19 de febrero de 2010

19 de febrero de 2010: el comandante de Treblinka. Reescritura de un poema de "Del Tercer Reich" (II)


El poema decía así:

"FRANZ Y KARL

Me comentan, textualmente (curiosa voz para calificar una proferencia), una tarde,

sobre el taburete de un café pestilente: “No soy antisemita,

pero la verdad es que estoy un poco harto del victimismo constante de los judíos”.

Como no tengo ganas de discutir, asiento y apuro mi taza.

Al salir, recuerdo dos historias, materia narrativa inapropiada para un poema, y pienso

en la reparación y la justicia.

Franz y Karl, dos alemanes tan alemanes como Otto y Fritz. Quizás Franz fuera austríaco.

Franz se apellidaba Stangl. Podría haberse apellidado Wolff.

Al final de la guerra, fue arrestado por los aliados pero, en 1948, escapó hacia Siria y,

en 1951, trabajaba en una planta de Volkswagen en Sao Paulo.

Franz colaboró en la aplicación del programa de eutanasia. Un mérito a ojos de sus

superiores.]

Pero donde talló su altura fue a orillas del río Bug, en Treblinka, a menos de cien kilómetros

de Varsovia:]

Cuentan de él que poseía un recinto de ejecuciones privado y que su perro devoraba los
cuerpos de los ajusticiados.]

No cabe duda de que fue uno de los verdugos más distinguidos en su labor.

Y, sin embargo, no sería detenido y extraditado a Alemania hasta 1967.

Su conciencia era clara: “Simplemente cumplí con mi deber”.

En 1970, tras un largo proceso, fue condenado a prisión perpetua.

Quizás la única condena proporcionada a la densidad de sus crímenes: la pena de muerte

hubiera sido una reparación exigua.]

Un año permaneció en prisión. Con un año pagó su deuda. Murió en 1971.

Un año, más o menos, como castigo a miles de asesinatos y martirios.

Karl tenía como apellido Wolff. Podría haberse apellidado Stangl.

General de las SS, ayudante de Himmler durante muchos años y enlace entre éste y el Führer.

En los últimos meses de la guerra intentó, desde Italia, pactar una rendición con los aliados

que se produjo el mismo día del suicidio de Hitler.]

“Lobito” se ganó la consideración de los aliados por su determinación de rendir sus fuerzas

en el frente italiano.]

Poco importa que su alabada tarea apenas ahorrara una semana de combates, de encuentros

con la muerte.]

Dicen que impresionaba, con sus modales exquisitos, a los negociadores del bando aliado.

Como fiel servidor de Himmler estaba al corriente de la empresa genocida.

Algunos le señalan incluso como confidente y amigo del jefe de las SS.

Aparentemente, después de la guerra, consiguió convencer a la opinión pública acerca de su

ignorancia: era un hombre de honor.]

Fue juzgado y condenado a una pena leve en la posguerra.

Vivió en una mansión a orillas de un lago, prudentemente apartado del bullicio, saboreando

los frutos de una existencia burguesa.]

Nadie parecía haber reparado en una carta de 1942 en la que Wolff se alegraba de que

cada día 5.000 judíos fueran trasladados a Treblinka.]

En 1964 le volvieron a juzgar y le condenaron a 6 años de cárcel. Seis años por 300,000

deportados a Treblinka.]

Franz y Karl, Otto y Fritz, no son más que dos entre los miles de verdugos que apenas

redimieron su culpa.]

En la inmensidad del mar poblado de crímenes minúsculos y mayúsculos

sólo se pescaron algunos peces: los más visibles y aún no todos.

La mayoría siguieron serpenteando, a veces cerca de la costa, juguetones algunos, calmados y pacientes otros.

¿Cómo considerar reparada la deuda y pedir la reconciliación?

¿Por el paso del tiempo?

La deuda no se cancela por envejecerse ni aunque fallezcan todos los acreedores. Se hereda."

Pues bien, tras la lectura del libro de Gitta Sereny hay, como mínimo, tres errores:
a) Stangl no tenía un recinto privado de ejecuciones: había un recinto exclusivo para ejecuciones pero el acceso a él estaba permitido a cualquier oficial del campo; no era un "recinto privado";
b) el perro adiestrado que saltaba a los genitales de algunos prisioneros era propiedad del segundo de Stangl, Kurt Franz;
c) Stangl no trabajó en la Volkswagen hasta 1959 aunque sí es cierto que llegó a Brasil en 1951.

Dejando aparte el trabajo del olvido (un trabajo tan pertinaz como el de la memoria) creo que cuando escribí aquél poema estaba muy cercana la experiencia de la lectura de varias descripciones de Treblinka y de Christian Wirth, el comisario criminal encargado de la gestión de los primeros campos de exterminio, unánimemente incluso por muchos de sus subordinados de las SS (él no pertenecía a las SS) como un individuo cruel y sádico. Seguramente prolongué en la imagen de Stangl los atributos de Wirth.

Por otra parte, hay una incorrección en la parte dedicada a Stangl: aunque inicialmente tenía una conciencia clara de haber cumplido exclusivamente con su deber en el curso de las conversaciones con Gitta Sereny esta conciencia se muestra endeble y agrietada. Los remordimientos comienzan a aflorar hasta el punto en que pocas horas antes de morir reconoce su culpa y la autora considera que este reconocimiento algo tuvo que ver con su fallecimiento súbito pocas horas después:

"'Mi culpa -dijo- es que sigo aquí. ésa es mi culpa.'
- ¿Sigue aquí?
'Debería haber muerto. Ésa fue mi culpa.'
- ¿Quiere decir que debería haber muerto o que debería haber tenido el coraje de morir?
'Lo puede decir así', dijo distraídamente, sonaba cansado.
- Ya, pero lo dice ahora. ¿Y entonces?
'Eso es cierto -dijo pausadamente, quizá malinterpretando intencionadamente mi pregunta... Ya no tengo esperanza... Y en cualquier caso: ya basta. Quiero llevar estas conversaciones que tenemos a su término y luego, que se acabe. Dejemos que termine' (...)
No se había suicidado. Pienso que murió porque, finalmente, aunque fuera sólo por un instante, se había enfrentado a sí mismo para contarse la verdad. Supuso un esfuerzo monumental alcanzar el instante pasajero en que se convirtió en el hombre que debiera haber sido".

(Desde aquella oscuridad, trad. Miquel Izquierdo, p548-550)