Admira uno el trabajo de
Alberto Royo. Ya quedó dicho por aquí que, ante su despliegue de eficacia argumentativa y lo ameno y claro de sus razonamientos, prefería remitirme a sus reflexiones en torno al "problema de la educación" en lugar de presentarlas personalmente: cuando alguien expone mejor que uno algo, con lo que además coincide, es preferible dejarle paso. Con todo, ya no es sólo que uno alabe la pertinencia de sus observaciones sino que no deja de asombrarse ante la paciencia y el tesón con los que no ceja en su empeño de oponer el sentido común a la palabrería hueca y mistificadora de los "opinadores" progresistas y neoliberales sobre el asunto. Y más cuando llega un momento en que la jerga teórica mal digerida y peor comprendida que utilizan hastía de tal forma que muchos dimitmos, acabamos por enviarlos a salvo sea el lugar y hacer como si no existieran cuando existen y perseveran en su nociva tarea.
Deja uno aquí esta reflexión recogida de su enésimo intento de rebatir a ese numeroso grupo de incansables aprendices de brujo:
"Lo primero que debo aclarar es que no me 'molesta' que se opine sobre educación. Lo que sí me molesta es que se pontifique desde el desconocimiento y que, además, se pretenda ejercer el papel de 'experto' atendiendo a circunstancias tan eventuales como la triple condición de 'ciudadano, padre y ex-alumno', algo así como la Santísima Trinidad de la expertología, que en absoluto capacita para aconsejar sobre cuestiones tan sustanciales como la enseñanza. Porque, según esta misma argumentación, un melómano podría ser experto en ópera o un aficionado al ciclismo explicar lo que hay que hacer para ganar el Tour de Francia. ¿Se imagina alguien a un experto en medicina cuya única vinculación con la profesión fuera ser 'ciudadano, padre de un paciente y ex-paciente'? Por otra parte, nadie le niega nadie el derecho a opinar (menos aún el derecho a pensar, como se lamenta Uztarroz en el título del último escrito), pero estos derechos son extensivos a todos, principalmente a los profesores en tanto que auténticos expertos en la materia y, en opinión de quien esto escribe, sus opiniones no solo no aportan nada sino que son perniciosas por la repercusión que puedan tener en quienes prefieren los consejos de cualquier desinformado antes que los de aquel que puede aportar una visión real de la situación"
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