Uno es consciente de las diferencias que existen entre Vicent Partal y Jiménez Losantos: están en extremos opuestos del arco político. No se vendrá ahora con aquello de que los extremos se tocan porque si bien fácticamente los totalitarismos presentan pocas diferencias (véase los socorridos ejemplos de Stalin y Hitler), moralmente, en su idealidad, pueden ofrecer doctrinas radicalmente distintas cuya evaluación no debe pasarse por alto en la forma de un aplanamiento igualador. Más bien, el eje de la fobia de uno hacia ambos, en cuanto "figuras" (nada sé de ellos como "personas") tiene que ver con su "compromiso" con una opción política específica, para colmo nacionalista, a la cual supeditan cualquier empeño de objetividad periodística. La conversión del periodismo en propaganda política y la renuuncia a cualquier objetividad siquiera heurística es, en sí misma, deplorable por lo que supone de renuncia a la formación independiente del juicio de los ciudadanos. Puede que, como muchos marxistas señalaron durante el siglo XX, si la "objetividad periodística" es hipostatizada y mantenida como dogma indemne a la crítica no quede otro remedio que poner en tela de juicio su carácter ilusorio. Pero si es postulada como un ideal regulativo al cual se tiende y no se aparta la conciencia de que es irrealizable en su traducción histórica, lo cual no exime del intento de su práctica constante, puede ser preferible a este periodismo comprometido que no duda en manipular, deformar e incluso mentir para conseguir unos efectos sociales muy concretos y, generalmente, que poco tienen que ver con el fomento de la capacidad de los individuos de valerse de su propio entendimiento. Para entendernos, entre el
Washington Post de Woodward y Bernstein y los periodistas de la Fox "empotrados" en las unidades militares norteamericanas durante la guerra del Golfo hay una enorme diferencia: la misma que hay entre Partal y Losantos y los pocos periodistas que en este país prefieren la búsqueda de la objetividad y la verdad al "compromiso".
Si fuera por los periodistas "comprometidos"nada se hubiera sabido del
Gulag y el
Lager...