Objeta por correo elctrónico mi amigo L., un empedernido relativista moral de izquierdas que tiene clara la superioridad de las ideas libertarias y un juicio muy estricto acerca de la catadura de - por ejemplo - Rodrigo Rato y de lo que la sociedad debería hacer con él, que mis observaciones acerca de lo sucedido con el vuelo de
Germanwings son demagógicas, falaces ("
ad populum") y no toman en cuenta hechos fundamentales como la enfermedad que padecía el piloto y que hace que no deba imputársele con tanta alegría como según él hace uno, la responsabilidad por el accidente (no utiliza la palabra "crímenes"): seguir esta línea es hacerle el juego a la visión más conservadora y reaccionaria de la acción humana y contradictoria con alguien que "se profesaba marxista". Tiempo habrá de discutir promenorizadamente sobre ello cuando nos veamos en persona pero como hasta el verano es poco probable que ello suceda un par de puntualizaciones que espero no se tome a mal que publique aquí.
No tiene uno claro que todavía sea marxista. Ya hace tiempo que, tras abjurar de la mayoría de los principios políticos del leninismo y de buena parte de los contenidos en el
Manifiesto comunista, uno reconoció que, sin embargo, las mejores descripciones de la realidad actual, en el sentido de razonables y potentes, le siguen pareciendo las derivadas del uso del materialismo histórico pero ello no equivale a aceptar el "todo incluido" de cualquier Vulgata del marxismo ni tan sólo la generalidad de la filosofía de Marx. En este sentido, uno no está seguro de creer en el concepto de "progreso", al menos en la noción de una perfectibilidad irreversible que obedezca a leyes ajenas a la interacción humana y, por tanto, en la función educadora y rehabilitadora de ciertas estrategias sociales como las de la concepción ideal de la prisión moderna como forma de castigo al crimen. En todo caso, hay delitos, especialmente el pequeño delito económico, que parecen poder incluirse, aun, bajo esta concepción. Sin embargo, otros como el asesinato (o la violación) y especialmente el asesinato masivo cada día está uno más convencido de que requieren, lisa y llanamente, de una punición no disuasoria sino compensatoria y que se excluyen del ámbito de la regeneración: hay razones para creer que, por un lado, no siempre será posible la rehabilitación como alerta cada vez con más fuerza la neuropsicología y, por otro, aunque ésta pudiera tener lugar la magnitud del mal infligido es tal que se hace difícil tolerar esa injusticia para con las víctimas que supone obviar su dolor en beneficio de la rehabilitación de aquél que lo ha provocado. Para ser más claros: no me imagino a Hitler o a Himmler sentenciados a cadena perpetua con remisión posible de condena por buen comportamiento o reconocimiento de su responsabilidad y propósito de enmienda, así de simple. Como, dicho sea de paso, sería muy severo con Rato. ¿Esto es compartir una visión de la acción humana conservadora y reaccionaria? Ufff!
Todo esto dicho demasiado rápidamente y sin los debidos matices, por supuesto.
Respecto al caso concreto de
Germanwings uno puede admitir el aspecto demagógico e incluso el recurso "
ad populum" a pesar de que me obstinaría en rebatir este último. Sólo puedo aducir, como disculpa, que, como decía mi padre, "A ningún loco le da por hacer el bien". El uso demagógico no suprime un dato que es aquél sobre el que deseaba llamar la atención: el factor de la decisión irreductible y final en última instancia (como la dependencia de la superestructura de la infraestructura) del individuo. Y de eso se trata al fin y al cabo, de la libertad cercenada y restringida pero efectiva de decir "no": de optar por suicidarse sin causar más daño y dolor que a uno mismo y sus seres queridos o provocar una tragedia voluntariamente por muy deprimido que uno esté. Aquí, el relativismo moral muestra su límite y su peligro: ninguno de los otros 149 pasajeros fue culpable de la muerte de los demás, él sí y además conscientemente. Hubo un culpable y 149 inocentes. Y punto.
Hay acciones en las que el relativismo moral se denuncia a sí mismo. En otros casos, para ciertas conductas, utilizar el relativismo metodológico como profilaxis para impedir un juicio sumario y excesivo puede ser útil. Mas estas dos dimensiones del relativismo no se implican. Se puede ser relativista en el análisis por prudencia pero no en la valoración. Serlo en el análisis y en la valoración puede ser profundamente injusto.
Todo esto dicho, como él ya sabe, sin acritud.