Me entero de la muerte de
Tony Ronald y pienso en cómo, a los siete años, repetía su
Help que fue, durante la infancia, una de mis canciones favoritas. Hasta que llegaron los Bee Gees. Hace unos meses, por cierto, uno de los dos únicos miembros vivos, Maurice Gibb, murió sin que pudiera dejar constancia por aquí de en qué medida aquellas canciones que se podrían tildar de ramplonas, simples y triviales, fueron fundamentales en la formación musical de uno. Si llegaron Bach, Mahler, Ravel, Shostakovich, Wagner o Monteverdi, fue porque previamente estuvieron Tony Ronald y los Bee Gees. Quede dicho: como afirmaba Nieztsche, en el origen de lo excelso siempre está lo sórdido.
Y dado que uno llegó a la "alta cultura" gracias a la "baja" por eso nunca ha puesto reparos en que, en términos educativos, se utilice la cultura de masas o la literatura trivial como trampolín de acceso a la gran cultura.
P.S: Clàudia, evidentemente, no sabe quién fue Tony Ronald y no he podido utilizar la palabra "músico" para referirme a él. Pero dudo que hubiera apreciado a Puccini sin sus melodías cursis.