Me llama F. para preguntarme si he recibido el correo que "el iluminado", como lo llama con escasa simpatía, nos ha enviado a todos los empleados públicos. Rebusco y lo encuentro entre un auténtico alud de
spam publicitario. No le había prestado atención porque el asunto es poco original "Sant Jordi 2013".
El tono de la misiva electrónica no me gusta. De hecho, no me entusiasma que el president de la Generalitat simule dirigirse a los funcionarios a quienes vapulea en una costumbre que ya empezó el anterior
president, que uno recuerde, hace varios años.
De la carta de este año, destacar que insiste en la situación de emergencia que vive "el país" fruto de la "presión" a la que está sometido (ya se sabe por quién, obviamente) pero que, pese a todo, ahí está la lucha por el "derecho a decidir" para compensar: "el nostre país també viu moments de mobilització, d’iniciatives
positives molt diverses i de projectes col·lectius engrescadors. La voluntat de decidir el nostre futur comú com a nació n’és un dels més
emblemàtics." ("nuestro país también vive momentos de movilización, de iniciativas positivas muy diversas y de projectos colectivos que animan. La voluntad de decidir nuestro futuro común como nación es uno de los más emblemáticos").
Aunque Duran i Lleida,
La Vanguardia y el empresariado aprietan para moderar el empeño secesionista, el
president no cede. Uno está convencido de que no retrocederá hasta celebrar, como sea, la consulta -y ganarla, por supuesto: convendría que más allá del Ebro lo tuvieran claro.