"Todo parece tan sencillo que incluso olvido la retórica.
Puedo decir abiertamente: 'Estoy
oyendo el tableteo de la lluvia, la imagen de aquel río,
ella duerme tranquila, sin que le abrume el sol de la mañana'.
Digo las cosas como son: son cosas,
y hasta parecen tan felices sin saber que las miro,
(por eso me permito un poco de sinceridad),
que las metáforas que cuidadosamente he ido acumulando
suenan en mis oídos como enjambres de insectos. Esta mañana de domingo
del mes de abril, mientras la nieve cubre las ramas de los árboles,
no necesito convencerme de que añoro el olor
de las playas, el aire donde ya crece el azahar, ni
ese cuerpo tan mío (¿por qué habré dicho siempre
de su cuerpo que es mío?). Hoy, tres meses después de
mi treinta y siete aniversario, he decidido al fin
que escribir mis poemas no es conversar con nadie
- para quéconstruir sílaba sobre sílaba otro nombre que no
existe- y a cierta edad, supongo, uno debe tomar
decisiones. Tal vez sea un poco tarde, pero hoy parece que acabó el invierno
y la luz incipiente del amanecer es mi mejor poema.
Déjame que te ofrezca su seguridad.
El sueño es dulce cuando estás dormida."
("Ideas acerca de la confusión en Cherokee Avenue", V.
Tabula rasa/El sueño del origen y la muerte)