Ayer, una cadena televisiva titulaba "Dama de hierro y dama de fuego" como homenaje a Margaret Thatcher y Sara Montiel fallecidas ayer. Resulta chocante verlas asociadas, niveladas, juzgadas por similar rasero ahora. La compasión por el fin de la vida de una persona, que uno generalmente aplica sin demasiado esfuerzo, se encuentra con una casi insalvable dificultad en el caso de Margaret Thatcher. No me cuesta nada sentirla espontáneamente hacia Sara Montiel, a pesar de que nunca me entusiasmó precisamente ni como actriz ni como cantante. Hacia la Thatcher es harina de otro costal. Sólo sub specie aeternitatis, es decir, intelectualmente, forzando el deber moral, brotaría un leve impulso. En cambio, surgen sin problemas una carga de insultos que el decoro hace bien en tapar aqui y, sobre todo, una desagradable sonrisa...
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