30 de octubre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (30/10/2014)


Impedir la "charlotada" del próximo 9 de noviembre acudiendo al Tribunal Constitucional de nuevo es un craso error que no hace sino reafirmar la tesis secesionista de que "con España" - en este caso con el gobierno español -, es imposible hallar una solución al "conflicto". Era algo sabido que difícilmente "votarían" en este referéndum de solteros contra casados más que los secesionistas. Y no todos, pues la renuncia a la desobediencia y la retirada de Mas había disgustado a algunos sectores radicales y a una parte de la izquierda aglutinada en torno a Iniciativa per Catalunya. Ahora el gobierno español fomenta la participación y, de nuevo, la bunkerización de los secesionistas. Es evidente que cuando uno decía que el "choque de trenes" ya se había producido no tenía sólo en mente a los secesionistas sino también al gobierno español y a los españolistas: la lógica de la victoria y la aniquilación del adversario, vestida de "respeto a la ley" como se argumentaba en El País, parece haberse instalado entre las élites de Madrid tal vez deseosas de "revancha". F., amigo de derechas de toda la vida, y españolista convencido, afirmaba hace pocos días que el gobierno español "dejaría hacer" para buscar una salida dialogada. Ayer su discurso se había transformado en la necesidad de asegurar "el imperio de la ley". Es probable que la oleada de escándalos relacionados con la corrupción tampoco sea ajena a esta nueva vuelta de tuerca: el paulatino debilitamiento de la administración conservadora puede ser contrarrestado, así lo deben pensar algunos, con una sobredosis de nacionalismo que supere el cul-de-sac en el que se halla. Un "salto hacia adelante" en toda regla.

Ahora bien. No dejar ningún margen para una solución dialogada es dudoso que fuerce a Mas, y al movimiento secesionista, a desistir. Es más, en el estado actual de enfrentamiento hay una acumulación retórica que ya no permite vuelta atrás alguna: toda retórica es performativa y es inseparable de un entramado de acciones con las cuales está estrechamente relacionada de distintas formas pero la mayoría de ellas de fuerte interdependencia. Así, la retórica secesionista ha generado tal volumen textual en su construcción de una realidad posible y alternativa que las acciones requeridas y la ilusión generada no puede ser deconstruida sino por la fuerza. Aquellos que persisten en sus estereotipos sobre "los catalanes" su "ansia de dinero" y su "cobardía", y que parecen alimentar las fuentes de decisión españolas se equivocan: como los secesionistas, creen en una pretérita y racista  "naturaleza de los pueblos" que desatiende la tozudez de la evolución histórica. Se llevarán una sorpresa. No le falta razón al líder de la CUP, David Fernández cuando afirma “algo grave pasa en Cataluña para que los neoliberales y los anticapitalistas nos pongamos de acuerdo, para que la patronal y los sindicatos coincidan, para que los que soportamos los golpes de los Mossos d'Esquadra y los que los dirigen pensemos lo mismo. Desde Madrid no se sabe decodificar esta realidad”. O se descodifica mal.

Una última nota: que las locomotoras ya han colisionado y ahora, a ritmo lento, vamos a ir viendo poco a poco el impacto vagón a vagón y preparando la lista de damnificados lo avala no sólo el análisis racional y objetivo sino también la impresión subjetiva. Ayer, pasé por la Delegación del Gobierno en Barcelona. Está rodeada de un perímetro de seguridad con vallado y protegido por varias furgonetas de la Policía Nacional. No hace ni dos años casi podías entrar en la Delegación sin rendir cuentas a nadie y apenas había más policías que la pareja de control en el interior. No es Intxaurrondo, cierto, pero parece que vamos por el "buen camino"...