Hay una autocensura que no obedece únicamente a una forma de refracción de las coerciones externas sistémicas bien sea de clase, nación, sexo, edad u otras variables sociológicas que se puedan contemplar en la descripción y puedan ser atribuibles a un hipotético "exterior". Esta otra forma de autocensura es más bien "interior" y uno diría tiene que ver con la posición de cada cual en los campos en los que "juega" y dirime sus envites (Bourdieu).
Viene esto a cuento porque el otro día, zapeando, vi a Lluís Llach hablando acerca de Miquel Martí i Pol y no pude evitar pensar en que me recordaba a Forrest Gump hablando acerca de su "muy mejor amigo Bubba" en la película homónima de Robert Zemeckis. así lo comenté en casa e inmediatamente después de hacerlo pensé que no me atrevería a ponerlo por escrito. Una especie de incomodidad me asaltó en cuanto pensé en pasar de la chanza familiar al "papel"; en pasar de lo privado a lo público. Y las razones no estaban, ni mucho menos, vinculadas todas a la admiración que uno pueda sentir (o no, no es relevante) por Martí i Pol y, en menor medida, por Llach. Tenían que ver con lo que se suponía que se espera de uno y lo apropiado de su comportamiento: su "corrección".
La batalla contra la autocensura es mucho más complicada de lo que parece y tiene lugar, también, en ese espacio que denominamos, por comodidad, "interior". No es sólo una batalla fácil de gritos, pancartas y lemas contra el "sistema"...