Es una de las sensaciones que experimenta el que escribe ante declaraciones como estas:
"
Usted es de Súmate, entidad de castellanohablantes que abogan por la independencia.
Mi
independentismo no es identitario, sino ideológico, porque vengo de una
tradición de izquierdas muy a favor del derecho de autodeterminación de
cualquier pueblo, siempre y cuando sea por medios democráticos. No
entiendo a la gente de izquierdas que está a favor del derecho de
autodeterminarse para el Kurdistán o el Quebec y no para Catalunya. Es
contradictorio... y quizás es que no son tan de izquierdas.
¿De qué tradición habla?
Mis
padres se conocieron en un mitin de Bandera Roja –escisión del partido
comunista– en el año 1981. En mi casa hablábamos positiva y críticamente
de política. Recuerdo canciones en casa de Víctor Jara, Silvio
Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Eduardo Aute, y fotos del Che Guevara y
Ho Chi Minh. Pero nunca he militado en ningún partido.
¿Así, usted fue antes de izquierdas que independentista?
El
independentismo es una situación transitoria, no una condición
política. Soy republicano y de izquierdas. Nadie se declara
independentista de forma exclusiva.
¿Se siente español?
Soy
reticente respecto a banderas. Estoy alejado del independentismo
identitario, aunque lo respeto. Que cada cual se sienta como quiera y
que cuelgue la bandera que quiera en su balcón, porque al final de lo
que se trata es de democracia sí, democracia no. Eso es muy compatible
con sentirse español: hay gente en Súmate que celebra las victorias de
la selección española, o que llevan la camiseta de España, pero
defienden como nadie el derecho de los catalanes a crear una república
independiente. El proceso ha trascendido al origen o al sentimiento de
pertenencia más exclusivo." (
Entrevista a Gebriel Rufián, candidato de ERC al Congreso).
Se podría hablar acerca del papel de "tonto útil" de cierta izquierda, del mal que leninismo y estalinismo hicieron a la tradición marxista, de la ingenuidad o del oportunismo de ciertos "políticos", pero quizás baste con acudir, como en el caso de la Forcadell o del ministro Fernández Díaz, a alguna de las descripciones de ese psicoanálisis vulgar que tantos acostumbramos a tener en mente para explicar esta peculiar "posición política" que,
como señala Jordi, tanta vergüenza ajena puede provocar...
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