10 de noviembre de 2015

La más que centenaria lucha contra la enseñanza memorística y la "Nueva Educación" (I)


Antes del verano, con ocasión de la lectura de uno de los clásicos de la biliografía secundaria sobre Ludwig Wittgenstein, La Viena de Wittgenstein de Janik y Toulmin, quedó constancia por aquí de que la lucha contra el papel de la memoria en la formación del individuo no es una ocurrencia reciente de las nuevas pedagogías o las corrientes innovadoras en la educación y/o la enseñanza sino que tenía, al menos, un siglo de historia.

Sin embargo, estudiando los Discursos a la nación alemana de Fichte uno puede apercibirse de que quizás con la "Nueva Educación", con la "educación integral" y con la "crítica a la memoria" pase algo parecido a lo que sucede con el concepto de "crisis" en la tradición del pensamiento y la cultura occidental: que es tan antigua que parece ir de la mano de ésta desde hace mucho tiempo, tal vez desde sus inicios.

Así, escribía Fichte, en fecha tan temprana como el invierno de 1807-1808, acerca de la necesidad de una "Nueva Educación" que conservara la existencia de la nación alemana, que penetrara "hasta la raíz de las verdaderas emociones" (una auténtica educación emocional avant la lettre) y que fuera una "formación de la nación a secas" llevándola hacia "todo lo que es germánico sin excepción": "La enseñanza pasada, por regla general, se concentraba  en el estado actual de las cosas solamente, tal como fueran y tuvieran que creerse y anotarse, sin que se pudiera indicar una razón de ello. Es decir, se dirigía a un mero interpretar pasivo con la facultad de la memoria al servicio de las cosas...  Que no piense la pedagogía más reciente poder escudarse contrea este reproche apoyándose en su repugnancia ante el aprender de memoria mecánico, testimoniada a menudo y en sus notorias piezas maestras de cuño socrático; pues sobre esto hace tiempo que en otro lugar ya recibió la sustancial respuesta de que estos razonamientos socráticos igualmente se aprenden sólo de memoria y que este aprender de memoria es aún más peligroso por cuanto da al educando que no piensa la apariencia de que puede pensar... Del estado de la enseñanza pasada se colige, de una parte, el motivo por el cual el educando aprendía con desgana, por regla general, y por eso lento y poco, y a falta del estímulo desde el propio estudio, había que recurrir a estímulos extraños... La memoria, cuando se utiliza sola y sin que deba servir a ningún otro fin espiritual, es más bien un tormento que una actividad del alma y es comprensible que el educando acepte este sufrimiento con la mayor desgana. Igualmente, el conocimiento de cosas extrañas que para él no tienen el mínimo interés, y de sus propiedades, es una mala compensación del tormento que le acarrea (sn)" (Trad. de Angel Juan Martín, p240,241,250,251).

En los albores del Romanticismo ya se hallaría suficientemente establecida una topología del rechazo a la memorialística mecánica y pasiva que hace sufrir al estudiante, provoca que la desgana ahogue su aprendizaje y le obliga a emplear el tiempo de su instrucción en cosas extrañas que no tienen para él el mínimo interés acarreándole a cambio un tormento tan descomunal que no puede ser compensado suficientemente.

¿No se puede hallar un cierto "aire de familia" común entre las líneas maestras del romanticismo fichteano y buena parte de las ideas fundamentales de esa corriente que se adscribe a cualquiera de las múltiples formas de la "Renovación pedagógica" especialmente en Catalunya?

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