11 de abril de 2015

Crónica de la Nueva Edad (11/04/2015)


Sostiene Xavier, al entender de uno con acierto, que el "Procés" está lejos de haber concluido, pese al descrédito de las élites gobernantes catalanas, y que sus promotores han optado por un "todo o nada" en la forma de unas elecciones interpretadas plebiscitariamente jugándose el todo por el todo. La promoción mediática de las CUP para contrarrestar el ímpetu de Podemos, que también anota, debería garantizar esa mayoría absoluta en escaños, que no en votos, mediante la cual legitimar una DUI (Declaración Unilateral de Independencia) que, ene stos momentos, parece que Convergència y Esquerra Republicana no podrían garantizar.

La estrategia finalmente adoptada por el movimiento, muy cercana a la propuesta por ERC que uno valoró hace tiempo como la más eficaz de las diseñadas para lograr el objetivo final de la secesión, adolece de un tremendo déficit democrático de inicio justificado en la negativa del obtuso gobierno español a convocar un referéndum. Mas no es de recibo soslayar el paso de la consulta sustituyéndolo por una manipulación interpretativa de los resultados de las elecciones autonómicas aunque este déficit tenga un primer responsable claro: el gobierno del Partido Popular.Su actitud no legitima, como ya ha advertido la catalanista y federalista izquierda tradicional de la antigua órbita del PSUC, el olvido de un mandato popular nítido y sin ambigüedades. Los últimos sondeos ya revelaban una cierta movilización de los contrarios a la secesión capaz de dibujar un previsible escenario a la escocesa que los secesionistas del ala más etnicista no están dispuestos a tolerar aunque sea al precio de saltarse la decisión democrática de los habitantes de las fronteras catalanas: lo primero, la independencia, después la democracia. Hay una vía perfectamente democrática que debería haber sido la seguida: elecciones, proclamación de la DUI si el mandato es muy claro, referéndum y luego Constitución. La votación sobre una Constitución no debería servir como mandato: que exista este mandato irrefutable y se haga la Carta Magna. No obstante, parece que el aprendizaje de la clase política catalana se ha hecho, pese a lo que ellos se ufanen en proclamar, no sobre el modelo británico sino sobre el carpetovetónico.

Lo que también están haciendo algo mejor los secesionistas es encarar la batalla diplomática internacional que, hoy por hoy, y pese a las autocomplacencias de mi querido Vicente Jiménez Losantos Partal, está muy lejos de haber sido ganada. Incluso el responsable de la diplomacia catalana, Albert Royo, reconocía hace poco que "En la majoria de casos, i ja hem fet una vintena llarga d'actes acadèmics per Europa, els Estats Units i el Japó, ens trobem una barreja de desconeixement i interès genuí. De tota manera, com més a prop som de Catalunya, com és d'esperar, hi ha més coneixement del cas i, també, més apriorismes (no sempre positius). A països del nostre entorn més immediat, com ara França, Alemanya o Itàlia, és on més prejudicis hem trobat, de vegades relacionant el procés amb una suposada manca de solidaritat per part d'una Catalunya més rica que la majoria de regions espanyoles." El seguimiento que se le ha querido dar al acto protagonizado por el President en Columbia, de la mano del demagogo ultraliberal Xavier Sala Martín, no pasa de ser una charla coloquio: no un mitin, ni una intervención ante el Congreso de los Estados Unidos, ni nada por el estilo. Un auditorio de trescientas personas no es como para echar las campanas al vuelo por muy influyentes que puedan ser. Harían bien los secesionistas en centrarse en esta tarea, que requiere algo más que charlas ante las élites, sin autoengañarse como llevan haciendo un par de años, siendo realistas y aceptando que su desventaja es notable en especial en el marco en el que se dirimiría una posible independencia si los ciudadanos no somos, como uno se teme que seremos, estafados: Europa.