21 de abril de 2010

21 de abril de 2010: Die Entführung aus dem Serail y la distancia histórica (y IV)


Tomando en consideración los argumentos de Esther no se ve tan claro que la reescritura de los clásicos a la luz estridente de nuestros parámetros actuales suponga traición alguna.

Cuando el original está irremediablemente perdido, si es que alguna vez existió tal original prístino que se dio inmediatamente y no ya una sucesión de versiones mediadas, como sostiene Derrida contra Hegel, ¿qué hay de perverso en hacer explícita la mediación y saltarse la distancia histórica si interviene la autocomprensión y no estamos ante un ejercicio de mala voluntad mistificadora o de simple ingenuidad (no sabría decir qué es peor)?

Probablemente la solución al dilema esté, como casi siempre, del lado aristotélico: el mesotés, el "justo término medio" que no significa ni la mediocridad ni la matemática media.

Es tan legítimo intentar suprimir la "distancia histórica" como mantenerla. De hecho, ninguna de las dos empresas puede ser absolutamente pura. Por mucho que se salte uno la distancia histórica, cuando existe se muestra (por ejemplo en el libreto) y por mucho que se busque mantenerla, siempre nos la saltamos (cualquier interpretación es ya, de hecho, una actualización).

La clave es el papel del momento de la autodescripción, del segundo orden de la reflexión: la conciencia de la distancia histórica y de la decisión consciente y motivada de acortarla o alargarla como en el caso de Christof Loy. Si existe, no hay engaño ni mistificación sino opción artística más o menos creativa. Si no existe estamos ante una burda falsificación o una imitación mentirosa.