Al día siguiente del "espectáculo" de la simulada
Declaració Unilateral d'Independència,
el editorial de La Vanguardia era inusualmente duro con los secesionistas:
"No es inteligente. No es justo. No es necesario. No fue eso lo que se votó el pasado 27 de septiembre.
Después
de más de tres años de intensas movilizaciones cívicas en favor de un
mayor reconocimiento de Catalunya y de un trato más justo, llega el
momento del error. Es decepcionante. Esas movilizaciones empezaron a
desarrollarse en el 2010, inmediatamente después de la infausta
sentencia sobre el Estatut, bajo la enseña del soberanismo, es cierto,
pero desde el primer día han agrupado muchos matices y sensibilidades,
logrando reunir a mucha gente con la premisa del gradualismo y la
tranquilidad. El error del 9 de noviembre del 2015 consiste en dividir
ese caudal cívico, instalar a la gran mayoría de la sociedad en una fase
de angustia y alimentar, todavía más si cabe, los anticuerpos españoles
contra el autogobierno catalán. Con el gesto de ayer nada se refuerza
en Catalunya, salvo la genuina radicalidad de un partido que no alcanza
el 10%. Nada se refuerza y el conjunto social sale perdiendo".
La definitiva defección del buque insignia del Grupo Godó respecto a la estrategia actual de los secesionistas resulta especialmente jocosa: lo que les pone nerviosos "es que va en serio" y que quien maneja el timón de la de la mano del buque no es su querido Mas sino "los cuperos", como ellos los llaman. Los aprendices de brujo del Grupo, que a la manera de Arzallus y ETA menearon el árbol y jalearon el giro secesionista de Convergència para recoger sus beneficios empresariales con un nuevo mercado que dominar, ahora se lamentan del curso que están tomando los acontecimientos. "¡Catalunya en manos de los antisistema!" claman. No sería de extrañar que ellos, que junto a los medios de comunicación filosocialistas y las élites "progres" del país, provocaron la crisis de opinión pública que dio alas a los secesionistas que hasta entonces eran minoritarios, suspiren pronto por una internvención contundente de España que les salve de las garras de los anarquistas y comunistas irredentos que pueblan las CUP. Tiempo al tiempo. No sería la primera ni la última vez que este conglomerado representativo de la burguesía oligárquica catalana cambia de caballo a medio camino. Pero esta vez, a diferencia de en los años 30 es poco probable que consigan salirse con la suya.
"De aquellos polvos vinieron estos lodos" que les enfangarán tanto que, con un poco de suerte, algún día podríamos encontrar que en el edificio de la actual redacción del periódico se instalara el de la más honrada
Endavant y en lugar de las letras "Grupo Godó" sobresalga, en plena Diagonal de Barcelona, una enorme estrella roja. Lástima que seguramente no sucederá... Lástima.
P.S: Por cierto. revisando cuadernos comprueba uno que
Xavier ha escrito también al respecto con más extensión y, también, más acidez.
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