Uno, que desconfía del anticlericalismo primitivo, ha recibido ante todo con curiosidad la noticia del anuncio de la dimisión de Ratzinger, quizás el Papa intelectualmente más brillante de los últimos dos siglos. Es una buena noticia que se distancie del torvo Wojtyla y nos ahorre el espectáculo masoquista de una agonía extrema retransmitida por
Youtube y comentada en el
Twitter pero uno tiene la impresión de que se trata de una mala noticia para el entramado católico porque, como señala el periodista Miguel Mora, su renuncia es un triunfo de los ultraconservadores. Sólo los más ignorantes pueden considerar su papado como un ejercicio de intolerancia y reacción como lo fue el de su antecesor. Escribe Mora al respecto:
"El
papado de Joseph Ratzinger
pasará a la historia por sus intentos —tardíos pero sinceros— de
limpiar la imagen de la Curia y de la Iglesia, mancillada por los miles
de casos de abusos a menores ocurridos en los últimos 50 años en
instituciones y colegios católicos de medio mundo, y por la sistemática
tarea de ocultación que emprendió la jerarquía durante el reinado de su
antecesor, Juan Pablo II. Es verdad que Ratzinger fue el brazo teológico
de Wojtyla en la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero mientras
el Papa estuvo vivo la consigna fue tapar y proteger a las ovejas
descarriadas, y sobre todos ellos al
líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel,
elevado al altar de asesor principal de Wojtyla e inmune a toda condena
pese a la tímida oposición de Benedicto XVI, que solo pudo poner orden
cuando llegó al trono de San Pedro y que finalmente puso bajo tutela al
movimiento entero.
El ortodoxo cardenal alemán de alma tridentina ha sido durante su
mandato un Papa solo, intelectual, débil y arrepentido por los pecados,
la suciedad y los delitos —él empleó estas dos palabras por primera vez—
de la Iglesia, y rodeado de lobos ávidos de riqueza, poder e inmunidad.
La Curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de
lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta abogados de
pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por
integristas de la peor especie. Esa Curia digna de
El Padrino III
siempre vio con malos ojos los intentos de Ratzinger de hacer una
limpieza a fondo, mientras los movimientos más pujantes y rentables,
como los Legionarios, el Opus Dei y Comunión y Liberación, torpedeaban a
conciencia cualquier atisbo de regeneración
Que sea el primer caso en 600 años dice mucho sobre el nivel de la
iniquidad con el que ha convivido. Que no se haya filtrado la noticia lo
dice todo sobre su soledad."
El artículo completo
aquí.
De todas maneras, que uno resalte la luz de Ratzinger no significa que olvide sus sombras, en especial cómo se prestó a hacer de sicario de Wojtyla en el caso "Leonardo Boff". Mas ello no hace sino complicar la figura de Ratzinger, como reonoce el propio Boff según
Juan Arias, otro gran conocedor del universo vaticano:
"Hoy, Boff dice que existen dos Ratzinger, el del profesor de teología en
Alemania, simpático, afable, que daba la mitad de lo que ganaba para
que pudieran frecuentar la Universidad estudiantes pobres del Tercer
Mundo, y el Ratzinger de después, obispo, cardenal y papa, duro con los
teólogos de la Liberación, conservador en materia de costumbres y en el
diálogo con la modernidad, intransigente con la nueva teología.
Ahora estamos ante el tercer Ratzinger, el del papa que renuncia al
poder para retirarse él esta vez voluntariamente 'al silencio', a aquel
silencio al que años atrás había condenado al teólogo franciscano."
Aunque la suerte de la Iglesia católica le es a uno indiferente en cierto sentido, sí que temo que su sucesor hará aun más grande la figura de ese Ratzinger que agotará sus últimos días calladamente.