14 de agosto de 2021

Slezkine sobre el asesinato de los Románov


 

Abundando en el ejemplo de edulcoración histórica del asesinato de los Románov (y alguno de mis colegas lectores ya hará un mohín al reemplazar "ejecución", más distante, objetivo y judicial, por "asesinato", más próximo, subjetivo y vengativo) Yuri Slezkine en su magnífico La casa eterna recoge la descripción del jefe del pelotón ejecutor, Yurovski:
 
"Una de las primeras ejecuciones masivas llevadas a cabo por los bolcheviques fue la del zar, su mujer, su hijo, sus cuatro hijas, su médico, su cocinera, su doncella y su ayuda de cámara el 17 de julio en un sótano de Ekaterimburgo. Los asesinatos los ordenó Sverdlov, se supone que después de consultarlo con Lenin, y los supervisó en aquella misma ciudad Goloschokin, que había estado poco antes en Moscú (donde se alojó con los Sverdlov, como de costumbre). Según Mijail Yurovski, jefe del pelotón de ejecución: 
 

Los disparos duraron mucho tiempo y, aunque yo tenía la esperan-za de que la pared de madera impediría que las balas rebotasen, rebotaron en todas las direcciones. Hasta pasado un buen rato no pude detener los disparos que se habían vuelto desordenados. Pero cuando por fin pude hacerlo, vi que muchos seguían vivos. Por ejemplo, el doctor Botkin estaba tendido de costado apoyado en el codo derecho, como si descansara. Lo rematé de un disparo de revolver. Alekséi, Tatiana, Anastasia y Olga también seguían con vida. Y Demidova también. El camarada Ermakov intenó rematarlos con su bayoneta, pero no pudo. Sólo después quedo claro el motivo (las hijas llevaban pectorales de diamantes, una especie de corsés). Tuve que dispararles uno por uno.

 
Según otro de los verdugos:
 

La última en caer fue [Demidova], que intentó defenderse con un cojín que tenía entre las manos. El anterior heredero siguió dando síntomas de vida mucho tiempo, a pesar de que había recibido varios disparos. La hija más joven del anterior zar cayó de espaldas y fingió estar muerta. Cuando el camarada Ermakov se dio cuentas la mató de un tiro en el pecho. Se plantó encima de sus brazos y le disparó en el pecho.

 
Un tercer miembro del pelotón de ejecución había subido al desván para asomarse a la ventana.
 

Al bajar del desván al lugar de la ejecución, les dije que los disparos y los aullidos de los perros se oían en toda la ciudad, que se habían encendido las luces del Instituto Minero y las de la casa de al lado, y que había que detener los disparos y matar a los perros. Entonces cesaron los disparos y ahorcaron a tres de los perros, aunque el cuarto, Jack, dejó de ladrar y no le hicieron nada. 

 
Goloschokin esperó fuera. Según otro verdugo, cuando sacaron el cadáver del zar en una manta, él se agachó para echarle un vistazo. Luego «un soldado del Ejército Rojo llegó con el perrillo faldero de Anastasia ensartado en su bayoneta [...] y lo tiró al lado del cadáver del zar. "Los perros merecen morir como perros" , dijo desdeñoso Goloschokin»."