28 de febrero de 2013

Leyendo a Rais (II)


Junto a estas tres premisas que delinean el horizonte en el que se sitúa el ensayo, la modificación en el mecanismo de explotación en la época post-fordista, el fracaso tanto de las estrategias reformistas tradicionales como de las rupturistas y el rechazo de la moralidad neocatólica de la que se alimenta la izquierda tradicional respecto al signo "dinero", Rais realiza una descripción rápida del funcionamiento del modo de producción capitalista actualmente, caracterizándolo a través de la concentración oligopolística, la proletarización de los asalariados y la sustitución de la plusvalía por la desvalorización, probablemente el punto clave de su reflexión.

Respecto al predominio de las formas oligopolísticas, Rais escribe:

"La concentración oligopólica del capital es máxima hoy en día: 737 multinacionales controlan el 80% del valor accionarial de las 43.000 empresas multinacionales existentes, y de estas 147 controlan el 40%, de las cuales tres cuartas partes son entidades financieras. Una diez empresas normalmente controlan más del 50% de cada industria, en el caso de la alimentación existen concentraciones por encima del 70% lo cual pone los pelos de punta. La facturación de las 15 empresas más importantes del mundo equivale al PIB de la Unión Europea. Según reveló The New York Times, nueve personas en el mundo controlan el mercado de derivados que mueve 700 billones de dólares14. La creación o producción que realizan las entidades bancarias privadas a través de las reservas fraccionarias equivale al 90% del dinero en circulación, mientras los Bancos Centrales, que son frecuentemente bancos privados también, crean nueva moneda tan sólo por un 10% del total"

Por lo que hace a la destrucción de las clases medias, que se lleva a término mediante la desvalorización de las rentas del trabajo, anota:

"En la medida que el pacto social restringe los límites objetivos a la creación de la plusvalía, el capital financiero consigue mediante la regulación de la oferta monetaria, generar un dinero artificial que devalúa la mercancía trabajo. No tiene límite la destrucción de este tipo de valor con lo que se crean burbujas crediticias que al final vuelven a encontrar el límite en el conflicto social. La única manera de generar plusvalía es mediante la gestión de la oferta monetaria y de la inflación, de manera inversa a la tradicional, no pagando por debajo de la reproducción de la fuerza de trabajo individual, sino destruyendo la masa salarial social por debajo de la productividad."
"Todo este tipo de ataques a la renta del trabajo bajo el eufemismo de políticas de estabilidad, implican la destrucción de las clases medias, convirtiendo los países en sociedades duales entre elites y proletariado, entre acreedores y deudores"

Y, el punto clave, el mecanismo de explotación, no es ya la generación de plusvalía sino la desvalorización:

"Dicho de otra manera, aunque la plusvalía tradicional fuera cero, el dinero ya no mide en sí mismo la producción social de mercancías, se impone sin medida como un absolutismo que determina los precios más convenientes, a través de la producción de dinero, la generación de deuda y el control de la inflación. Se crea tanto dinero cuanto se necesita para moderar el valor por debajo del precio. Todo el dinero creado por encima de la capacidad productiva, del tiempo socialmente medio para la producción de mercancías, deduce el valor de la capacidad productiva social."

"Y es ahí donde surge una nueva manera de generar plusvalor, pero que ya no podemos llamar así, pues actúa de forma negativa a través de lo que podemos llamar desvalorización del trabajo. En esta nueva metodología, la gestión de la inflación está encaminada a destruir el tiempo social, manteniendo los beneficios empresariales. La
generación de beneficios, depende absolutamente a escala planetaria para el capitalismo, de la desvalorización constante del trabajo, a través del control de la oferta
monetaria, de la inflación y de la creación de deuda bancaria. Es un conflicto de clases diario, en tiempo real, donde se ejerce una desvalorización sistemática de la producción, una destrucción difusa de la existencia."