecuencia del proceso de muerte de la estructura actual; muerte que por dramático que pueda parecernos, no hace más que encuadrase en la dinámica histórica que lleva aconteciendo en los últimos dos mil años; una dinámica que supone que todo cambia, evoluciona, se agota y muere (...)
A partir de Mayo del año 2010 se producirá una degradación acelerada de la situación. Se vive al día y no existe ningún tipo de apoyos externos, por lo que el ‘que cada palo aguante su vela’ se hará ley.
Debido a la entrada en crisis de los elementos fundamentales de nuestro sistema, se llega al agotamiento de la capacidad de competición, el espíritu que, desde su nacimiento a principios del siglo XIX, ha guiado el Capitalismo. La razón será obvia: si el objetivo último es la supervivencia, ¿contra quien competir?, ello tendrá un efecto demoledor sobre los principios que daban sentido al concepto de ‘emprendedor’.
Paralelamente, se irá manifestando la falta de petróleo así como de la mayoría de las commodities que son esenciales para la actividad económica, lo que acelerará la puesta en marcha de políticas tendentes a la determinación de necesidades esenciales, por lo que, probablemente, se implantará el racionamiento de muchos bienes y servicios que, muy bien, puede ser complementado con alzas de precios a fin de forzar la reducción del consumo de los bienes y servicios racionados por debajo, incluso, de la capacidad de producción y suministro de la oferta; el objetivo será, claramente, el ahorro de recursos.
Llegados a este punto se manifestará un problema que hoy ya ha sido abordado por algunos expertos: el excedente de factor trabajo de baja o muy baja cualificación que en estos últimos años ha desempeñado tareas de bajo valor añadido y que, fundamentalmente, está personalizado en la población inmigrante, a esto se añadirán probables tensiones entre la población inmigrante y la autóctona debido a la escasez de empleos y recursos.
La dinámica regulatoria y de delimitación en vigor, puede decidir la conversión de ciertos barrios en guetos vigilados en los que pueden ser aisladas personas no necesarias y calificadas como potencialmente conflictivas y donde llevarán una existencia marginal. Esta política será ampliamente respaldada debido a las protestas sociales que la situación ya llevará meses generando y que, en algunas zonas, podrá dar lugar a la aparición de guerrillas urbanas.
La falta de expectativas llevará a que a lo largo del año 2009 se vaya generalizando la sensación de que ‘esto, se acabó’. Cuando lleguemos a este punto la crisis ya se habrá instalado en el planeta."
Por mi formación marxista teñida de milenarismo hubiera llevado años esperando este momento. "Cuanto peor, mejor". Los estertores del Capitalismo, del Sistema, el Fin de la Opresión. Ahora mi opinión acerca del Capitalismo no ha cambiado pero, por un lado, dudo que el modo de producción actual pueda ser considerado bajo la clásica categoría de "capitalismo" y, por otro, no tengo claro que la destrucción del "Sistema" sea un valor en sí mismo que se pueda considerar independientemente de la cantidad de vidas que destruirá: ¿cuándo en nuestras representaciones de la Revolución y del Fin del Sistema aparecían los ancianos, los niños o los discapacitados? ¿Donde estaban? ¿Dónde están en las guerras revolucionarias o de liberación nacional? Sólo hay jóvenes enardecidos y entusiastas o adultos responsables con una Misión Histórica sobre sus hombros. Los ancianos se arrastran por las carreteras, los niños buscan comida donde pueden y los discapacitados y enfermos languidecen en hospitales o encerrados en sus casas.
El cielo está encapotado sobre Barcelona. Las calles, mojadas. No hace frío pero el día aunque se anunció soleado parece resistirse a abandonar la atmósfera de pesadez. Tengo trabajo y no puedo seguir por el momento. Lo haré por la noche.
Sólo un último apunte acerca de la constatación anterior: no me entusiasma, es más, me aterra, el Fin del Sistema por Implosión, Catástrofe o Cataclismo Milenarista, debido al sufrimiento que generará, por ejemplo, a mi madre y a mis hijos. ¿El Sistema actual no les hace sufrir? Lamentablemente, me temo que no tanto como podrían sufrir con su Colapso y yo ya no soy tan romántico, ciego y megalómano como para preferir el Apocalipsis del que surgirá el Nuevo Mundo y que se cobrará las piezas de los que están en los márgenes, a la minimización del sufrimiento de esas piezas marginales que son, hoy por hoy, mis hijos y mi madre.